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Si bien el lanzamiento del euro digital es este año, la CBDC europea permanece indefinida.
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El euro digital del BCE busca integrar pagos online y offline.
Europa avanza hacia la digitalización del euro digital, un proyecto de una moneda digital (CBDC) emitida por el Banco Central Europeo (BCE) que comenzó a gestarse en 2020.
En una conferencia del 6 de marzo en Frankfurt, Alemania, y como lo reportó CriptoNoticias, la presidente del BCE, Christine Lagarde, anunció el posible lanzamiento en octubre de 2025 de la CBDC europea, siempre y cuando el parlamento europeo complete el proceso legislativo para su aprobación.
“La fecha límite para nosotros será octubre de 2025 y nos estamos preparando para esa fecha, pero no podremos avanzar a menos que el Parlamento, la Comisión y el Consejo completen el procedimiento legislativo. El BCE se centra en acelerar el ritmo para poner en realidad este euro digital.”
Conferencia de Christine Lagarde, presidente Banco Central Europeo.
¿Qué sería el euro digital?
El Banco Central Europeo explica que el euro digital podría funcionar como una alternativa de medio de pago o una versión electrónica del efectivo, tal y como hoy se utilizan las monedas o billetes físicos.
“El euro digital ofrecería otra forma de pagar en tiendas o comercios en línea, o de enviar dinero a amigos y familiares”.
Comunicado del Banco Central Europeo.
Se trataría, según las declaraciones del BCE, de un medio de pago mayormente minorista que se emitiría y gestionaría de forma centralizada por esa entidad. Además, el BCE garantizaría que cada euro digital tenga un respaldo 1:1 con el valor nominal de un euro en efectivo.
Es decir que, a diferencia de Bitcoin (BTC), cuyo funcionamiento es completamente descentralizado, la emisión y distribución del euro digital recaerá en lo que el Banco Central Europeo disponga.
¿Cuál será la estructura del euro digital?
El BCE ha dejado claro que la estructura tecnológica del euro digital aún está en definición. En sus comunicados, la institución señala que está experimentando con diferentes enfoques, pero no ha confirmado cuál será el elegido.
Entre las opciones en estudio destaca la posibilidad de usar tecnologías de registros distribuidos, conocidas como “DLT” por sus siglas en inglés. Un DLT es un sistema donde la información se almacena y actualiza en múltiples nodos o computadoras, en lugar de depender de un único servidor central. Aunque su uso es común en redes de criptomonedas a través de la llamada «blockchain», el BCE no ha señalado que adoptará un sistema específico de registro distribuido.
Un punto destacado por el BCE es la interoperabilidad: el euro digital estaría diseñado para integrarse con los sistemas de pago existentes en la zona euro, facilitando su uso cotidiano.
Es probable que esta integración del euro digital incluya sistemas como Target 2 (T2), una plataforma clave del BCE que procesa pagos interbancarios en tiempo real y que hoy conecta a miles de bancos en Europa. Target 2 permite que las transacciones entre instituciones fluyan sin problemas.
Este 10 de marzo de 2025 legisladores europeos expresaron dudas sobre el lanzamiento del euro digital tras fallas recientes en T2. Durante estos incidentes, los bancos enfrentaron problemas para procesar transacciones con normalidad, lo que generó cuestionamientos sobre la confiabilidad de las infraestructuras actuales del BCE y su capacidad para soportar una moneda digital a gran escala.
De modo tal, mientras Lagarde se muestra entusiasta anticipando el lanzamiento de la CBDC europea para octubre, la información que los documentos del BCE poseen reflejan un ausencia de avances concretos lejana a aquel entusiasmo.
Privacidad: promesas amplias, detalles escasos
Uno de los pilares que el BCE subraya en sus comunicados es la privacidad en el uso del euro digital. Sin embargo, la institución no entra en detalles técnicos sobre cómo logrará este objetivo.
Según el BCE, la protección de datos estaría garantizada por un reglamento que aún debe ser aprobado por los legisladores de la Unión Europea, quienes decidirán cómo balancear la privacidad con necesidades como la lucha contra el blanqueo de dinero. El mensaje es claro: el euro digital sería “privado”, pero no al punto de escapar de las normativas vigentes.
Cuando se trata de proteger los datos e información de los usuarios finales, el reglamento sobre el euro digital, según lo planteado por el Banco Central Europeo (BCE), se apoya en un marco legal que requiere ser interpretado y ejecutado por humanos, lo que introduce posibles inconsistencias o retrasos debido a la naturaleza subjetiva de su aplicación.
Ese enfoque, aunque respaldado por promesas de privacidad y auditorías independientes, depende de la voluntad y la capacidad de los legisladores y autoridades para equilibrar objetivos como la lucha contra el blanqueo de dinero, lo que podría limitar su efectividad.
Por el contrario, la programabilidad, al estar basada en código automatizado, ofrece una ventaja significativa: no se somete a reglamentos escritos tradicionales, sino que sus reglas se ejecutan de manera independiente de la intervención humana. Esta característica asegura una aplicación consistente y rápida de las medidas de protección de datos, adaptándose dinámicamente a las necesidades sin depender de la interpretación o la burocracia, lo que posicionaría a la programabilidad como una solución más robusta y confiable en este ámbito.
El BCE asegura que los datos financieros de los usuarios no podrían vincularse directamente a sus identidades en el Eurosistema (BCE más Bancos Centrales nacionales). Los datos que maneje la institución estarían “seudonimizados”, un término que implica que la información personal se oculta tras identificadores anónimos, dificultando rastrear al individuo detrás de cada transacción.
Los bancos u otros intermediarios, por su parte, solo accederían a la información mínima requerida por las leyes europeas, y cualquier uso comercial de esos datos necesitaría el consentimiento explícito del usuario.
Para reforzar esta confianza, el BCE promete someterse a auditorías de autoridades independientes de protección de datos, aunque no especifica quiénes serían ni cómo se implementaría este proceso.
Euro digital offline: un guiño al efectivo
Además de los pagos online, mediante wallets conectadas a internet, el BCE también contempla una versión offline del euro digital, pensada para replicar la privacidad y simplicidad del dinero en efectivo. En este escenario, los usuarios podrían transferir dinero directamente entre sí usando una aplicación en sus teléfonos.
Bastaría con “acercar los dispositivos para completar la transacción, sin intervención de bancos ni del Eurosistema en ese momento”. El proceso, según el BCE, comenzaría depositando euros digitales en un monedero digital desde una cuenta bancaria. Una vez cargados, los datos de pago quedarían confinados a los dispositivos involucrados.
Para hacerlo posible, el BCE está analizando el uso de “elementos seguros”, chips de hardware especializados en los móviles que permitirían estas transacciones sin conexión. Esta funcionalidad no solo busca privacidad, sino también accesibilidad en situaciones sin internet ya sea entre personas o en tiendas físicas.
Límites y estabilidad financiera
El euro digital será racionado en cuanto a las tenencias por individuo. El BCE planea establecer un tope a la cantidad que cada persona o empresa podría poseer en su wallet digital, una medida destinada a evitar que los depósitos bancarios se desplacen masivamente hacia esta nueva forma de dinero. Medios regionales indican que ese “límite” estaría en alrededor de los 3.000 euros.
Este límite, cuya “calibración” aún está por definirse, buscaría equilibrar la experiencia del usuario con la estabilidad del sistema financiero. Para pagos que excedan ese monto, los usuarios podrían vincular su monedero a una cuenta bancaria tradicional, lo que promovería la flexibilidad sin comprometer el rol de los bancos.
Dinero programable: la gran incertidumbre
El euro digital podría establecer pagos automáticos, “como el alquiler o la guardería”, conforme lo dispuesto por el BCE. Estos serán pagos condicionales, transacciones automáticas basadas en criterios predefinidos, y el BCE anticipa un informe con resultados para julio de 2025, lo que sugiere que este aspecto sigue en evaluación. No obstante, la institución enfatiza que no sería “dinero programable”.
Este concepto, que implica dinero digital restringido a usos o tiempos específicos (como un vale), estaría fuera de los planes, según el BCE. Así, aunque muchas personas y participantes del ecosistema de activos digitales dudan de este aspecto, el euro digital mantendría su libertad de uso sin condiciones ni restricciones, una promesa que busca diferenciarlo de experimentos más controlados.
El euro digital, tal como lo plantea el BCE, se perfila como una herramienta que combina la estabilidad del efectivo con la comodidad de lo digital. Sin embargo, su infraestructura aún indefinida y las recientes fallas en sistemas como Target 2 plantean interrogantes sobre su viabilidad.