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Hay países que podrían aliviar la carga tributaria de los españoles, como Andorra o Estonia.
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Las sanciones están presentes para quienes no declaren sus criptoactivos.
Los españoles deben declarar sus bitcoin (BTC) y criptomonedas ante Hacienda, un requisito ineludible que implica enfrentar varios impuestos y plazos estrictos. En ese país, la tributación de estos activos abarca el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), el Impuesto al Patrimonio y el Modelo 721. En general, una carga fiscal que puede complicar la vida de los usuarios y, cómo no, causar dolores de cabeza.
Según las leyes de ese país, los usuarios deben reportar sus ganancias y pérdidas en el IRPF, con tipos que van del 19% al 23% según el monto. También, deben declarar sus tenencias en el Impuesto al Patrimonio si superan ciertos umbrales. Además, el modelo 721 exige informar sobre activos en el extranjero que excedan los 50.000 euros.
Con todo esto, Hacienda refuerza su control con tecnología para rastrear transacciones en cadenas, y las multas por incumplimiento pueden superar los 5.000 euros, acompañadas de recargos.
Esta situación ha derivado en la conformación de estrategias legales para aliviar esta tributación. Ante la alta tributación, surgen estrategias legales y la opción de emigrar a Andorra, Portugal y Estonia.
Estrategias para aliviar la presión fiscal
El economista tributario José Antonio Bravo propone varias tácticas para reducir la carga fiscal sin tener que vender los criptoactivos. Una opción popular es solicitar préstamos usando bitcoin como garantía colateral.
“En vez de vender el activo, se aporta como garantía en la concesión de un préstamo, y no se produce un hecho imponible en tanto que esta garantía no se liquida”, explicó en una entrevista con CriptoNoticias. Esto permite acceder a liquidez manteniendo la inversión, comentó.
Otra alternativa son los intercambios peer-to-peer (P2P), que dificultan la vigilancia de Hacienda. Bravo sostiene que los datos de intercambio “no pueden ser rastreados por la Agencia Tributaria”. Aunque destaca que esto puede llevar al cierre de la cuenta por sospechas de blanqueo de capitales si se realizan operaciones por montos reiterativos por debajo de 1.000 euros, ya que, si se supera esa cantidad mensualmente, se levantan alertas por lavado de dinero.
Adquirir tarjetas regalo con bitcoin es otra vía práctica, dice Bravo, al recordar que hay proveedores especializados que facilitan este método. No obstante, el economista advierte que “no es recomendable utilizar con mucha frecuencia esta metodología, ya que puede ser sospechosa de actividades de blanqueo”.
Estas estrategias buscan optimizar la gestión fiscal dentro de la legalidad, aunque requieren moderación para evitar problemas con las autoridades.
La autocustodia como herramienta clave
La autocustodia sigue siendo un recurso valioso para los usuarios de criptomonedas. Bravo destaca que “puede ser un buen factor que otorgue soberanía y un cierto grado de inconfiscabilidad”, especialmente si se combina con compras P2P.
“Para una inconfiscabilidad total, es conveniente comprar bitcoin vía P2P y autocustodiar, y de esta forma obtendremos una soberanía completa”. Sin embargo, la trazabilidad derivada de procedimientos conoce-a-tu-cliente (KYC) en exchanges puede limitar este beneficio.
Para quienes planean convertir sus activos en dinero fíat a corto o mediano plazo, Bravo sugiere una combinación de compras en exchanges y autocustodia. “Será más sencillo convertir los activos en dinero fíat”, asegura, aunque esto implica mayor exposición a la supervisión de Hacienda.
Países que podrían aliviar la carga
Algunos españoles miran hacia el extranjero para reducir su presión tributaria. Andorra grava las ganancias de capital al 10%, un tipo más bajo que en España, pero Bravo señala inconvenientes. “Hay que tener en cuenta el alto precio del arrendamiento de inmuebles y las exigencias de los bancos andorranos a la hora de bancarizar los resultados, ya que exigen tener una trazabilidad muy buena”, dijo.
Portugal exime de tributación las ganancias mantenidas por más de un año, una ventaja para inversionistas a largo plazo, aunque el trading se grava a tipos altos. “Tributa como una actividad económica a tipos más altos que en España”, explicó Bravo, y una “exit tax” podría obligar a tributar ganancias latentes al salir del país, añadió.
Estonia, con un 20% sobre las ganancias, no ofrece un alivio significativo. “No creo que fuera un territorio donde fuese conveniente buscar refugio fiscal”, concluye el experto.
Para aquellas personas que se plantean un cambio de residencia fiscal, Bravo aconseja: “Estudiar a fondo la tributación del país para no encontrarnos sorpresas, a ser posible con un asesor fiscal especializado”.
El proceso para trasladarse fiscalmente de una forma efectiva, detalló, incluye pasar al menos 183 días en el destino, registrarse en el padrón municipal y el censo consular, y obtener un certificado de residencia fiscal, subraya. Esta planificación busca garantizar que Hacienda reconozca el cambio, y de esa manera, se eviten conflictos legales.
Riesgos y límites de las alternativas
Aunque es cierto que existen estrategias para aliviar la tributación de las criptomonedas en España, estas tienen límites. Los préstamos con garantía en bitcoin son efectivos solo si no se liquida el activo, mientras que los intercambios P2P y las tarjetas regalo pierden discreción con un uso intensivo. La autocustodia ofrece control, pero no siempre evade la trazabilidad. En cuanto a los países extranjeros, las ventajas fiscales vienen con costos de vida o requisitos bancarios que pueden no compensar.
Así, Hacienda, con su capacidad de rastreo en aumento, mantiene la presión sobre los usuarios, y las sanciones refuerzan la necesidad de cumplir o planificar con cuidado.
La tributación de criptomonedas en España combina múltiples impuestos con un calendario exigente. Los españoles exploran opciones dentro y fuera del país, desde tácticas financieras hasta la reubicación, pero el marco legal y las herramientas de Hacienda limitan el margen de maniobra. En efecto, todo apunta a optimizar la estrategia, pero sin cruzar la línea. Una tarea que requiere prudencia.