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Los bancos podrán bloquear operaciones sin el justificativo requerido.
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Se vigilará el retiro fraccionado de efectivo sin justificación clara.
Los ahorros de los españoles nunca han estado tan en peligro como ahora. Una crisis económica voraz, la llegada del euro digital —con su promesa de control y vigilancia— y una nueva medida de Hacienda amenazan su seguridad financiera. La Agencia Tributaria exige ahora preavisar para acceder a efectivo por un monto superior a los 3.000 euros, bajo pena de multas de hasta 150.000 euros. ¿Estamos ante la normalización de restricciones a la libertad financiera?
El Gobierno decidió implementar nuevas medidas antifraude que impactan directamente en la operativa bancaria de ciudadanos y empresas. Según informó Hacienda, su objetivo es intensificar la lucha contra el fraude fiscal, el blanqueo de capitales y la financiación del terrorismo, actividades donde el manejo de grandes sumas de efectivo sin control juega un papel crucial.
Como ya se mencionó antes en esta nota, la obligación de informar a la Agencia Tributaria se activa cuando la cantidad de efectivo a retirar iguala o supera los 3.000 euros. En estos casos, el aviso deberá realizarse con una antelación mínima de 24 horas antes de efectuar la operación. Para retiradas que superen los 100.000 euros, el plazo de preaviso se amplía a un mínimo de 72 horas.
La notificación debe incluir información detallada como el importe exacto, la finalidad de la retirada, la identidad completa del solicitante y, en caso de ser diferente, la del beneficiario final del dinero.
El incumplimiento de este requisito se considera una infracción grave. Las sanciones por no realizar el aviso previo oscilan entre el 1% y el 10% del importe retirado, estableciéndose un mínimo de 600 euros y un máximo de 150.000 euros, dependiendo de la gravedad de la infracción.
Retirar tu dinero puede ser una advertencia de operación sospechosa
Las entidades financieras también asumen un papel relevante en esta nueva normativa. Estarán obligadas a informar a Hacienda sobre operaciones sospechosas y podrán bloquear temporalmente las retiradas si detectan que no se ha cumplido con el requisito de notificación previa. Asimismo, deberán remitir información periódica a la Agencia Tributaria sobre los movimientos de efectivo que superen los umbrales establecidos.
Hacienda también advierte que se pondrá especial atención a operaciones repetitivas por importes inferiores al umbral de 3.000 euros, como podrían ser retiradas frecuentes de 800 o 900 euros, si estas levantan sospechas de intentar eludir la normativa y no están debidamente justificadas.
La Agencia Tributaria subraya que el efectivo sigue siendo uno de los principales medios para ocultar actividades ilícitas, por lo que considera indispensable aumentar el control sobre su circulación para garantizar la transparencia y la legalidad de las transacciones económicas.
Sin embargo, la idea de limitar el efectivo es algo que se maneja desde hace varios años en España, como lo informó CriptoNoticias en su momento.
Lo que los organismos no parecen considerar los beneficios que otorga el hecho de poder pagar en efectivo. Con este método, los españoles tienen en sus manos una fórmula irrastreable, fácil de llevar y útil para cuando falla la luz o los sistemas electrónicos. También, los habitantes cuentan con un recurso que han venido utilizando para comprar de manera anónima.
El control silencioso: ¿hacia un futuro de vigilancia estructural?
Además de control sobre el dinero en efectivo, los españoles y demás residentes de Europa deben prepararse para la llegada de las monedas digitales de bancos centrales (CBDC, por sus siglas en inglés) las cuales se presentan como una revolución financiera. Prometen eficiencia, inclusión y modernización, pero detrás de esta narrativa optimista se esconde un potencial inquietante.
Según el analista económico Marc Vidal, las CBDC no son solo una evolución tecnológica, sino una herramienta que podría transformar el dinero en un instrumento de control social, limitando la autonomía individual y reforzando sistemas de vigilancia estructural.
Como lo apunta Vidal, los bancos centrales, incluido el Banco Central Europeo (BCE), han insistido en que las CBDC, como el euro digital, no serán programables, es decir, no incluirán restricciones sobre cómo, dónde o cuándo gastar el dinero. Sin embargo, la evidencia práctica desmiente esta afirmación.
Lo demuestra el programa de billetera digital de Tailandia, lanzado en agosto de 2024, el cual es un caso paradigmático. Este programa, diseñado como un estímulo económico, distribuyó 10.000 bahts (unos 280 dólares) a 45 millones de ciudadanos, pero con condiciones que limitan la libertad económica.
En sí, es un caso que revela el potencial de control de las CBDC, ya que los fondos que distribuye caducan en seis meses, obligan al consumo inmediato, eliminando la posibilidad de ahorro. Además, el dinero solo puede gastarse en comercios locales dentro de un radio de 4 km desde la dirección registrada del usuario, restringiendo la movilidad económica y evocando el modelo de la «ciudad de los 15 minutos».
A esto se suman restricciones categóricas que prohíben compras en línea, como bebidas alcohólicas, tabaco, juegos de azar o pago de deudas, limitando el gasto a categorías definidas por el gobierno. La trazabilidad total, mediante autenticación con códigos QR o una cédula de 13 dígitos y la exclusividad de comercios registrados, asegura un monitoreo completo de cada transacción, consolidando un sistema que prioriza el control sobre la autonomía financiera.
Las CBDC, lejos de ser una mera innovación tecnológica, representan un punto de inflexión en la relación entre el Estado y los ciudadanos. Como advirtió John Stuart Mill en 1859, cualquier aumento en la capacidad de control del gobierno puede convertirse en una herramienta de opresión. La historia muestra que la libertad no se pierde de golpe, sino en pequeños pasos aceptados bajo promesas de comodidad o seguridad.
Significa que el euro digital, podría consolidar un sistema de vigilancia estructural donde cada transacción sea un dato más en el perfil de un ciudadano vigilado. Ante ese peligro, Marc Vidal dice que «es hora de despertar, cuestionar y resistir, asegurando que el dinero siga siendo un medio de libertad, no una herramienta de control».