En la mañana de este miércoles se celebró la sesión convocada por el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes estadounidense para examinar los mercados de criptomonedas y de las ICO y su estatus jurídico. En dicha sesión participaron cuatro voceros del ecosistema de los criptoactivos, quienes expusieron sus puntos de vista ante los miembros del congreso.
Asistieron Mike Lempres, consultor jurídico de Coinbase; Chris Brummer, profesor de Derecho de la Universidad de Georgetown; Robert Rosenblum, socio del bufete Wilson Sonsini Goodrich & Rosati; y Peter Van Valkenburgh, director de investigación de Coin Center, un ente sin fines de lucro enfocado en políticas públicas sobre criptomonedas y blockchain.
Mike Lempres comenzó por explicar que Coinbase -una casa de cambio con 20 millones de clientes, y que tiene la custodia de más de 20 millardos de dólares en monedas digitales- trabaja sólo con cuatro criptomonedas, cuando hay en el mercado más de 1.400 disponibles. Éstas son: Bitcoin, Ether, Litecoin y Bitcoin Cash. La razón para limitarse a esas cuatro, dijo Lempres, es porque tienen «claridad regulatoria». Es decir, estas cuatro son consideradas «monedas virtuales» por la SEC y la CFTC, acotó Lempres, y no como valores (securities).
A pesar de no trabajar con ICOs ni operar con tokens considerados como valores, Coinbase cree que éstos son «inevitables y llenos de un tremendo potencial», señala Lempres.
Ellos [los tokens] pueden proveer un método de formación de capital mucho más eficiente y efectivo. Pueden ayudar a que florezca la innovación, a lanzar nuevas compañías y a generar crecimiento en la economía de los EE.UU. Más aún, ellos pueden permitir una participación más amplia de inversionistas y organizaciones en los mercados de capital. Esto significa que pueden despertar la capacidad de los emprendedores, en cualquier parte de los EE.UU, para recaudar dinero en igualdad de condiciones con sus pares. Al mismo tiempo, es necesaria una regulación responsable para proteger a los inversionistas.
Mike Lempres
Consultor Jurídico y de Riesgo
Para impulsar las ICOs, asegura el consultor jurídico de Coinbase, los inversionistas deben saber que tienen la misma protección que cuando invierten en valores convencionales. Pero sostiene que es preocupante la incertidumbre acerca de la definición de valor y acerca del alcance del control regulatorio, lo que lleva a un «enfriamiento» del mercado. «Esto es malo para la tecnología porque ésta no se detiene, simplemente se irá al exterior y perderemos la oportunidad de cultivar sus beneficios aquí, en los EE.UU».
Para Robert Rosenblum, cuyo bufete ha representado emisores de ICOs y grandes inversionistas en éstas, es aún temprano para que el congreso y los organismos reguladores federales completen un esquema regulatorio sobre los criptoactivos. «Con pocas excepciones, los esfuerzos para desarrollar tokens y plataformas de tokens comenzaron hace menos de un año».
Por otra parte Rosenblum afirma que aún no existe un sentido claro de los tipos de usos que facilitará la tecnología blockchain, ni se tienen todos los parámetros a considerar en el desarrollo de una legislación pertinente y ajustada. Cita como ejemplo la posibilidad de combinar la inteligencia artificial con la significativa capacidad de blockchain para almacenar y obtener información, lo cual abre la posibilidad de nuevos avances científicos y de negocios basados en la predicción de atributos y conductas individuales o de grupo.
«Hay un riesgo significativo que aún el marco regulatorio mejor intencionado tenga consecuencias negativas no previstas», sentencia Rosenblum y pone como ejemplo la Bitlicense exigida por el estado de Nueva York. Esta fue concebida cuando el bitcoin era la única criptomoneda importante, dice el abogado, y en consecuencia el estatuto supone que todo criptoactivo es una moneda para adquirir productos y servicios. Como consecuencia, la licencia ha sido adquirida por muy pocas compañías, acota Rosenblum, y también ha llevado a muchas empresas a migrar o a establecerse en otros estados.
Un tópico común en las exposiciones de los invitados a esta sesión del congreso fue la necesidad de diferenciar entre los tokens asociados a las ICO y las criptomonedas más conocidas. Peter Van Valkenburgh propuso el criterio de la «escasez digital» como guía.
La escasez digital es la innovación fundamental del bitcoin, dice Van Valkenburgh, quien agrega que un token que es escaso y transferible de persona a persona puede ser considerado como dinero, así como ha ocurrido a lo largo de la historia con materiales como el oro o las conchas marinas. Hay otro tipo de tokens, o promesas de tokens futuros, sostiene, que son ofrecidos a inversionistas que representan los esfuerzos de un desarrollador y que pueden ser considerados rentables a futuro. «Desde el punto de vista regulatorio debe establecerse una distinción entre los dos tipos».
El presidente del comité de Servicios Financieros, representante Bill Huizenga, señaló que la sesión fue «más un hola que una despedida» y que espera que haya más reflexión y «una discusión continua» pues el congreso necesita asimilar todos los matices de las ICOs y de las criptomonedas en general.