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Una solicitud por 5.000 millones de dólares fue desestimada por el Fondo Monetario Internacional.
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El proyecto de criptomoneda del gobierno fue creado para "obtener nuevas formas de financiamiento".
Durante años los gobiernos socialistas de Venezuela han cuestionado abiertamente al Fondo Monetario Internacional (FMI). Nicolás Maduro ha catalogado al organismo como un «instrumento del demonio en el mundo» y el fallecido presidente Hugo Chávez dijo en el 2008 que «debería declararse su disolución».
Ahora el propio Maduro, en una sorpresiva solicitud y en medio de la crisis mundial por la pandemia del coronavirus COVID-19, tocó las puertas del FMI para obtener un financiamiento de 5.000 millones de dólares y utilizar los recursos para luchar contra la enfermedad. La solicitud fue desestimada alegando que no existe claridad sobre el reconocimiento de un gobierno oficial en Venezuela.
Más allá de las causas de su rechazo hay que recordar que, en diciembre del 2017, Maduro lanzó una pseudo criptomoneda nacional denominada Petro (PTR), que fue creada precisamente «para avanzar en materia de soberanía monetaria y para vencer el bloqueo financiero». En esa ocasión Maduro resaltó que con el Petro se avanzaría hacia «nuevas formas de financiamiento internacional para el desarrollo económico y social del país».
Más de dos años después de la creación del Petro, la supuesta criptomoneda ha dejado más dudas que certezas, con una economía sumergida en recesión desde el 2014, con hiperinflación y sin una utilidad clara dentro del país y mucho menos para conseguir financiamiento externo. La solicitud de financiamiento ante el FMI evidencia que las pocas opciones que aún tiene el país para obtener préstamos se cierran y que el Petro no ha servido para su propósito inicial.
Aunque el gobierno sigue impulsado su uso interno, lo cierto es que está en deuda con la masificación prometida en 2017 y sin generar confianza a escala internacional, mucho menos luego de las sanciones impuestas por el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Es verdad que Venezuela ha intentado promover su uso para el comercio internacional, pero no ha tenido éxito.
El resto de los países o no confía en ella o evitan su uso ante la amenaza latente de ser sancionados por el gobierno norteamericano. Un ejemplo fue el caso de la India, uno de los aliados políticos de Venezuela que rechazó en 2018 adquirir petróleo venezolano con descuento si pagaba con petros.
La desconfianza interna sobre el Petro es tal que su cotización en el mercado secundario y en las casas de cambio de criptomonedas venezolanas, lo están comercializando con un 50% por debajo de su valor establecido, que en principio fue de 60 dólares, según su libro blanco.
«Desarrollo social»
Si en la arena económica el Petro no ha funcionado como se promocionó, para el «desarrollo social» la deuda es aún mayor. En el área de la salud, por analizar solo un aspecto, se han efectuado anuncios para dinamizar el uso del petro, pero no hay avances tangibles que indiquen que se va para un verdadero desarrollo social.
Hace ocho días Maduro anunció que a los médicos del país se les otorgaría un bono de 1 PTR por celebrar su día. Es decir, se está usando una supuesta herramienta tecnológica para ofrecer subsidios o ayudas económicas, no para financiar e innovar en el campo de las ciencias médicas o para hallar la cura a enfermedades, algo que pueda indicar realmente que se va hacia un desarrollo social, al menos en el aspecto de la salud.
En enero de este año Maduro también dio a conocer que se establecería un plan de financiamiento con el Petro para «garantizar el acceso a los medicamentos», un derecho humano que deben garantizar los estados nacionales. La estrategia era hacer más expedita la distribución de fármacos sin intermediarios y que se fortaleciera la expansión del Petro. Sin embargo, diversas ONG han denunciado que la escasez de medicinas en los centros sanitarios del país ronda en promedio el 50%.
Ahora en medio de una crisis global por pandemia, Maduro buscó ayuda ante el FMI para contrarrestar el posible impacto del COVID-19, que ya acumula 36 casos en el país.
El problema no es que se solicite ayuda como tal, ya que siempre es necesaria en cualquier país ante un escenario como este, el problema es la narrativa del gobierno que, aguas adentro, busca forzar a la población a usar una supuesta criptomoneda, desplazando el uso del bolívar como moneda nacional, pero aguas afuera intenta financiarse con dólares, la moneda nacional de su principal adversario político, los Estados Unidos.
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