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El deterioro de la vida en el estado Zulia se asemeja al de una nación en guerra.
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Bitcoin me ha servido para contrarrestar los efectos de la hiperinflación.
Cada día es diferente para quienes vivimos en el estado Zulia, al occidente de Venezuela. Su capital, Maracaibo, y la subregión Costa Oriental del Lago, son las más golpeadas por la crisis económica, política y social que enfrenta el país. Aunque oficialmente la nación no está en guerra, es como si lo estuviera.
Cortes diarios de electricidad de 12 horas, interminables filas de vehículos en las gasolineras para surtir combustible, nula distribución de gas doméstico, escasez de medicinas, alimentos, dinero en efectivo y un deficiente servicio de transporte público, dibujan un escenario en donde el caos es el protagonista.
Aunque el panorama es desolador, el haber conocido a bitcoin años atrás me ha permitido sortear algunas dificultades. La más importante es el resguardo financiero ante la voraz hiperinflación. El bolívar, la moneda de mi país, es débil, y todos los días pierde valor ante otras monedas nacionales y, por supuesto, frente a bitcoin.
Cada día se necesitan más bolívares para comprar cualquier artículo o pagar por un servicio en el hogar. Esto se evidencia aún más, por ejemplo, cuando se trata de reparaciones de vehículos o servicios de salud.
Un cambio de aceite y filtro para el motor de un automóvil puede costar un lunes 300.000 bolívares (23,42 dólares según tasa del BCV), pero la siguiente semana, el mismo servicio, cuesta 600.000 bolívares. Incluso, los incrementos también se evidencian en dólares. Lo que un día cuesta USD 5,24 horas después ya se exhibe a USD 8 o USD 10.
Para darle alcance a estas bruscas subidas, bitcoin ha sido de vital ayuda. Para convertir los BTC a bolívares en Venezuela (o dólares a una cuenta bancaria internacional) una operación en la plataforma LocalBitcoins, por ejemplo, puede ser suficiente para contar con los fondos. De hecho, en este mercado, el país usualmente se ubica en los primeros lugares de intercambio de bitcoins, lo que habla de la alta demanda que existe en el país por criptomonedas.
Pagos en bolívares, dólar y criptos
Los pagos o transacciones en Venezuela se realizan, en su mayoría, en bolívares. Sin embargo, el dólar de los Estados Unidos continúa ganando terreno en los comercios formales e informales, al igual que el peso colombiano, especialmente en los estados fronterizos como el Zulia.
En este último se presenta una curiosa situación con ciertos establecimientos comerciales. Los dueños de los locales no aceptan como pago billetes de dólar de baja denominación. Es decir, los de USD 1, 5 y 10 son rechazados. Solo aceptan los de USD 20 o más, si están en excelente estado, sin manchas ni “arrugados”, algo insólito.
En el Zulia hay lugares que aceptan criptomonedas como forma de pago, una tendencia que crece, aunque no al ritmo deseado debido a múltiples factores: lenta velocidad de Internet, vulnerable infraestructura de telecomunicaciones, desconocimiento y desconfianza.
Hay zonas en las que las conexiones de los puntos de venta de los comercios son tan deficientes que es común ver a los empleados con el punto de venta en mano, procesar los pagos fuera de los locales, en plena avenida o hasta en los techos en procura de hallar señal para el equipo inalámbrico.
En la región también existen otros negocios como las compañías de envíos “puerta a puerta” que ya aceptan pagos a través de Uphold en dólares, un paso más cerca para una potencial aceptación, en el futuro, de bitcoins, ethers, litecoins o Dash.
Para muchos usuarios, como en mi caso, el uso de bitcoin ha sido el puente para comprar en Amazon o eBay. Plataformas como Bitrefill sirven para adquirir tarjetas de regalo con bitcoin y recargar fondos. El servicio de Purse también es usado para adquirir artículos en Amazon usando criptomonedas.
Aunque pueda sonar paradójico, para mí es más fácil usar bitcoin para comprar un producto electrónico que está a miles de kilómetros de distancia, que movilizarme en precarias condiciones y ubicarlo en las golpeadas tiendas del Zulia.
Para ilustrarlo mejor: es más fácil, rápido y práctico adquirir criptomonedas que la propia moneda de mi país. Conseguir bolívares en efectivo es tener que ir a un banco, preguntar si hay billetes para realizar un retiro y, en caso positivo, hacer una fila de usuarios que puede ser de hasta 100 personas o más.
Lo peor es que los bancos no permiten que uno retire de su cuenta el dinero que uno quiera, sino lo que ellos dictaminen. Hay bancos que solo entregan 6.000 bolívares (0,48 centavos de dólar) por día, si es que hay disponibilidad. Si uno tiene 300.000 bolívares disponibles en la cuenta, el usuario tendría que trasladarse 50 días hábiles bancarios a retirar el total de sus fondos.
Eso solo si el vehículo para la movilización tiene gasolina, o si la persona cuenta con efectivo para pagar el escaso transporte público, que la agencia bancaria tenga energía eléctrica, conectividad para transmitir las operaciones y que el usuario esté dispuesto a perder 2 o 3 horas diarias para realizar esta diligencia.
La titánica tarea de obtener bolívares en efectivo no se traduce en que hallar dólares sea fácil. Al contrario, es más difícil aún. Los “billetes verdes” no se comercializan en un mercado abierto y transparente, sino que es probable que se adquieran a través de un amigo o familiar que los esté vendiendo en pequeñas cantidades.
Mientras esto ocurre, hay millones de venezolanos que, por distintas razones, permanecemos aquí. Un porcentaje no determinado de nosotros ve en las criptomonedas un proyecto, una filosofía, una reconfiguración del poder sobre cómo manejar el dinero y, obviamente, una herramienta para sortear las rudas condiciones en las que está el país. Eso sí, un día a la vez.
Descargo de responsabilidad: los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias.