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Algunos líderes reconocen el potencial de la adopción de bitcoin para cambiar el panorama económico.
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Desde ciudadelas como Bitcoin Beach, se incuban herramientas y servicios para el bien social.
Hasta hace poco, El Salvador era conocido por su alta tasa de criminalidad, en medio de la cual la extorsión en las calles era una actividad económica común porque las pandillas o Maras Salvatruchas lo controlaban todo, aterrorizando a la población.
Sin embargo, el panorama ha dado un giro en los últimos años, ya que el país que llegó a registrar la tasa de homicidios más alta del mundo ahora resalta como el segundo de América y primero de Latinoamérica con la tasa más baja de violencia.
En la actualidad, la mayoría de los salvadoreños asegura vivir con mayor tranquilidad, sin sufrir extorsiones y otras ramificaciones de la violencia en las calles. Ahora pueden circular por zonas que antes estaban tomadas por las maras o pandillas que aterrorizaron al país durante décadas.
La principal clave detrás de la transformación que se ha venido dando en El Salvador es la, exitosa y a la vez polémica “guerra contra las pandillas”. Se debe a que la principal acción en el marco de esta estrategia fue el régimen de excepción iniciado en el país en marzo de 2022.
Este estado de excepción suspendió garantías constitucionales y multiplicó las denuncias por detenciones arbitrarias realizadas sin orden judicial, supuestos malos tratos en las cárceles y muertes bajo custodia del Estado. Pero, principalmente dejó, hasta la fecha, más de 75.000 detenidos por presuntos vínculos con pandillas.
Lo que ha venido sucediendo es un proceso de transformación integral que involucra aspectos sociales, culturales, psicológicos y económicos, donde bitcoin desempeña un rol importante, dado a que es un agente de cambio social.
De alguna manera Bitcoin representa luz en el oscuro mundo de la extorsión, ese crimen que se esparcía por las calles de El Salvador y que, como un virus, contaminaba la economía, generando un clima de inseguridad y desconfianza para los ciudadanos y los inversionistas.
La extorsión, un bloqueo al crecimiento económico
En el pasado reciente, bandas criminales y pandillas ejercían control sobre ciertas áreas, obligando a los negocios y ciudadanos a pagar «protección» para evitar represalias y daños a sus propiedades. Esta práctica generaba temor y limitaba el desarrollo económico del país.
Una de las principales razones de la ausencia de un crecimiento económico significativo, es la actividad criminal que se apoya en la extorsión relacionada con las pandillas.
Un estudio realizado en el año 2016 estimó que, en El Salvador, los ingresos de la extorsión ascendieron a más de USD 4.000 millones al año, lo que en ese momento representó aproximadamente el 16% del PIB. Las cifras se mantuvieron por ese orden en los años siguientes, tendiendo a complicar el panorama económico.
En definitiva, el costo económico de la violencia ha significado en El Salvador un enorme drenaje de recursos estatales, que de otro modo pudo fortalecer políticas de desarrollo y protección social o acudir a otros sectores productivos.
Sin embargo, la violencia tiene un costo más elevado que el vinculado a la economía. Esto se debe a que la inseguridad ciudadana tiene un impacto negativo en la salud humana, ya que limita las opciones y oportunidades de las personas y el fortalecimiento de sus capacidades.
Es por ello que el enfoque de desarrollo humano promovido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) se basa en la firme convicción de que la verdadera riqueza de las naciones es su gente. y la gente no puede ejercer sus derechos y libertades o desarrollar plenamente sus capacidades, y mucho menos contribuir al bienestar de sus familias, comunidades e instituciones si viven en una atmósfera de inseguridad.
Aun así, El Salvador soportó el creciente flagelo de la extorsión durante varios años. Y, como en el caso de sus países vecinos, los sectores económicos más afectados ha sido el de las microempresas.
Según un estudio elaborado en 2013 por el Consejo Nacional de la Pequeña Empresa de El Salvador, Unión MIPYMES y la Sociedad de Comerciantes e Industriales Salvadoreños, 70% de las micro y pequeñas empresas fueron objeto de extorsión, y el 65% de ellas no presentaron denuncia por temor a represalias.
Fue así, pese a que los comerciantes afectados por la extorsión tuvieron que pagar honorarios de hasta 3.000 dólares por persona.
Según los datos recabados a nivel nacional, las empresas incluso llegaron a incorporar los pagos de extorsión en su contabilidad formal. Era una señal de lo mucho que la extorsión se había entramado en la economía salvadoreña.
La influencia positiva de Bitcoin en El Salvador
“En El Salvador era más fácil convertirse en criminal que estudiar o trabajar honradamente”, aseguró Juan Carlos Reyes en conversación con CriptoNoticias.
“Durante muchos años la economía salvadoreña se vio afectada por el impacto directo que recibió de la extorsión, el crimen y la violencia en términos generales, pero también es cierto que en los últimos años esta economía está recibiendo una influencia positiva de la adopción de bitcoin”, agregó el presidente de la Comisión Nacional de Activos Digitales.
Desde su punto de vista Bitcoin está dejando una huella imborrable porque es parte del giro de 360 grados que está dando El Salvador, demostrando que su presidente Nayib Bukele tuvo una visión amplia que ahora resuena en todo el mundo.
Stacy Herbert, la bitcoiner estadounidense residenciada en El Salvador, señala que “lo que está pasando es el cambio de marca país más grande de la historia. Y está sucediendo con bitcoin que fue lo que ayudó a que el presidente Bukele le revelara al mundo que un país pequeño como El Salvador, con un gran problema de seguridad, tenía el potencial de transformar su realidad”.
Agrega que en El Salvador se está produciendo una especie de Renacimiento, que involucra aspectos culturales, psicológicos y económicos. En sí, lo ve como un “renacer de valores”, dejando atrás tiempos oscuros.
Y ese renacer es verdaderamente palpable en las ciudadelas de bitcoin, de las que ya en El Salvador hay tres (Bitcoin Beach, La Pirraya y Bitcoin Berlín). Ellas se están fortaleciendo con el nuevo ciudadano salvadoreño, ese que cree en el potencial de su país, que se siente empoderado con bitcoin y que participa en el desarrollo de una nueva visión de El Salvador.
Atrás ha quedado la extorsión y el crimen organizado que fue una parte intrínseca de la vida económica de muchos. Pero más importante aún es el hecho que ya las pandillas no surgen como organizaciones criminales que captan a los jóvenes como nuevos miembros para expandirse.
Por el contrario, ahora hay un país cuya gente irradia optimismo y que mira hacia su futuro con alegría y ambición.
Es un país en el que el joven que cultiva plantas ornamentales y acepta pagos en bitcoin es visto como un héroe. Él se contagia de la alegría de la comunidad que contribuye con el fortalecimiento económico de la nación.
Muchos creen ahora que es más valioso quedarse en un país desarrollado, teniendo a bitcoin como herramienta para un cambio social progresivo, que emigrar en busca de nuevas oportunidades económicas o sobrevivir extorsionando a otros como parte de un virus que se mostraba incurable.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.