Si realizáramos una encuesta sobre si es legítimo afirmar que Satoshi Nakamoto es el padre del bitcoin, es muy probable que se inicie una polémica, y no sólo por el misterio que rodea al autor del acta de nacimiento de la criptomoneda pionera, el famoso y mil veces citado Libro Blanco del Bitcoin. Aún entre los que están de acuerdo con esa afirmación, surgirían algunas aclaratorias, llamados de pie de página o hasta desacuerdos sobre si la palabra ‘bitcoin’ se escribe con minúscula o si debe ir con mayúscula.
Lo que nadie ha puesto en duda es el salto cualitativo que representa el libro blanco de Bitcoin, las ideas que introduce y la forma como integra esos conceptos que, si bien ya habían sido establecidos por otros pioneros en el campo de la criptografía -abuelos o tíos abuelos del bitcoin- marcan un hito que revolucionaría no sólo las finanzas, sino que también impondría una visión descentralizada del mundo, utopía todavía por alcanzar.
Pero volviendo al tema de la paternidad, no hace falta entrar en las profundidades criptográficas del libro blanco si queremos acercarnos a Nakamoto. En sus correo electrónicos, «donde todo comenzó», hay mucho material para diversos tipos de análisis, técnicos, semánticos y hasta filosóficos.
Eso sí, el controvertido padre de bitcoin no dejó hebras sueltas desde el punto de vista formal, en su libro blanco, aunque sí pudiéramos reprocharle que destacó sólo a uno de sus hijos: el ‘efectivo electrónico’. Puede parecer para un observador poco atento, el foco único y central del libro blanco, pero no es así.
En su primer correo, Nakamoto, haciendo gala de gran modestia, dice -lo traducimos de manera flexible-: «He estado trabajando en un sistema de efectivo electrónico que funciona completamente en una red de pares, y que no requiere la intervención de un tercero de confianza»
Esa presentación en sociedad de bitcoin, hermosa en su brevedad, coloca a la descentralización en primer plano, pero además perfila a la hermana gemela de la criptomoneda, revolucionaria como su hermano, que es como las Tres Divinas Personas en sus tres facetas: Moneda, Red y Software.
Cierto, no la nombra pero la perfila, la describe en precisas ilustraciones, su presencia flota en todo el documento primigenio. La palabra «cadena» aparece 26 veces en el libro blanco, y Nakamoto alude a los «bloques» 56 veces, pero su otra hija, inseparable del bitcoin, la blockchain, no aparece nombrada con un nombre propio. Posteriormente los medios encontrarían la manera de crear un neologismo a partir de las palabras bloque (block) y cadena (chain).
Esa omisión no afecta en nada el legado de Nakamoto y de todos modos, quedaba otro hito pendiente que reivindicaría al feliz padre: la creación del bloque génesis del Bitcoin, dos meses y ocho días después, lo cual concretó y materializó -sí, en forma digital- al bitcoin y a la blockchain.
¡Feliz día del Padre, Satoshi!