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Hay cierta genética que todavía insiste en estar presente.
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A veces se trata de un asunto más bien de disco duro desactualizado.
Como hoy es 8 de marzo y el ritual dice que se celebra a las mujeres, me doy el tiempo de sentarme y escribir sobre el tema y como siempre se estila en un artículo de opinión, desde mi sesgo de experiencia.
Ya se sabe que el ámbito de la tecnología y en particular de las criptos y sus redes, es como en todas las tareas humanas de la esfera pública, un territorio donde predomina la testosterona. Ya se hicieron los estudios de rigor, ya nos estamos haciendo las preguntas sobre el porqué, ya hay personas que probablemente respondieron a ellas profusamente, aplicando el modelo por defecto, es decir, las desiguales oportunidades para las mujeres.
Diría que en parte comparto y en parte difiero de las interpretaciones clásicas para el caso. Siendo mujer, con un área de formación humanista, solo me bastó un computador, una conexión a internet y empezar a leer. No vi trabas expresas o carteles que dijeran que la entrada a las mujeres está prohibida en este mundo, ni que tenía que entrar con el rostro cubierto con un velo o evitar la mirada directa a los ojos de los machos para no pervertirlos. En general, he tratado con hombres que me han recibido con amabilidad y me han hablado como a sus pares.
Sin embargo podría decir que desde la vereda de usuaria, he tenido algunas experiencias del llamado “mansplaining”, que consiste en que un hombre asume que el género femenino por defecto, está siempre necesitado de explicaciones, puesto que en temas tradicionalmente masculinos, una mujer vendría siendo algo así como una avecilla frágil y desorientada. Por ejemplo, en grupos de Telegram de criptomonedas o proyectos vinculados, algunos me escribían mensaje privados para darme consejos de seguridad sin que hubiera mediado una solicitud. O me respondían con contenidos ultra básicos cuando estaba preguntando por cosas un poquito más avanzadas, dado que llevaba un buen rato explorando las plantaciones del bosque blockchain.
El asunto me irritaba bastante, sin embargo, creo que terminé por entender que cierto ADN ancestral todavía pulula en la sangre de algunos hombres, que les dice que son responsables de transmitir los saberes a las mujeres. Quizás también una metáfora de quien, entrenado para salir de caza y por tanto, conocedor del mundo que hay allá afuera, siente que debe informarnos -y cuidarnos- a quienes únicamente accedemos a las íntimas actividades del hogar, donde solo se alcanza a ver el jardín. Si es que hay un jardín.
Diría entonces que se trata de un asunto más bien de disco duro desactualizado. Dado que las mujeres hace rato que ya salimos a cazar y no solo -si es que- a casarnos.
Otra cosa que me remitió a ese mismo ADN masculino es el sentido de la competencia y por tanto de darse a la tarea de medir -entre otras cosas- la inteligencia. Es algo que observé en varios grupos de criptos y también de trading. Pobre del que hacía una pregunta muy básica, porque le llovía una avalancha de respuestas donde el adjetivo “estúpido” era el más inocente. Y debo decir, que cuando alguien se daba el tiempo de explicar y responder en detalle a la pregunta formulada, casi siempre se trataba de una mujer. Eso es otra cosa que creo que también espanta a las congéneres. ¿Puedo entrar a este mundo y preguntar o decir que no entiendo, sin que me lluevan los mismos epítetos que entre hombres suelen lanzarse sin mucho rollo?
Entonces, si bien he oído a mujeres decir que no les agrada demasiado la ocurrencia, por ejemplo, de hacer actividades especiales para las féminas, a veces siento que tan mala idea no es. Porque si bien la evolución de los memes culturales (en el sentido del biólogo evolutivo Richard Dawkins) ha llevado a mujeres y a hombres a ocupar espacios que antes no les pertenecían (porque también hay hombres interesados en ocupar espacios en el hogar, sin que los echen a patadas o les digan injustamente que son inútiles en el cuidado de los hij@s), hay cierta información genética que todavía porfía su presencia.
Creo que inevitablemente, muchas mujeres salen arrancando (vi a varias entrar y salir de grupos en menos de 3 segundos) cuando cierto ADN masculino insiste en la vieja escuela. Que en un punto, todavía hay una zona donde algunos hombres miran con desconfianza las incursiones demasiado insistentes a sus territorios, de las amazonas modernas.
O sea que sí, la cifra de mujeres en tecnología, en matemáticas, en ciencias, etc., no es todavía la que debiera. Sin embargo, las puertas estás abiertas para quien quiera comenzar. Y aunque haya que sortear algunas de esas barreras que el ADN sigue porfiando, es una camino que vale por mucho la pena andar. Además, nadie dijo que los paradigmas -incluidos los de género- se pueden romper de un día para otro. Pero un computador, una conexión a internet y ganas de aprender, puede ser uno de los primeros pasos.
Imagen destacada por rawpixel / unplash.com
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