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Desarrolladores de Bitcoin han admitido tener miedo a represalias.
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Ethereum ha puesto especial acento en el desarrollo de herramientas de privacidad.
Bitcoin y cripto son realmente dos industrias distintas. Esto me quedó muy claro en Trustless by Design, evento organizado por Trezor para lanzar su última hardware wallet. En el evento, una frontera de conocimiento separaba a los bitcoiners de los cryptobros; casi parecía que hablábamos idiomas distintos.
Mayoritariamente asisto a evento Bitcoin-only porque es con la misión de Bitcoin de separar el dinero del Estado con la que me identifico, y tras diez años en este espacio he visto tantas modas surgir y desaparecer entre las altcoins que siento que pierdo al invertir tiempo en algo que potencialmente será efímero.
Por eso el evento de Trezor, que reunió a representantes de ambas industrias, me generó tal contraste.
Conversando con los más enfocados en altcoins, les contaba cosas que están ocurriendo o que han ocurrido en Bitcoin, asumiendo de antemano que sabían de lo que hablaba, y reconocían no estar enterados; incluso alguien me dijo que sabía menos de Bitcoin de lo que le gustaba admitir. Lo mismo sucedía en sentido contrario, y yo mostraba mi ignorancia sobre cripto.
Más allá de lo pasajeras que han sido ciertas modas en cripto, en el caso de proyectos que se han mantenido más en el tiempo, como Ethereum, su foco en DeFi me parece que lo ha hecho caer en una réplica automatizada del sistema fíat. Sí, que sean redes abiertas y que democraticen el acceso a herramientas financieras antes cerradas y exclusivistas puede ser valioso, pero comparado con el impacto de separar el dinero del Estado me parece más un cambio más de forma que de fondo.
Pero hay algo que me está llamando bastante la atención últimamente desde el punto de vista ético que está contrastando en cripto con lo que veo que está ocurriendo en Bitcoin.
En varias de mis columnas pasadas, he abordado el miedo que existe entre la comunidad de desarrolladores de Bitcoin por implementar herramientas de privacidad, sobre todo a nivel de wallets, después del caso de Samourai Wallet.
Nada reprochable; nadie quiere que el Estado lo secuestre en una prisión. Hasta el CEO de Trezor fue esquivo cuando le pregunté al respecto. A nivel de protocolo, la propuesta de privacidad más sonada últimamente ha sido Silent Payments, que si bien mejora la reutilización de direcciones, aporta poco a ofuscar la trazabilidad de las transacciones.
Sí, por diseño, Satoshi eligió el camino de la transparencia por encima del de la privacidad, pero también remarcó la importancia de desvincular identidades físicas respecto a las llaves públicas. Con todo, hoy solo 2,6% de los exchanges de Bitcoin son sin KYC, lo que quiere decir que la mayoría de las personas vinculan su identidad con sus monedas.
Parece que, con la corporativización de Bitcoin, los ideales cypherpunk se están volviendo cada vez más una cosa de nicho.
Recuerdo una nota de Leopoldo Bebchuk sobre los bitcoiners tibios de la adopción institucional en la que se afirma que desde Strategy no quieren promover la narrativa de Bitcoin como dinero porque no quieren ser considerados radicales. Probablemente estén empujando para que suceda lo mismo desde la perspectiva de la privacidad.
¿Cómo Ethereum defiende la privacidad?
Por el contrario, este año se ha visto un gran impulso a favor de la privacidad en Ethereum. Quizás este sea el beneficio de tener una entidad centralizadora del liderazgo, como la Ethereum Foundation, que facilita que a cada rato se hagan cambios a través de bifurcaciones.
Normalmente veo esto como un aspecto negativo de la red de Vitalik Buterin y celebro la esencia acéfala de Bitcoin. Y si bien sigo creyendo que es mejor así, hay que reconocer que este liderazgo muestra mayor voluntad de solucionar el problema de la privacidad que los desarrolladores de Bitcoin.
Desde abril, Buterin ha estado proponiendo y promoviendo mejoras a la privacidad, con la Fundación Ethereum proponiendo una hoja de ruta para implementar estas actualizaciones, y grupos de trabajo para asumir las responsabilidades.
Justamente en la DevConnect de este año, la privacidad fue uno de los temas más discutidos, con Buterin presentando Kohaku, una wallet con privacidad integrada que, contradictoriamente, cumple con requerimientos regulatorios.
Como admití al principio, ignoro mucho de lo que son las entrañas técnicas de lo que se desarrolla en cripto, y eso incluye a Ethereum. Y mi intención con este texto no es profundizar en ello sino destacar que, a nivel simbólico y de discurso, es significativa la relevancia que se le ha dado a la privacidad en el desarrollo futuro de Ethereum. Esto a pesar de que el caso de Tornado Cash lleva desde 2022 en curso, que uno de sus desarrolladores fue condenado a cinco años de prisión, y que el otro fue también parcialmente condenado.
Aunque se levantaron las sanciones contra el protocolo, ambos desarrolladores todavía se encuentran apelando a sus sentencias. Pero esto no ha detenido que en Ethereum se dé este impulso por pelear de vuelta y defender la privacidad, en vez de bajar la cabeza y aceptar la coacción del Estado.
Más allá de si las herramientas de privacidad promovidas por Ethereum son útiles o no, considero que es un llamado de atención para que, quienes nos mantenemos con la mirada exclusivamente puesta en Bitcoin, nos quitemos por un momento las gríngolas y nos demos cuenta de que la batalla por la privacidad en las criptomonedas aún no está perdida, que entre más personas la defendamos, más oportunidades tenemos de ganar. Como suele decirse, la privacidad ama la compañía.
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