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¿De dónde salieron las monedas que se encuentran en tu bolsillo?
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La cadena de bloques puede ser consultada por cualquier persona, en cualquier momento.
Te presento a Marcos. Alguien que, quizás como tú en este momento, querido lector, es un novato en el tema de las criptomonedas y desea conocer más acerca de ellas. Lamentablemente, Marcos ha leído en las noticias que las criptomonedas como bitcoin “son malas” puesto que están ligadas al terrorismo y a las actividades ilegales en internet gracias a su anonimato. Arrojemos luz sobre este tema para que Marcos pueda comprender que bitcoin no es anónimo, mientras que el efectivo fiduciario o papel moneda sí lo es.
Marcos ya ha aprendido que bitcoin (la criptomoneda madre) es una moneda digital divisible y escalable. Un sistema de pago persona a persona (P2P) descentralizado, que funciona sin intermediarios, aceptado en múltiples comercios y servicios del mundo físico o de la Internet. Bitcoin sirve también como respaldo de valor e inversión, gracias a las fluctuaciones en su precio o volatilidad. Además, está respaldado en la cadena de bloques, un libro contable público que registra las transacciones y que impide que ninguna moneda sea falsificada o que se gaste más de una vez, a diferencia del efectivo.
La estructura de Bitcoin permite que no sea necesario revelar nuestros datos de identidad a la hora de usarlo, como sería necesario, por ejemplo, al llevar una cuenta bancaria o usar una tarjeta de débito o crédito: el sistema financiero tradicional exige que brindemos nuestro nombre y apellido, domicilio fiscal, historial crediticio, etc. Con bitcoin, en cambio, con solo brindar una serie de caracteres alfanuméricos, nuestro emisor tiene la información necesaria para enviar un pago. Fácil.
Pero, si utilizamos bitcoin a la ligera, podemos quedar expuestos ante cualquiera que desee rastrear nuestros movimientos. Esto se debe a que, contrario a lo que los medios desinformados quisieron mostrarle a Marcos, bitcoin es privado, pero no es anónimo, a diferencia del efectivo.
Todas las transacciones de bitcoin son públicas. Cada transacción queda registrada para siempre en la cadena de bloques (que puede ser consultada por cualquiera mediante un explorador de bloques), y no puede ser modificada de ningún modo. Entonces, tenemos determinada cantidad enviada por alguien a otro lugar. Si ese alguien no ha vinculado su identidad a la cuenta, no hay manera de saber quién está involucrado. Allí radica la privacidad de bitcoin.
No obstante, si el usuario utilizó el servicio de una casa de cambio centralizada, por ejemplo, ya su cuenta se encuentra ligada a un nombre y apellido, puesto que la seguridad de estos sitios depende de ello. Así, quien lo desee puede rastrear todas sus transacciones. Se dice que la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos se ha dado a la tarea de identificar a los usuarios de bitcoin, de hecho.
Sucede lo mismo con tu cuenta bancaria: existe un respaldo de todas las transacciones que has realizado con tu cuenta. No obstante, no sucede lo mismo con la moneda fiduciaria en efectivo. Marcos examina los centavos que obtuvo como cambio al subir al transporte público: no hay ninguna forma de saber quién las utilizó antes.
Marcos recuerda aquellas películas donde aparecen los imitadores de Bonnie y Clyde robando los bancos, pero llevándose un fiasco al encontrarse con billetes marcados. Lamentablemente, no todo el efectivo viene con un paquete de tinta explosiva. Así, nadie tiene manera de saber de dónde Marcos obtuvo los USD 2.000 que guarda bajo el colchón, y él puede decidir si alguien sabrá en qué los utilizará o no.
Para los delincuentes, entonces, el dinero en efectivo resulta mucho más fácil de utilizar que bitcoin, pues puede dársele un uso anónimo, que no es posible en el caso de criptomoneda.
De hecho, cada usuario de bitcoin no solo obtiene la moneda, también hereda su historia: de esta manera, queda vinculado a todos los sitios por donde ha pasado este bitcoin. Así, a los bitcoins usados, por ejemplo, en Silk Road, el extinto mercado de la Dark Net donde se utilizaba la criptomoneda, todavía puede darse seguimiento hoy en día. Esto permitió más adelante identificar a sus usuarios, gracias al registro público de las transacciones. Sin duda un arma de doble filo que implica la transparencia de bitcoin, pero que provoca que, en última instancia, bitcoin sea una de las criptomonedas menos aptas para ser usadas en actividades delictivas.
El efectivo fiduciario, en cambio, pudo haber sido utilizado para comprar un cargamento de drogas, terminar en las manos de la anciana que vendió verduras a Marcos, y quien comprará algunas flores para adornar la mesa en la cena.
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