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Los últimos acontecimientos políticos en el mundo parecieran estar socavando fuertemente la credibilidad de la democracia y el ejercicio del poder en el mundo. La generación millenial enfrenta hoy grandes dudas sobre una forma político-económica que las generaciones anteriores vieron establecer en la mayoría de los países del mundo: la democracia liberal.
Hoy las estructuras de poder tienen todavía algunos reflejos del pasado, del feudalismo y del imperialismo, sin contar que la esclavitud sigue vigente y en su mayor parte oculta bajo la figura del sueldo mínimo. El atenuante es tener a nuestro favor la mayor cantidad de conocimiento e información disponible como nunca antes.
Aún guardamos la esperanza de poder identificar qué anda mal, sin que el ruido mediático nos ensordezca. Se avecinan importantes cambios y los síntomas del desgaste del poder se están manifestando. Estamos a las puertas de la siguiente gran revolución tecnológica e industrial, lo que sin duda nos lleva a replantear valores aunque sea alarmantemente peligroso prescindir de ellos.
En 1979 el lanzamiento del libro La Tercera Ola convirtió a Alvin Toffler en un autor de referencia obligada en temas sociológicos y sobre el futuro de la humanidad, cuyo trabajo teórico resulta de enorme utilidad. La obra trató diferentes aspectos de la economía, la cultura, las comunicaciones y la política de la sociedad industrializada, para señalar que esta sociedad se encontraba en una tercera revolución industrial en la que caben destacar varias consecuencias importantes, como la diversificación en los formatos del esquema familiar, la aceptación del trabajo infantil, la aceptación del matrimonio entre personas del mismo sexo, incremento de la expectativa de vida, la abolición de las ideologías, la personalización del producto, entre otros. Por último, y más concerniente a nuestro tema, la acelerada adopción de la tecnología informática y de las comunicaciones como herramienta con múltiples potenciales usos más allá del envío y recepción de información.
Durante este nuevo milenio hemos sido testigos del desarrollo acelerado de las tecnologías de comunicación, que llegan a difundir masivamente y de forma casi inmediata la información, algo que no tiene precedentes en la historia sino desde la creación de la imprenta de tipos móviles de Gutenberg, y sin embargo en ese entonces el proceso era exponencialmente más lento, manual y engorroso que hoy. Pero más allá de que mayor cantidad de personas en el mundo pueden acceder a información de su interés, perspectiva simplista y deducible superficialmente, otras aplicaciones del Internet han surgido, como las tiendas en línea, almacenamiento, servicios de streaming y publicación de contenidos, motores de búsqueda y servicios de mensajería instantánea o correo electrónico, gestores de pago y transferencia de dinero, y más recientemente aquello que llaman el Internet de las Cosas (IoT, en inglés), del que hemos hablado en CriptoNoticias por ciertos proyectos relacionados con la blockchain, entre otras tecnologías como la Big Data, la realidad virtual y las impresoras 3D.
Imaginen que los objetos cotidianos estén conectados a Internet, es decir, que se implementa el Internet de las Cosas ¿Qué sucedería? Pues, por ejemplo, si se extravían las llaves de la casa, podríamos ubicarlas ya que nuestro llavero inteligente informa vía Internet su ubicación; o si dejamos la luz encendida al salir, podríamos ordenar a la bombilla que se apague desde nuestro teléfono inteligente. Esta tecnología podría ser implementada también el sector industrial, lo que sin duda cambiará abruptamente las dinámicas de trabajo y esfuerzo energético, y la relación máquina-hombre, tema que ha sido explotado por la narrativa literaria y cinematográfica de ciencia ficción.
En resumen, gracias a la automatización e integración entre diferentes plataformas y sistemas (físicos y digitales), y el desarrollo de otras tecnologías como la robótica, estamos cerca de que suceda una nueva revolución industrial, o lo que sería para Toffler una «Cuarta Ola». La digitalización de la industria podrá mejorar la productividad y la competitividad, además de facilitar la comunicación entre empresas, lo que inevitablemente traerá la apertura del negocio hacia otros mercados y países antes no conquistados.
Las aplicaciones de la blockchain forman parte de esta revolución industrial. A pesar de la corta edad de Bitcoin y las muchas incertidumbres que se pueden tener, las grandes empresas están apoyando la adopción de la tecnología blockchain en este preciso momento, algo que forma parte del proceso de automatización de la industria, en definitiva un requerimiento casi obligatorio de cumplir para prevalecer. De modo que estamos hablando de cierto ‘darwinismo tecnológico’, término empleado para explicar cómo las empresas pueden sobrevivir a los cambios en el entorno a través de la adaptación en su forma de producir o prestar servicios.
Pero además, el papel de la blockchain en esta revolución es la de devolver la confianza de los usuarios en las empresas e instituciones. Este sistema descentralizado resulta inquebrantable criptográficamente y, además, la colaboración y consenso entre los diferentes nodos imposibilita que cada uno actúe independientemente de los otros, pudiendo perjudicar los datos almacenados, resultando confiable en vista de que este esquema llega a alcanzar a gobiernos y organizaciones mayores, que definitivamente necesitan replantear su papel en el mundo moderno.
Sin embargo, en Bitcoin y demás redes observamos cómo la descentralización de los procedimientos, y la garantía de funcionamiento de los protocolos, fomenta la automatización paro establecer un exitoso sistema de recompensas al trabajo realizado. Me refiero específicamente a los mineros, nodos que con un conjunto de procesos confirman las transacciones realizadas y reciben una remuneración por su trabajo.
Este sistema podría utilizarse más allá de las finanzas y aspectos económicos. Plataformas como Ethereum ofrecen la posibilidad de hacer transacciones con contratos inteligentes, lo que tiene grandes potenciales para ser aplicado en asociaciones civiles y organizaciones comunitarias, que podrían fortalecer su autonomía y toma de decisiones democrática sin atravesar problemas de logística; con el valor agregado de que el sistema no se puede forzar o desequilibrar hacia una de las partes involucradas en cualquier transacción, lo que tranquiliza a los participantes y les libera de temer el incumplimiento de cualquiera de las cláusulas del contrato.
De esta forma las criptomonedas y la tecnología Blockchain, en conjunto con el Internet de las Cosas, pueden dotar de efectividad las diferentes labores automatizadas, mientras que en el futuro probablemente el ser humano prescinda de realizar algunas tediosas tareas y se dedique a ocupaciones más humanísticas, artísticas, filosóficas o científicas y menos de fabricación e industria, ya que pasaremos de ser consumidores a prosumidores, o consumidores que participan activamente en la producción.
Las posibilidades son muchísimas y según se visualiza en el panorama global, las instituciones mayores están invirtiendo muchísimo capital y moviendo su maquinaria para adoptar la blockchain, implementarla e incluso emitir monedas digitales. En Criptonoticias estamos muy atentos a esto y nuestras expectativas aumentan cada día con cada gran decisión que se toma; una muy reciente, la creación de una estrategia de los Emiratos Árabes Unidos para prepararse para esta 4ta revolución industrial, que fue anunciada en el Annual Meeting of the Global Future Councils 2016, celebrado en Dubai.