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Los políticos priorizan sus rivalidades e intereses personales por encima de todo.
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En países sin mucha seguridad jurídica, un segundo pasaporte es clave para los bitcoiners.
Desde que Donald Trump regresó a la presidencia de Estados Unidos, bitcoin (BTC) ha ganado cada vez más protagonismo en la conversación pública. El empresario ha sabido ganarse el favor de muchos entusiastas de BTC gracias a su giro hacia una postura más proactiva, pero este acercamiento también despierta interrogantes sobre la sostenibilidad a largo plazo de la relación entre el activo y el Estado.
Es cierto que Trump cumplió varias de sus promesas de campaña: indultó a Ross Ulbricht, el fundador de Silk Road —condenado por la justicia como si se tratara de un asesino serial—, y tomó medidas para frenar iniciativas de control y vigilancia estatal, como la prohibición de las CBDC (monedas digitales de banco central), entre otras disposiciones. Sin embargo, hay tres aspectos que los bitcoiners no podemos perder de vista.
El primer aspecto es la siempre necesaria —y muchas veces olvidada— invitación a no abandonar el juicio crítico, algo que ya he subrayado en artículos previos. No podemos asumir que los funcionarios realmente se guían por la idea de servir al prójimo, dejando sus intereses en segundo plano.
Es importante reconocer lo positivo que pueda surgir desde la política, pero sin perder de vista que son ellos quienes deben responder ante los ciudadanos, nunca al revés.
El segundo punto es que, dentro del marco de la democracia universal representativa, todos los gobiernos tienen fecha de vencimiento. Ni Trump ni ninguna otra administración estarán en el poder para siempre, y todo lo positivo que puedan impulsar corre el riesgo de ser revertido por sus adversarios políticos, especialmente en un contexto tan polarizado como el actual. Por increíble que parezca, en ocasiones esto suele ser olvidado.
Por eso, tanto las empresas como los usuarios que, bajo una determinada administración, confiaron en el aparato estatal para operar con BTC y criptomonedas, podrían convertirse fácilmente en un blanco del Estado en el futuro. Los políticos van y vienen, pero las instituciones permanecen y no están exentas de ser corrompidas.
En este escenario, cabe preguntarse: ¿qué garantías reales tengo, como ciudadano, de que declarar mis tenencias en bitcoin o utilizarlas para actividades legítimas —como invertir, pagar impuestos, adquirir propiedades o financiar un emprendimiento— no será utilizado en mi contra en el futuro? ¿Quién me asegura que una administración posterior no tomará esos mismos datos para perseguirme o etiquetarme como delincuente? Es un dilema que debe someterse a discusión.
No se trata de promover un aislamiento absoluto entre las criptomonedas y las finanzas tradicionales, ni de dinamitar los puentes existentes, pero sí de actuar con criterio. Hay que seleccionar con cuidado dónde y cómo interactuar con el sistema fíat, entendiendo que debe ser el usuario quien tome del sistema lo que le sea útil.
Esto nos lleva al tercero de los puntos que veníamos discutiendo. Nadie puede predecir el futuro, pero sí es posible actuar con cautela y prepararse frente al aparato estatal represivo. En el mundo que hoy nos ocupa, contar con un segundo pasaporte puede representar una solución práctica ante muchos de estos riesgos.
Para los bitcoiners, especialmente aquellos con altos patrimonios, obtener una segunda nacionalidad puede ofrecer ventajas significativas en términos de libertad, movilidad y protección frente a cambios políticos. En caso de que un gobierno decida endurecer las regulaciones sobre el uso de criptomonedas o avanzar con políticas fiscales más agresivas, contar con otra ciudadanía brinda la posibilidad de relocalizarse y diversificar riesgos.
Además, una segunda ciudadanía puede abrir la puerta a mayores facilidades para la apertura de empresas o cuentas bancarias en jurisdicciones que no solo sean más receptivas al ecosistema, sino que también cuenten con marcos jurídicos claros y previsibles. Para quienes manejan grandes ahorros en bitcoin, esto puede marcar una diferencia sustancial a la hora de proteger y gestionar sus activos.
Es cierto que algunos quizás nunca lleguen a necesitar un pasaporte adicional. Sin embargo, en un mundo tan convulso como el actual, marcado por guerras, sistemas políticos que ya se han convertido en un negocio y monedas que no dejan de perder valor, es imposible saberlo con certeza. En ciertos casos, contar con esa alternativa podría incluso significar la diferencia entre la vida y la muerte.
Basta con observar lo ocurrido en países como Venezuela o Ucrania, donde millones de personas se vieron forzadas a abandonar sus hogares en busca de seguridad o estabilidad económica. En estos casos, quienes contaban con otra nacionalidad pudieron emigrar con mayor rapidez y reconstruir sus vidas en mejores condiciones. Muchas de estas personas son bitcoiners de clase media que trabajan en el sector y hoy en día envían remesas a sus familias en criptomonedas.
Una alternativa concreta para acceder a un segundo pasaporte son los programas de «ciudadanía por inversión«, disponibles en varios países a cambio de una contribución económica sustancial. Estas opciones suelen incluir la compra de bonos soberanos, inversiones en bienes raíces o donaciones a fondos gubernamentales.
Aunque los costos pueden variar y están generalmente al alcance de personas con alto poder adquisitivo, este tipo de inversión puede verse más como una jugada estratégica que como un simple gasto.
La relación entre bitcoin y el Estado seguirá siendo, por naturaleza, tensa y cambiante. Por eso, más allá del entusiasmo que puedan generar ciertos políticos, es fundamental que los bitcoiners actúen con visión de largo plazo, manteniendo siempre una actitud crítica y estratégica.
El futuro no se delega ni se regala: se construye día a día con decisiones informadas, herramientas adecuadas y, sobre todo, con la convicción de que la libertad financiera empieza por asumir la responsabilidad de protegerla.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.