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Bitcoin es una apuesta racional con una asimetría favorable.
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Todavía bitcoin está en la fase inicial de la curva de adopción.
En el mundo de las finanzas, una inversión asimétrica es aquella en la que el riesgo de pérdida está limitado, pero el potencial de ganancia es considerablemente alto.
Es decir, se trata de situaciones en las que se puede perder poco (o un porcentaje acotado del capital invertido), pero, si la inversión tiene éxito, la ganancia puede ser varias veces el monto inicial.
Este tipo de oportunidades son codiciadas por inversores. Son escasas, pero poderosas. Son las que hacen que un portafolio mediocre se transforme en uno extraordinario. Son las inversiones que cambian vidas, y en algunos casos, que cambian el mundo.
Bitcoin (BTC), desde sus inicios hasta hoy, ha demostrado ser la inversión asimétrica más contundente de la historia moderna. Y lo más fascinante es que, a pesar de haber crecido de unos centavos a decenas de miles de dólares, aún conserva muchas de las características que hacen de una inversión algo asimétrico.
Quienes compraron bitcoin en sus primeros años se enfrentaban a un activo completamente nuevo, incomprendido, despreciado y tildado de burbuja desde el primer momento. A cambio de asumir el riesgo de lo desconocido, obtuvieron uno de los retornos más espectaculares jamás vistos en los mercados financieros.
Pero incluso quienes ingresaron más tarde —en 2013, 2017, o incluso después de la pandemia en 2020— han visto crecimientos asombrosos, superando ampliamente a cualquier índice bursátil tradicional, a los bienes raíces, a los metales preciosos y a cualquier otra forma común de resguardo patrimonial.
El riesgo de pérdida ha sido históricamente limitado al capital invertido, pero el potencial de crecimiento ha sido miles de veces mayor. Eso es, precisamente, una inversión asimétrica.
¿Sigue siendo bitcoin una inversión asimétrica?
Muchos se preguntan si no es ya demasiado tarde. Si el tren pasó. Si bitcoin no ha alcanzado ya su punto de madurez. Y la respuesta, mirando los fundamentos, es rotundamente no. Bitcoin todavía está en una etapa temprana de adopción global. De hecho, aún hay más personas que escucharon hablar de él sin entenderlo, que personas que efectivamente lo poseen.
La tesis de inversión en bitcoin sigue siendo asimétrica porque el mercado aún no ha digerido por completo lo que bitcoin representa: una alternativa monetaria global, digital, descentralizada y finita en un mundo donde todo lo demás tiende a inflarse.
Uno de los grandes catalizadores del valor de bitcoin ha sido su comparación con el oro. Pero mientras el oro es valioso por su historia y escasez relativa, bitcoin lleva la escasez al extremo: sólo habrá 21 millones. No puede ser minado más allá de ese límite, no puede ser falsificado, no puede ser embargado fácilmente y puede ser transferido de forma inmediata a cualquier parte del mundo.
Esto ha llevado a que cada vez más instituciones comiencen a considerarlo como una reserva de valor —el famoso “oro digital”—, pero en una versión superior: más portable, más divisible, más auditable, más programable.
La adopción institucional apenas comienza
Durante años se dijo que bitcoin era para geeks y criminales. Hoy lo compran empresas públicas, fondos de inversión, fondos soberanos y gobiernos. Las recientes compras de bitcoin por parte de países como El Salvador, las tenencias multimillonarias de empresas como MicroStrategy, y los ETF de bitcoin aprobados en Estados Unidos son solo el principio de una ola de legitimación que está en pleno desarrollo.
CriptoNoticias reportó que en abril de 2025, alrededor de una decena de empresas de todo el mundo incrementaron sus tenencias en bitcoin.
A medida que más actores con capacidad de mover grandes sumas de dinero asignan un pequeño porcentaje de sus carteras a bitcoin, el precio podría seguir multiplicándose, con una demanda creciente y una oferta totalmente fija. Otra vez: una asimetría.
El dinero fíat se devalúa… y eso no va a cambiar pronto
Otro de los factores que alimenta esta asimetría es el comportamiento de los bancos centrales. El sistema monetario actual se basa en dinero sin respaldo, emitido por voluntad política y expandido en cada crisis.
La pandemia del COVID-19 lo dejó en claro: trillones de dólares fueron impresos sin una contrapartida productiva real. Eso, naturalmente, devalúa el poder adquisitivo del dinero.
Y la inflación ya no es una amenaza aislada: es una realidad tangible en Europa, América Latina, África, Asia y, cada vez más, en Estados Unidos.
En este contexto, un activo que no puede ser inflado y que no depende de la política monetaria de nadie es más valioso que nunca.
Bitcoin ofrece a individuos, empresas y naciones una forma de escapar del impuesto silencioso que representa la inflación crónica.
De nuevo, el riesgo es limitado: quien compra bitcoin puede perder una parte de su inversión si el precio cae. Pero el potencial de preservar poder adquisitivo en el largo plazo es altísimo.
La curva S de adopción: aún estamos temprano
Toda tecnología disruptiva adopta una forma similar de crecimiento: al principio, sólo los innovadores y pioneros se suben. Luego vienen los visionarios. Más tarde, los pragmáticos. Finalmente, los escépticos y rezagados. A esta curva se la conoce como “curva S de adopción”.
Bitcoin se encuentra todavía en la mitad inferior de esa curva. Si lo comparamos con la adopción de internet, podríamos decir que estamos en los años 90: el potencial está claro, pero la mayoría todavía no lo entiende o no lo toma en serio.
Cuando un activo es subvalorado por la mayoría pero sobrevalorado por una minoría informada, todavía hay oportunidad. Y eso es lo que sigue ocurriendo con bitcoin.
Una cobertura ante lo impensado
Además de su potencial de crecimiento, bitcoin también actúa como una cobertura ante escenarios extremos. No es solo una apuesta a que suba. Es también un escudo frente a la posible degradación de sistemas financieros nacionales, controles de capital, censura bancaria, confiscaciones o incluso guerras.
No es necesario que uno crea que todos estos escenarios ocurrirán para considerar a bitcoin una inversión sensata. Basta con asumir que hay una probabilidad no despreciable de que el mundo financiero siga enfrentando crisis sistémicas. Frente a eso, tener bitcoin es como tener un salvavidas mientras uno navega un mar revuelto.
El tiempo sigue de tu lado (por ahora)
Bitcoin es una apuesta racional con una asimetría favorable, aún hoy, después de más de una década de existencia. Porque su techo es incierto, pero su piso está más claro: no irá a cero mientras millones de personas lo valoren, lo usen, lo compren y lo defiendan.
La historia de bitcoin aún está escribiéndose. Y para quienes observan los movimientos institucionales, la adopción silenciosa y la progresiva comprensión social de lo que representa, es evidente que lo mejor podría estar por venir.
En un mundo inflado, controlado y predecible en su decadencia, bitcoin representa la excepción. La salida. La alternativa. Y, por eso, la inversión más asimétrica de la historia.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.