-
Transacciones no monetarias han inundado la mempool de Bitcoin.
-
Nadie está actuando contra las reglas de Bitcoin.
Adam Dubove es columnista de CriptoNoticias, puedes ver todas sus publicaciones aquí.
Y finalmente ocurrió el flippening, pero no el que esperaban algunos. En la última semanas, los mineros de Bitcoin recibieron un USD 109.000.000 en concepto de propinas (o comisiones) frente al promedio anual de USD 49.000.000 por mes. Así, durante los últimos días, Bitcoin desplazó a Ethereum como la red que más fees genera para sus mineros (o validadores en el caso de la rede que utiliza PoS).
Esto debería ser una buena noticia para Bitcoin, que se convirtió en el foco de una polémica. Es que la tarifa para incluir una transacción en un bloque se multiplicó por veinte, y hoy el costo para incluir una transacción simple en el siguiente bloque es de alrededor de USD 13, aunque llegó a ser de USD 40, convirtiendo en anti-económica las UTXOS inferiores a ese valor.
Detrás de esta escalada de las fees hay transacciones vinculadas a protocolos nuevos, y otros no tan nuevos, que permiten la emisión de tokens fungibles y no fungibles en la cadena de bloques de Bitcoin. Estas transacciones no monetarias fueron las que inundaron la mempool, la lista de espera de transacciones pendientes de confirmación que almacenan los nodos de la red. Y eso encendió la chispa.
Están quienes sostienen que esto se trata de un ataque sobre Bitcoin. Las transacciones vinculadas a estos protocolos, dicen aquellos que sostienen esta postura, son spam y forman parte de un ataque de denegación de servicio y tornan a la red inutilizable para aquellos que quieran llevar a cabo transacciones monetarias.
No estamos ante un debate nuevo. La discusión en torno a las transacciones no monetarias en Bitcoin tiene casi 10 años y en el centro de ella está el campo OP_RETURN, que permite la inscripción de datos arbitrarios dentro de una transacción y que es utilizada por estos proyectos emergentes.
La reacción
“Los cypherpunks escriben código” y algunos bitcoiners ya lo están haciendo para solucionar este aparente problema. Uno de los primeros en actuar fue Luke Dashjr, un desarrollador de Bitcoin de alto perfil, y cofundador del pool de minería Ocean Mining. Este pool comenzó a filtrar aquellas transacciones en las que el tamaño del campo OP_RETURN es superior a 40 bytes, frente al estándar de 80 bytes que utiliza Bitcoin Core, como reportó CriptoNoticias.
De esta forma, Ocean logra filtrar las transacciones asociadas a los protocolos de tokens y NFTs, algo que algunos han señalado como un intento de censura. Como si esto no fuera poco para generar polémica, no solo las transacciones no monetarias están siendo filtradas, sino que también el filtro excluye a los Coinjoins de Samourai Wallet, cuyas transacciones incluyen un campo de OP_RETURN de 46 bytes. Polémica al cuadrado.
No faltaron aquellos que señalaron que la conducta de Ocean Mining era un intento de ejercer censura sobre la red. El argumento de este grupo sostiene que la decisión de excluir transacciones no monetarias puede ser considerada como una violación al acuerdo tácito sobre la función de los mineros: construir bloques, validar y confirmar las transacciones para que puedan posteriormente ser validadas por los nodos de la red.
Sin embargo, desde un punto de vista técnico, el protocolo les brinda a los mineros total discreción para seleccionar las transacciones que conformarán el bloque. La penalidad, y el incentivo para actuar de forma neutral, es la tarifa de la transacción. Los mineros que filtran transacciones que incluyen una mayor propina o comisión terminan por perjudicarse económicamente.
¿Quién tiene la razón?
El conflicto está planteado. Por un lado, están aquellos que celebran el incremento de actividad en la red, que redunda en mayores propinas para los mineros, y en consecuencia una mayor seguridad en la red. Por el otro, aquellos que alegan que el aumento de actividad, producto de transacciones no monetarias, inutilizan la red y los bitcoiners deberían arbitrar los medios para excluirlas.
Lo cierto es que todos los actores están actuando de acuerdo con las reglas de la red. La decisión de Ocean Mining de filtrar transacciones es una decisión empresarial, y en todo caso, el perjuicio lo asumen ese pool y los mineros conectados a él. Del otro lado, los usuarios de los protocolos de NFTs y tokens fungibles sobre Bitcoin efectúan transacciones válidas para la red. No hay ningún ataque ni censura alguna. Bitcoin está funcionando tal como lo diseñó Satoshi.
No hay censura porque las transacciones de todos modos están siendo incluidas en los bloques por otros mineros. Claro que alguien podría argumentar que si más mineros se suman a filtrar estas transacciones quedaría demostrado que Bitcoin no es resistente a la censura, como suele decirse. Una colusión temporal es improbable, pero posible, y en ese caso el rendimiento de la red podría verse temporalmente degradado. En el mediano y largo plazo, en cambio, siempre habrá incentivos para que los polos rompan el acuerdo en busca de mayores ganancias.
No hay que perder de vista la capa social de Bitcoin. Afortunadamente, la fortaleza de Bitcoin no radica en la buena voluntad de sus usuarios, sino en las reglas e incentivos adecuados para que, incluso actores maliciosos, se comporten de forma tal que respeten las reglas del consenso. Esto no implica minimizar la importancia de la capa social de Bitcoin para repeler ataques, como ocurrió durante el hard fork de 2017.
Al final radica en los usuarios y distintos actores de la red asegurar las garantías que brinda Bitcoin.
Y lo único que tienen que hacer es actuar en su propio beneficio.
Descargo de responsabilidad: Los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias. La opinión del autor es a título informativo y en ninguna circunstancia constituye una recomendación de inversión ni asesoría financiera.