En mi haber con las criptomonedas y blockchain, si de algo me he dado cuenta es cómo, al menos en Venezuela, el tema ha ido tomando auge en muchos sectores de nuestra agitada sociedad. Entre quienes se toman la libertad de opinar, los economistas de la vieja guardia, hacen buenos intentos por ilustrar y definir de qué va esto.
Lastimosamente, sin querer decir que somos expertos por los riesgos que esta atribución insensata implica para nuestros lectores, estos profesionales del análisis y opinión de lo económico no recurren a otros profesionales especializados en Bitcoin y blockchain en búsqueda de conocimiento.
Recientemente, a propósito del anuncio de la emisión del Petro, la criptomoneda del estado venezolano, me topé con un artículo escrito por el economista Jose Toro Hardy, titulado ‘Criptolocura: el petro’, donde se cometen algunas imprecisiones que creo oportuno corregir en este escrito.
El error más frecuente es asegurar que las criptomonedas son anónimas. Es cierto que el funcionamiento y concepto de la tecnología blockchain se presta para aseverar que sus transacciones e identidades participantes son anónimas, pero lo cierto es que la gran mayoría de los proyectos de criptoactivos son pseudo-anónimos. Con esto se quiere decir, que toda la información sobre los procesos de una blockchain son visibles a través de exploradores diseñados con este propósito, de los que realizamos un tutorial para aprender a utilizarlos, por lo menos en el caso de Bitcoin.
Vale la pena mencionar el caso del robo a Mt. Gox y el rastreo de los fondos hasta la casa de cambio BTC-e, así como, ver la infinidad de noticias acerca de las preocupaciones de los gobiernos por las políticas de las casas de cambio en cuanto a la identificación de los clientes y usuarios. Este fue un tema recurrente durante este año, por lo que cabría destacar que para poder convertir un criptoactivo a moneda oficial (dólar, euro, bolívares), se debe pasar por la inicial certificación de la casa de cambio y la validación de la entidad bancaria para depositar ese dinero ahí. Ciertos comportamientos como los constantes depósitos de cantidades exorbitantes sin duda llamarían la atención del banco y de las autoridades financieras, que son los responsables de dedicarse a esta tarea. La tecnología no tiene la entera responsabilidad de evitar esto.
Otro punto en el que insiste es la afirmación de que las criptomonedas no podrían ser emitidas por un estado. En realidad, una criptoactivo puede ser lo que quiera. Puede ser desde un método de pago como Dash, un activo humorístico como Putincoin o Dogecoin, humorístico-lúdico como Pepecash y hasta una mascota como los CryptoKitties. Incluso, puede ser lo que el usuario quiera, como sucede en la plataforma Waves, donde el usuario puede diseñar y emitir su propia ficha de blockchain para adaptarla a fines empresariales y de segmentos de mercado específicos. Las criptomonedas no están exentas de ser emitidas por gobiernos, muchos de los cuales ya han sugerido la posibilidad de emitir su propia moneda nacional o participar en proyectos con criptoactivos.
Toro Hardy asegura también que el pago de sobornos a un funcionario no dejaría huellas si se hace con criptomonedas, lo cual es falso. La información registrada en una blockchain está protegida con criptografía, de manera que resulta imborrable, inalterable y verificable en tiempo real. Todos los participantes de una blockchain crean su propia identidad, que para fines comprensivos se denomina como ‘cartera’ o dirección, una combinación de dígitos alfanuméricos únicos e irrepetibles. Ahora, la información de la persona que la utiliza como su nombre, dirección y foto, se desconoce. Pero precisamente allí entrarían las casas de cambio al aplicar políticas KYC (Know-Your-Costumer) o Conoce a tu Cliente, para evitar que una vez depositados los fondos allí estos se conviertan a dólares o euros en caso de que, por ejemplo, el usuario presente un historial de comportamiento financiero que sugiera su relación con actividades ilícitas.
Nuevamente, ante la afirmación de que el anonimato es el principal atractivo para los usuarios de las criptomonedas, yo me atrevo a considerar esto como un dato falso. De hecho, hasta donde no arriesgar nuestra seguridad personal lo permita, los bitcoiners somos bastante dados a difundir las bondades de esta tecnología. Tanto que parecemos apóstoles de Satoshi Nakamoto y podemos ponernos tan intensos como un vendedor de Herbalife.
Hay otros atractivos aparte de la discreción, como la tendencia inflacionaria controlada de los criptoactivos, las criptofinanzas son un punto de interés para quienes deseen multiplicar su dinero y establecer una parte importante de capital. Además, la descentralización como propuesta resulta trascendental para diversas instituciones incluso políticas, siendo un fenómeno que parece cada vez más necesario en orden de dar el siguiente paso para el desarrollo de la humanidad en estos nuevos tiempos. También, las criptomonedas ofrecen ser herramientas financieras útiles, que destacan por su portabilidad, usabilidad, rapidez, seguridad y liquidez, lo que ha causado una enorme confianza en ellas y por ende, un aumento de su valor.
Hardy argumenta que en base a que el gobierno venezolano creó el Observatorio Blockchain, conformado por especialistas para velar por la correcta aplicación de la tecnología, la red en la que se basaría el Petro no sería descentralizada en cuanto a su procesamiento. Desconociendo que aunque el concepto de descentralización va más allá de la conformación de la red de mineros, por lo general el equipo desarrollador de un proyecto blockchain no participa en empresas de minería de criptoactivos, pues esto en algún punto podría generar un conflicto de intereses. Para muestra de ese caso, la aparente alianza entre empresas como Bitmain y el proyecto Bitcoin Cash.
Por último, y no menos importante, creo oportuno aclarar las diferencias entre lo virtual y lo digital. Las criptomonedas no son virtuales, son digitales. Lo virtual es una representación o la recreación de algún objeto o componente de la realidad, en definitiva una mentira; mientras que lo digital es relativo a lo informático, a lo matemáticamente generado, pero sobre todo se distingue por su veracidad. Las criptomonedas son registros de información protegida criptográficamente contra cualquier manipulación o extravío, siendo representaciones digitales de un valor.
A pesar de estas imprecisiones, Toro Hardy acierta en que el Petro se crea para evadir sanciones financieras internacionales contra Venezuela y que por esta razón pudiera no ser aceptado por otros países aliados. Sin embargo, dependerá de ellos la última decisión en ese sentido. En cuanto si consiguen un vacío legal que no cubra el comercio de materias primas y activos por medio de criptomonedas, o si deciden saltarse las advertencias de los sancionantes como Estados Unidos y la Unión Europea.