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Hay una demanda agregada débil y una presión vendedora persistente.
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Glassnode detecta que hay incertidumbre entre inversionistas.
Se han disparado las dudas acerca del precio de bitcoin (BTC). ¿Se acabó el ciclo alcista? ¿El máximo histórico (ATH, por sus siglas en inglés) alcanzado el 20 de enero fue el punto más alto al que puede llegar bitcoin en 2025? ¿O todavía queda más subida?
Mediante el análisis de datos on-chain puede llegarse a algunas conclusiones que sirven para explicar qué está pasando con bitcoin y para intentar elaborar algunas proyecciones a futuro.
Glassnode, compañía especializada en el análisis on-chain de bitcoin y criptomonedas, menciona en un reciente informe que «bitcoin entró en una fase de fuerte distribución de inversionistas a principios de enero, con el puntaje de tendencia de acumulación confirmando una presión persistente del lado de la venta».
A su vez, la compañía indica que «la mayor volatilidad, la débil demanda y las limitaciones de liquidez han impedido que se reanude una acumulación significativa, lo que refuerza los riesgos a la baja».
Uno de los indicadores que emplea Glassnode para llegar a estas conclusiones es el «Puntaje de Tendencia de Acumulación». Ese gráfico muestra cómo, en el pasado, varios ciclos de acumulación han sido seguidos por fases de distribución que, históricamente, conducen a una acción de precio más débil.
En la imagen a continuación se observa que la más reciente fase de distribución comenzó en enero de 2025 y todavía estaría en curso:
Detalla el informe:
«El comportamiento cíclico de bitcoin es producto de las fases de acumulación y distribución, con la rotación del capital entre diferentes grupos de inversionistas a lo largo del tiempo. La Puntuación de Tendencia de Acumulación rastrea estos cambios: los valores cercanos a 1 (morado oscuro) indican una acumulación sustancial y los cercanos a 0 (amarillo) indican una distribución. El puntaje de tendencia de acumulación actualmente se mantiene por debajo de 0,1, lo que indica que hay una presión persistente del lado de la venta».
Glassnode, empresa proveedora de datos on-chain.
Además, los analistas de Glassnode recurren al mapa de calor de distribución de base de costos. Este mapa lo que hace es visualizar dónde se ha formado la concentración de oferta en diferentes rangos de precios. Explica Glassnode que esto «ayuda a identificar áreas de posible soporte o resistencia».
A continuación, puede verse el mencionado mapa de calor:
Sobre ese gráfico, detallan los analistas de Glassnode que «los participantes del mercado acumularon BTC activamente durante los retrocesos entre mediados de diciembre y finales de febrero, especialmente en el rango de precios de 95.000 a 98.000 dólares».
Para los especialistas, «este comportamiento de compra en las caídas sugiere que los inversionistas aún creían firmemente en la tendencia alcista, interpretando los retrocesos como pausas temporales antes de nuevas subidas».
Pero no fue eso lo que sucedió, sino que desde mediados de febrero las condiciones se endurecieron y la confianza en la acumulación entró en etapa de deterioro.
Diversos factores oportunamente reportados por CriptoNoticias influyeron en estos movimientos de mercado. Entre ellos puede mencionarse el hackeo a Bybit, la «guerra de aranceles» desatada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump y la negativa de la Reserva Federal (Fed) a reducir tasas de interés.
Por todo eso, BTC fue por debajo del nivel crucial de 92.000 dólares, que —según los datos de Glassnode— representaba la base de coste del hodler a corto plazo.
Esta caída fue diferente a la anterior:
«A diferencia de la fase anterior, esta vez no hubo una respuesta significativa de compra en caídas, lo que indica que el sentimiento había cambiado hacia la aversión al riesgo y la preservación del capital en lugar de la acumulación continua».
Glassnode, empresa proveedora de datos on-chain.
Con base en los datos que recopilan y manejan, los analistas de Glassnode llegan a la conclusión de que el mercado lateral podría extenderse en el tiempo. «La ausencia de compras en los niveles más bajos sugiere que la rotación de capital está en marcha, lo que podría conducir a una consolidación o fase correctiva más prolongada antes de que el mercado encuentre una base de soporte sólida», aseguran.
Explica la empresa de métricas y análisis que «los nuevos compradores ahora dudan en absorber la presión del lado vendedor, lo que refuerza el cambio de la euforia posterior al ATH a un entorno de mercado más cauteloso».
Para Glassnode, en este contexto resulta de vital importancia evaluar el grado de miedo entre inversionistas de corto plazo, particularmente entre aquellos que entraron de forma reciente al mercado. «Comprender el comportamiento de este grupo ayuda a los analistas del mercado a identificar momentos de agotamiento extremo de los vendedores, que históricamente han presentado oportunidades para los inversores a largo plazo», sostiene Glassnode.
Con este fin en mente, los analistas estudian el Ratio de Ganancia de la Salida Gastada por los Tenedores a Corto Plazo (STH-SOPR por sus siglas en inglés), que mide si los hodlers de corto plazo están gastando con ganancia (SOPR mayor a 1) o con pérdida (SOPR menor a 1).
Sobre esta métrica, el informe señala lo siguiente:
«Desde que los precios cayeron por debajo de los 95.000 dólares, el promedio móvil de 196 horas del STH-SOPR ha permanecido por debajo de 1, lo que sugiere que la mayoría de los inversionistas a corto plazo están realizando pérdidas. En momentos extremos, el STH-SOPR cayó a 0,97 cuando el precio se desplomó hasta los 78.000 dólares, subrayando la severidad de la capitulación».
Glassnode, empresa proveedora de datos on-chain.
Por lo tanto, según los datos que analiza Glassnode, hay un persistente impulso a la baja que «ha dejado a los nuevos inversionistas en vilo, llevando a una venta masiva por pánico con pérdidas».
Si bien esto parece negativo y hasta catastrófico, el informe de Glassnode trae algo de esperanza al explicar que «tales condiciones a menudo preceden al agotamiento local de los vendedores, una dinámica que los inversionistas a largo plazo pueden monitorear para buscar potenciales oportunidades de reingreso».
¿Cuál será el fondo de este movimiento lateral-bajista?
Para Glassnode, evaluar la profundidad de la fase bajista actual «resulta revelador». Y los analistas de la empresa hacen la evaluación mediante el uso de diversas bandas estadísticas basadas en la base de costo de los hodlers de corto plazo.
Tal como se ve en el gráfico de arriba, el límite inferior según el modelo establecido se sitúa entre 71.300 y 91.900 dólares. Para Glassnode «la probabilidad de que se forme un mínimo temporal en esta zona es significativa, al menos en el corto plazo».
Pero… ¿bitcoin no era oro digital?
Dicho todo esto, algún lector puede preguntarse por qué bitcoin está teniendo esta etapa correctiva (junto con el mercado bursátil tradicional), si supuestamente es «oro digital» y está diseñado para resistir ante escenarios macroeconómicos adversos.
La promesa de bitcoin como un activo revolucionario, una especie de refugio frente a la inflación y la inestabilidad financiera, ha sido un pilar fundamental en el discurso de sus defensores desde que Satoshi Nakamoto lo presentó al mundo en 2009.
Sin embargo, los datos actuales muestran a un BTC tambaleándose bajo presión vendedora y sin la fortaleza que muchos (por ejemplo, el escritor Robert Kiyosaki) esperaban en un contexto de incertidumbre global. ¿Qué está pasando? ¿Es una contradicción en su narrativa o simplemente una etapa en su camino hacia la madurez? Vamos a explorarlo.
Bitcoin ha sido apodado «oro digital» por sus características únicas: su oferta está limitada a 21 millones de unidades, no depende de gobiernos ni bancos centrales, y su red descentralizada lo hace resistente a la manipulación. En teoría, estas cualidades lo posicionan como un candidato ideal para actuar como reserva de valor, especialmente en tiempos de crisis económica, inflación descontrolada o desconfianza en las instituciones tradicionales.
Mientras tanto, el oro físico, con su historia milenaria como refugio seguro, acaba de romper la barrera de los 3.000 dólares por onza en este marzo de 2025, consolidándose una vez más como el rey de los activos seguros en medio de un panorama económico convulso. Si bitcoin aspira a ese trono, ¿por qué no está brillando de la misma manera?
La respuesta no es sencilla, pero podemos empezar por el contexto actual. El mundo enfrenta tormentas económicas y geopolíticas: la «guerra de aranceles» impulsada por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha generado incertidumbre en los mercados globales; la Reserva Federal se mantiene firme en no reducir las tasas de interés, y la inflación sigue siendo un desafío persistente.
En este entorno, los activos considerados «de riesgo» —como las acciones tecnológicas, las criptomonedas y, sí, bitcoin— tienden a sufrir. Cuando los inversionistas buscan seguridad, corren hacia el oro, los bonos del Tesoro o el dólar, y BTC, a pesar de sus promesas, queda atrapado en una dinámica más cercana a la del Nasdaq que a la del metal amarillo.
Para los bitcoiners más apasionados, esto puede parecer una traición a la esencia del activo. Ellos argumentan que bitcoin no debería ser juzgado por su comportamiento en el corto plazo, sino por su potencial a largo plazo.
Y no les falta razón: si observamos su historial, BTC ha mostrado una tendencia alcista impresionante desde su creación, superando crisis tras crisis y multiplicando su valor en más de una década.
La inflación que erosiona el poder adquisitivo de las monedas fíat, la deuda global que crece sin freno y la impresión desmedida de dinero por parte de los bancos centrales son precisamente los males contra los que bitcoin fue diseñado para luchar. En un mundo donde el dinero tradicional pierde valor, BTC debería ser un faro de estabilidad. Pero, por ahora, el mercado no lo está tratando como tal.
¿Por qué esta desconexión entre la teoría y la realidad? Una de las claves está en la percepción y la madurez. El oro lleva miles de años siendo un refugio; su valor está grabado en la psique colectiva de la humanidad. Puedes tocarlo, verlo, guardarlo bajo el colchón si quieres.
Bitcoin, en cambio, es un recién llegado: con apenas 16 años de existencia, sigue siendo un adolescente en el mundo financiero. Para muchos, sigue siendo abstracto, un concepto que vive en la nube, sostenido por código y nodos que no todos comprenden. Esa falta de tangibilidad genera una barrera psicológica: mientras el oro inspira confianza inmediata, bitcoin requiere un salto de fe en la tecnología y en un futuro descentralizado que aún no ha llegado del todo.
Además, el comportamiento del mercado refleja una lucha de narrativas. ¿Qué es bitcoin exactamente? Para algunos, es una moneda para transacciones diarias; para otros, un activo especulativo para traders; y para un grupo creciente, una reserva de valor a largo plazo. Esta falta de consenso entre los inversionistas hace que su precio sea vulnerable a los vaivenes de los mercados de riesgo.
Cuando el caos económico golpea, como ahora con los aranceles y las tasas altas, el oro sube porque su rol está claro: es el antídoto contra la incertidumbre. Bitcoin, en cambio, no tiene un guion tan definido (al menos, según la perspectiva general del mercado). A veces brilla con la euforia de la innovación, a veces cae con el pánico de los activos especulativos. En este 2025, el caos manda, y el oro lleva la ventaja.
Bitcoin ofrece una gran oportunidad de inversión a precios bajos
Sin embargo, no todo es desalentador. Hay señales de que bitcoin está sentando las bases para un futuro más sólido como refugio. Su red es más fuerte que nunca —el hashrate está cerca de máximos históricos—, y su adopción crece entre instituciones y hasta gobiernos.
Cada crisis económica refuerza su narrativa como alternativa al sistema financiero tradicional. El reciente máximo histórico del oro podría ser un indicio de lo que está por venir: cuando el mundo busca seguridad, los activos escasos y confiables tienden a destacar. Bitcoin tiene esas cualidades, pero necesita tiempo para que el mercado lo reconozca plenamente.
Pensemos en el ciclo actual. Estamos en marzo de 2025, apenas unos meses después del halving de 2024, un evento que históricamente ha impulsado ciclos alcistas en bitcoin. En el pasado, estos períodos han llevado a BTC a nuevos máximos, y algunos analistas creen que este ciclo aún no ha terminado.
Podríamos ver un repunte hacia los 120.000 dólares o más antes de que termine el año. Pero incluso si eso ocurre, no necesariamente significará que bitcoin esté siendo aceptado como un refugio al estilo del oro. Podría ser simplemente el resultado de la especulación, de inversionistas que ven una oportunidad de ganancias, no de una adopción masiva como reserva de valor. Para que BTC alcance ese estatus, necesita algo más que un rally: requiere un cambio profundo en cómo lo percibe el mundo.
Aquí entra en juego una paradoja interesante. Aunque bitcoin no está actuando como «oro digital» en el corto plazo, su comportamiento a largo plazo cuenta una historia diferente (tal como se puede ver en el gráfico histórico de precio de bitcoin que está algunos párrafos más arriba, en esta misma publicación).
Desde su creación, bitcoin ha superado innumerables obstáculos —prohibiciones, hackeos a plataformas, colapsos de exchanges— y sigue subiendo. En escalas de tiempo más amplias, BTC ha protegido el poder adquisitivo de quienes lo han «hodleado» frente a la inflación y la devaluación de las monedas fíat. En ese sentido, ya está cumpliendo parte de su promesa como refugio, pero solo para quienes tienen la paciencia de mirar más allá de las correcciones mensuales o anuales.
Entonces, ¿es bitcoin realmente «oro digital»? Sí, pero no todavía en el sentido pleno que muchos imaginan. El oro tardó milenios en consolidarse como el estándar de seguridad financiera; bitcoin lleva poco más de una década y media.
Su potencial está ahí: la escasez programada, la descentralización y la resistencia a la censura lo hacen único. Pero para que el mercado lo abrace como un refugio masivo, necesita madurar, ganar confianza y, sobre todo, tiempo. En este 2025, mientras el oro brilla a 3.000 dólares y bitcoin lucha por encontrar un suelo entre 71.000 y 91.000 dólares, la brecha entre ambos es evidente. Sin embargo, esa brecha no será eterna.
El futuro de bitcoin como «oro digital» no depende solo de su tecnología, sino de cómo evoluciona la percepción global. Cada vez que una crisis golpea y el sistema tradicional falla, BTC gana terreno. Quizás este ciclo alcista no lo lleve a cumplir del todo esa promesa, pero cada paso lo acerca más. El oro nos está mostrando lo que pasa cuando el mundo busca seguridad; bitcoin, con paciencia, podría seguir ese camino.