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"Las corridas bancarias ahora se ejecutarán en 2 segundos", dice Anslem Perera.
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Fallos en oráculos podrían generar un efecto dominó sin precedentes.
JP Morgan, el mayor banco de Estados Unidos, lanzó esta semana JPM Coin (JPMD), un token de depósito respaldado 1:1 por dólares que permite transferencias institucionales instantáneas las 24 horas.
Esto “acaba de hacer que tu dinero quede obsoleto”, sentenció el analista Shanaka Anslem Perera después del anuncio reportado por CriptoNoticias. Lo que parecía un avance técnico esconde, según él, una reconfiguración profunda del poder financiero.
Actualmente, “cada dólar que transfieres, cada liquidación que esperas, cada pago transfronterizo atrapado en el limbo de 72 horas de SWIFT: desaparecido”, sentencia el especialista. En cambio, con esta novedad, es “reemplazado por algo que se mueve en 2 segundos, cuesta un centavo y genera un rendimiento del 4-5 % durante el trayecto”.
El analista no celebra la eficiencia, sino que la ve como arma de doble filo. “JPMD marca el momento en que la infraestructura de las finanzas globales —antes limitada por sistemas de compensación neutrales, aunque lentos— se volvió programable, con permisos y concentrada en manos de instituciones de importancia sistémica”, explica.
Para Perera, los bancos completan así una estrategia de una década. “Capturar, adaptar y, en última instancia, controlar la única tecnología que alguna vez amenazó su monopolio de intermediación”.
El dinero como código condicional
Cuando el dinero se convierte en código que se ejecuta sobre infraestructura privada, cada transacción incorpora las reglas y los intereses del emisor. “No estamos optimizando el capitalismo. Estamos reescribiendo el contrato social entre ciudadanos, instituciones y el Estado”, advierte Perera.
JP Morgan mueve 10 billones de dólares diarios. JPMD no añade capacidad; cambia quién decide el acceso y bajo qué condiciones. “La eficiencia nunca ha sido neutral. Siempre responde a la pregunta: eficiente para quién, a costa de quién, bajo el control de quién”, subraya el analista.
“No estamos debatiendo si la tokenización ocurrirá —es inevitable—. Estamos decidiendo si ocurrirá a través de infraestructura neutral y democráticamente gobernada o a través de redes corporativas”, añade.
La contrarrevolución bancaria
La revolución de las criptomonedas prometía separar el dinero del control estatal y corporativo. Perera ve en JPMD la culminación de la contrarrevolución: “El nuevo control de los bienes comunes digitales por parte de las mismas instituciones que estos bienes estaban diseñados para sortear”.
“Esta no es una historia de tecnología. Es una historia de poder. Y el poder, una vez concentrado en la infraestructura, no se descentraliza voluntariamente”, cierra.
La característica más disruptiva no es la velocidad, sino que el dinero en tránsito genera intereses. “Los tokens JPMD, respaldados por reservas en balance, generan rendimientos anuales del 4-5 % según tasas de la Reserva Federa de Estados Unidos (FED). Incluso tras comisiones estimadas de 0,1-0,3 %, los institucionales obtienen 200-400 puntos básicos más que con efectivo o USDC sin rendimiento”, detalla Perera.
Puertas abiertas al circuito cerrado
JP Morgan eligió Base, la capa 2 de Coinbase, para operar. Los clientes del banco ya pueden intercambiar JPMD por USDC en esa red. “Este es el primer paso hacia la apertura del circuito”, explica el analista Simon Taylor. “Los bancos tokenizan depósitos en sistemas cerrados, pero ahora esos muros tienen puertas que se abren a redes públicas”.
El siguiente diagrama describe el mecanismo para el intercambio instantáneo entre JPMD de JPMorgan) y la stablecoin abierta (USDC) en el exchange Coinbase.
Taylor describe el mecanismo. Una corporación traslada JPMD del circuito JP Morgan a Base, lo cambia por USDC y lo envía a cualquier dirección. “Base se convierte en la sala de operaciones donde los sistemas cerrados se encuentran con los abiertos”.
Los bancos mantienen custodia y cumplimiento propios; Base solo provee los rieles. “Las corridas bancarias ahora se ejecutan con precisión de dos segundos”, remata Perera. Un fallo en los oráculos que alimentan los precios entre JPMD y USDC podría desencadenar un efecto dominó nunca antes visto.
