-
Según los patrones históricos, el mercado inmobiliario estaría llegando a su pico.
-
Además, hay una crisis de deuda en gestación.
La economía se mueve en ciclos, y uno de los más poderosos es el llamado “ciclo inmobiliario”, que dura aproximadamente 20 años. En 2026, el ciclo actual estará en su punto máximo, lo que podría derivar en una crisis inmobiliaria que beneficiará al oro y otros activos de reserva de valor, como bitcoin (BTC).
Históricamente, el oro tiende a alcanzar su punto máximo varios años después del pico en los precios de los inmuebles y de las acciones. Y, si la historia se repite durante el actual ciclo, iniciado en 2012 aproximadamente, el oro podría alcanzar su próximo gran máximo alrededor del año 2031.
Esto significa que posiblemente el precio del oro se multiplique hasta 4,5 veces, como ocurrió en el ciclo anterior.
El analista financiero especializado en bienes raíces, Alan Longbon, explica que el ciclo inmobiliario se basa en la ley de la renta. Esta establece que los bienes raíces capturan todas las ganancias económicas. Es decir, sin importar qué mejoras se hagan para aumentar la productividad, los beneficios tienden a concentrarse en el valor del suelo. Este principio actúa en la economía como la gravedad en la física: invisible, pero determinante.
Como resultado de esto, los precios de los inmuebles suben durante unos 14 a 18 años, impulsados por el crecimiento económico y el crédito fácil. Luego, llegan a un punto en el que la deuda privada es insostenible y las tasas de interés suben, lo que desencadena una corrección.
Este patrón, que se muestra más claramente en la siguiente gráfica, ha aparecido repetidamente desde hace más de un siglo, reforzado por factores demográficos y financieros.
Se acerca el fin del ciclo actual, y es bueno para el oro
En ese orden de ideas, y siguiendo el patrón, estamos en las etapas finales del ciclo actual, siendo el 2026 cuando se alcance el techo. Hay siete señales que así lo dejan ver, según Longbon. Estas son:
- Pico en las acciones de constructores de viviendas: ETF como XHB, que sigue el sector de la construcción, alcanzó un máximo en septiembre de 2024 y desde entonces ha mostrado debilidad. Otro referente, Home Depot (HD), ha caído más del 10% en lo que va del año.
- Política monetaria más flexible: Ante la desaceleración del sector, los gobiernos suelen bajar las tasas de interés y flexibilizar el crédito, lo que da un impulso temporal a las acciones del sector construcción. Sin embargo, este rebote suele ser más débil que el anterior.
- Pico en los precios de la vivienda: Se espera para mediados o fines de 2026, favorecido por tasas más bajas. Históricamente, los picos inmobiliarios ocurren entre junio y octubre. Aunque los precios aún suben, su ritmo de crecimiento es cada vez más débil.
- Máximo del mercado bursátil: Suele llegar un año después del pico inmobiliario. Es otra señal clara de que el ciclo está llegando a su fin.
- Inversión de la curva de rendimiento: Ocurre cuando los intereses a corto plazo superan a los de largo plazo, lo cual anticipa recesiones. Aunque ya hubo una inversión en 2023, lo relevante es una segunda inversión, que aún no ha ocurrido.
- Recesión oficial: Generalmente se declara con retraso, pero comienza antes. La economía suele mostrar contracción durante meses antes de que se reconozca formalmente.
- Pico en materias primas y oro: Una vez comienza la recesión, el oro tiende a subir con fuerza, por su papel de refugio seguro frente a la incertidumbre económica.
En efecto, la mayoría de los puntos anteriores (a excepción de la recesión económica oficialmente declarada) ya se han experimentado desde el año pasado, lo que da certeza de que el ciclo inmobiliario actual está llegando a su fin. Un aliciente potencial para el oro, el cual ha mostrado una clara relación con el ciclo.
Por ejemplo, durante el ciclo anterior, el metal precioso alcanzó un máximo en 2011 de USD 1.800 la onza, justo cuando el ciclo inmobiliario tocaba fondo tras el estallido de la burbuja inmobiliaria de 2008.
Actualmente, el oro está subiendo con fuerza, como se puede ver en el siguiente gráfico. Por tanto, si la historia se repite y el patrón se mantiene, el precio actual (en torno a USD 3.400) podría llegar a más de USD 15.000 por onza hacia 2031, de acuerdo con el análisis de Longbon.
Aunque no hay garantías de esto, los ciclos anteriores dan una idea del posible comportamiento del oro y del momento en que podría producirse su próximo gran máximo.
Pero no es solo el oro…
Bitcoin (BTC), la mayor moneda digital del mundo, también podría beneficiarse significativamente del final del actual ciclo inmobiliario. Al igual que el oro, BTC ha ganado reconocimiento como una reserva de valor frente a escenarios de inestabilidad económica y pérdida de confianza en los sistemas financieros tradicionales.
De hecho, bitcoin ha mostrado una creciente correlación con el oro, especialmente en momentos de incertidumbre global. Según varios analistas, existe una “nueva era para los activos duros”, donde el capital busca resguardarse de la inflación, el endeudamiento excesivo y los desbalances estructurales de las grandes economías, como lo ha reportado CriptoNoticias. En este contexto, bitcoin ha empezado a atraer el mismo tipo de inversiones institucionales que tradicionalmente han ido hacia el oro.
Un dato relevante es que bitcoin ha estado “robándole capital” a los ETF respaldados por oro, lo que refleja un cambio en las preferencias de algunos inversores hacia activos digitales como forma de cobertura. Esta tendencia ha llevado a que bitcoin no solo acompañe al oro en los ciclos alcistas, sino que incluso lo supere en rendimiento durante ciertos periodos.
Además, otro factor clave que podría acelerar esta dinámica es la crisis de deuda que se avecina en Estados Unidos. El país norteamericano enfrenta niveles de endeudamiento público cada vez más elevados, con cifras que superan los 37 billones de dólares y pagos de intereses superiores al billón de dólares anuales.
Este escenario amenaza con una pérdida de confianza en el dólar como activo de reserva global, lo que tradicionalmente ha impulsado tanto al oro como a bitcoin.
En esencia, el exceso de oro en las reservas institucionales, sumado a la creciente demanda de instrumentos descentralizados, podría canalizar una parte significativa del capital hacia bitcoin. Este movimiento sería especialmente fuerte si la Reserva Federal se ve obligada a reanudar políticas de flexibilización monetaria para enfrentar una recesión, como históricamente ocurre tras el pico del ciclo inmobiliario.
Así las cosas, si bien el oro sigue siendo el referente clásico en tiempos de crisis, bitcoin se está posicionando como su alternativa digital. Ambos activos podrían ver aumentos notables hacia el final del ciclo actual, y más aún si se intensifican los problemas de deuda soberana y presión inflacionaria.
Comprender el ciclo inmobiliario permite anticipar cambios económicos importantes, incluidos los movimientos en el precio de los activos de reserva. Si el patrón se repite, estamos a pocos años de un nuevo rebote en los precios del oro y de bitcoin, lo que representa una oportunidad potencial para quienes se preparen con anticipación.
Esto lo defiende Robert Kiyosaki, autor del best-seller «Padre Rico, Padre Pobre», quien vaticina un colapso monetario global y recomienda poseer oro, plata y bitcoin “si quieres ser más rico cuando estalle la burbuja de la deuda global”.