El 07 de julio fui víctima de un ataque físico por parte de unos sujetos que querían robar mis bitcoins, debido a que no fui cauteloso con mi información en las redes sociales.
Mi nombre es Thomas. Tengo 29 años y soy un bitcoiner oriundo de Los Ángeles. Estoy involucrado en esto de las criptomonedas desde hace bastante tiempo y en diciembre del año pasado gané muchos seguidores en las redes.
Esto se debió al creciente interés de las personas en los criptoactivos, sobre todo en Bitcoin, que llegó a su máximo histórico en esos días. Las personas me buscaban por mis consejos de inversión y porque publicaba contenido interesante sobre las criptomonedas. Ya perdí la cuenta de a cuántas personas hice conocer la tecnología.
Como gané tanta fama, decidí publicar la dirección de mi cartera en Twitter para que, con un explorador de bloques, mis seguidores vieran en tiempo real mis movimientos en la compra y venta de bitcoins. Esto haría que cada vez más personas se entusiasmaran y se unieran a esto.
Además, tengo una casa de empeños, por lo que siempre poseo efectivo y nunca había sido víctima de ningún tipo de ataque. Como poseo plena confianza en Bitcoin, constantemente cambio dólares por la criptomoneda. Ese 07 de julio, como de costumbre, hice el contacto en una plataforma conocida para el intercambio de criptomonedas, y se acordó la entrega del efectivo en un local comercial en un sitio muy concurrido de la ciudad, lo que me pareció que le añadía una capa extra de seguridad a la transacción.
Invité a mi hermano a que me acompañara a la entrega, ya que es mi socio comercial y suele ir conmigo a estos negocios, pero decidió quedarse atendiendo la casa de empeños. Reitero, no era la primera vez que intercambiaba dinero en efectivo por bitcoins, así que invité a un amigo de confianza, sin imaginar que sería parte de un ataque físico.
En el local comercial todo parecía ir bien, se trataba de una lavandería y varios clientes se encontraban haciendo lo suyo. El dueño del sitio, con quien había concretado la oferta, me hizo pasar a su oficina, que quedaba bastante lejos del sitio a donde los clientes pueden acceder.
Una vez adentro de una oficina particularmente grande, otros nueve hombres aparecieron, y fue el inicio del ataque físico para robar mis bitcoins. Después de varias agresiones para atarnos y amordazarnos, mi amigo y yo tuvimos que esperar lo que me pareció una eternidad, mientras los hombres revisaban una computadora y mi celular.
Al cabo de un tiempo comprendí, por las frases que logré escuchar, que se habían interesado en mí tras obtener el saldo de mi billetera, gracias a mis publicaciones en Twitter. No te imaginas, querido lector, cuánto me arrepentí de haber hecho pública esa información.
Había llegado con 500 mil dólares en efectivo, que ahora estaban esparcidos por el suelo y que se mezclaban con el hilo de sangre que salía de mi nariz. Cuando me tomaron en cuenta de nuevo, las amenazas contra mi vida y la de mi amigo se volcaron hacia la semilla de mi billetera: debía entregarla a como diera lugar.
Por desgracia para ellos, mi cartera es multifirma, por lo que necesitaban comunicarse con mi hermano para que firmara cualquier transacción saliente. Por suerte para mí, la noche ya había caído, y mi hermano no contestaba su celular, aunque las llamadas y los mensajes eran realizados desde mi dispositivo.
Mientras luchaba por no caer en un estado de inconsciencia provocado por los golpes que los autores del ataque me propinaban, pude notar que las riñas entre ellos aumentaban, y mi hermano seguía sin contestar.
Todo lo demás pasó tan rápido que todavía no puedo hilar los acontecimientos con exactitud. Comenzaron a sonar golpes en la entrada de la lavandería y mis captores, como si de prestidigitadores se tratase, recogieron el dinero, las armas y se prepararon para la huida.
Los agentes de la policía entraron y tan sólo quedábamos mi amigo y yo. Al parecer algún cliente había alertado a la policía de movimientos extraños en la trastienda.
Luego, me enteré de que mis bitcoins se mantuvieron a salvo gracias a que mi hermano había apagado su celular, para tener una velada con su novia. De haber contestado, quizás mis captores hubieran acabado con mi vida, luego de llevarse el dinero.
Desde aquella vez, mi amigo no ha accedido a salir conmigo de nuevo, y no lo culpo, descubrí que en este país los ataques físicos para robar bitcoins han aumentado de manera considerable. Afortunadamente, las autoridades lograron apresar al dueño de la tienda y a cuatro sujetos más (debo decir que su modo de operar no fue el mejor), pero cinco de ellos continúan en libertad.
Mi condena fue colocar la dirección de mi cartera en las redes sociales, y ser muy poco precavido al hacer negocios. Nunca más vuelvo a comprar bitcoins a cambio de efectivo. Lo que salvó la situación fue la medida de seguridad extra para mi semilla, por ser una billetera multifirma. Luego de investigar, supe que también puedo proteger mis bitcoins fragmentando la semilla y guardando copias en varios sitios. Desde entonces he sido más precavido con la información que comparto, y me gustaría que todos los bitcoiners aprendan la lección.
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.
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