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Los magos son los únicos que pueden producir nuevos fragmentos de magia.
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Brokenchain es el nombre de quien organiza el ritual del 51 para controlar la minería.
Capítulo anterior: Brokenchain: los fragmentos del Criptoreino – Parte I
– Ser mago no es un trabajo fácil. Requiere mucho trabajo y olvidarte de cualquier otra labor que no sea la minería de magia ¿Estás seguro de que esto es lo que quieres? A cambio de la minería de magia, ya no tendrás ni familia ni amigos.
El mago inquiere estas palabras mientras la gárgola arrastraba torpemente sus manos, para dar órdenes a una escoba que limpiaba el suelo. El lechero también miraba la parsimonia con la que la mascota de piedra organizaba los bloques con pergaminos que le pertenecían al mago o que esperaban por validación. Como se encontraban protegidos por un escudo mágico, solo la gárgola, además del mago, podía manipularlos.
– Cualquiera puede ser mago, eso es cierto. Pero exige tanto de ti mismo que muy pocos se atreven. A cambio del sacrificio, la recompensa es modesta. Pero pronto eso cambiará. Y tú eres el indicado para ayudarme.
Como el lechero se encontraba de espaldas, no pudo mirar cómo los ojos del mago se iluminaban con un color esmeralda, y una sonrisa malévola se dibujaba en su rostro. El lechero aún tenía miedo, por lo rápido que estaban ocurriendo las cosas. Pero antes de que pudiera pensar en arrepentirse, la gárgola arrastraba hacia él una silla, haciéndolo sentarse de golpe, mientras le ponía en su mano una bebida todavía espumante. Por un momento, lo aturdió la luz del recinto, que era tal que los rayos de luna no se atrevían a entrar, así como tampoco se atrevían las golondrinas a anidar en los techos de aquella torre.
– Bebe, has de tener sed. Disculpa mi falta de hospitalidad. Con todos los preparativos, mi cabeza se halla en otro plano.
Mientras el mago decía esto, sin voltearse hacia el lechero, todavía sostenía un libro para descifrar las runas y consultaba los pergaminos.
Sir Láchonas se entregó a la bebida y pronto cayó en un sueño muy plácido, como el que no había tenido desde que era niño y su madre cantaba para arrullarlo. Sintió, de hecho, cómo su madre acariciaba su cabeza, y en unos instantes perdió la noción de sí mismo.
***
– Mi señor Brokenchain, las prácticas han culminado. Pronto el ritual del 51 estará listo para ser ejecutado, pero antes debemos capturar suficientes magos que minen a nuestro favor.
La voz salía de un espectro que se materializaba en medio de la torre. Aunque se distinguían perfectamente sus facciones puntiagudas, se podía mirar a través de él y del cristal azul verdoso clavado en el suelo que le servía de recinto.
– Ten un poco de paciencia. En este instante, el mago de una torre al sur está obligando al lechero de la ciudad para que trabaje con nuestra causa. Con ello, será mucho más fácil manipular sus mentes.
– Pensé que los haríamos cambiar de parecer convenciéndolos, como hizo con ese mago.
– Yo también, pero lamentablemente, hemos descubierto a las malas que no todos los magos son tan ambiciosos como él. De hecho, la mayoría de ellos desean proteger la red, y no dejarían que una sola entidad controle la mayoría de minería de magia.
– Pensé que los haríamos cambiar de parecer convenciéndolo, como hizo con ese mago.
La voz del espectro sonaba con la misma cadencia una y otra vez.
– Trae ante mí al prisionero, deseo conversar un momento con él.
Ante los pies de Brokenchain fue lanzado un mago cuya túnica rasgada, cabello enmarañado y rostro hinchado relataban que las últimas horas habían sido muy duras. Sus piernas no podían sostenerlo en pie y apenas podía arrastrar las palabras a través de sus labios rotos.
– No lo conseguirás. La red ha sido creada para uso de todos. La minería de magia no es solo para beneficio de los magos ni una forma de acumular riquezas. Con ella funciona esta sociedad, y para protegerla, el Gran Shi’ tasso, forjador de cadenas, creó a los magos. No podrás obtener control sobre ellos. Jamás conseguirás que la magia sea solo tuya.
El mago cautivo hacía un gran esfuerzo por no sucumbir ante el dolor que sus manos posadas sobre las costillas intentaban minimizar. En la faz de Brokenchain una gran satisfacción se dibujaba, al recordar todas las veces que los magos se burlaron de él.
Rememoraba, no sin angustia, cómo negaban que el Gran Shi’ tasso se hubiera comunicado con él para fijar el nuevo destino de la red de magos. Pero había llegado el momento de su venganza. Estaba a punto de hacerse con el control mayoritario de la minería de magia, y ya no importaba si en verdad el hacedor de cadenas le había hablado o no.
Ahora podría también reorganizar los bloques, y que todos los fragmentos descifrados le pertenecieran. Cualquiera que necesitara algo de magia para realizar sus pagos diarios u otra actividad tendría que comunicarse con él. A Brokenchain le pertenecería de una vez por todas el Criptoreino.
***
Cuando Sir Láchonas despertó, se sentía lleno de energía, tanta que si no hubiera estado atado a la silla, en ese momento habría comenzado a correr hasta los límites del Criptoreino y mucho más allá. Notaba que, por alguna extraña razón, una gran ira crecía en su interior. Mientras luchaba por liberarse y por proferir un grito a través de la venda que lo amordazaba, el mago, que se había cambiado de ropa y ahora vestía una túnica de paño rojo, tocó su frente.
Como si de agua se tratara, el mago succionó en pequeños hilos la ira que el lechero tenía dentro, y la colocó en un frasco.
– Ahora ve y entrega la leche solo a las torres donde se hallen magos. Con una sola gota de esta poción en cada botella bastará para que cumpla nuestro cometido.
Sin poder rehusarse, como si una fuerza del otro mundo controlara su cuerpo, Sir Láchonas tomó el frasco y lo puso en su bolsillo. Una voz que no pudo identificar susurró a su oído que el ritual del 51 ya estaba listo, pero que hacía falta convencer a los magos. La puerta de la torre sur se cerró pesada a la espalda de Sir Láchonas, que avanzaba hacia el centro de la ciudad sin responder ante el saludo de ningún conocido.
***
La mujer del panadero se alegró tanto de la moneda conseguida por su esposo, que al día siguiente preparó un gran banquete. Un faisán con naranjas y rollos de canela eran los preferidos del panadero, quien disfrutaba de un día libre. Recostado sobre la ventana y absorto en el vuelo de las golondrinas, no se percató de que su número había disminuido, y más de la mitad de las torres de la ciudad se hallaban tranquilas, sin ninguna golondrina que alegrara sus cornisas.
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.