Hechos clave:
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Los magos son los únicos que pueden producir nuevos fragmentos de magia.
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Los fragmentos de magia son usados como moneda en el Criptoreino.
En el Criptoreino pronto se alzará el alba como de costumbre. En la panadería una nube de harina impedirá que el sol ilumine los hornos que ya huelen a pan recién hecho, pero la luz de los fogones ilumina toda la habitación de azul zafiro. El panadero, con su frente sudorosa, lee un fragmento de magia frente al fuego y los troncos ardientes comienzan a crepitar una melodía de otro mundo.
Afuera, el lechero reparte las botellas de líquido blanquecino en cada puerta, con la esperanza de reunir suficientes fragmentos de magia como para llenar una moneda de magia entera. Pero sabe que el negocio cada vez puede ir peor, porque se ha comenzado a difundir el rumor de que la leche es nociva para la salud. No quedará más remedio que cambiar de oficio en cualquier momento, o invertir los fragmentos que posee para contratar los servicios de un mago. De esta manera, cada cierto tiempo el mago le brindaría fragmentos, que con suerte podría ahorrar para tener la jubilación digna de un lechero.
El lechero dirige su vista, llena de esperanzas, a una de las torres que se alzan en el reino. Por la lejanía, no alcanza a ver a uno de los magos que se asoma por la ventana y con uno de sus dedos dibuja círculos con el polvo que se ha acumulado en ella. Él, como mago, es uno de los pocos que puede producir, unir y validar los fragmentos, aunque cada vez es menor la cantidad que se puede producir. Sabe que tiene una labor, y que por ella se le brinda una modesta recompensa… pero no puede evitar pensar que si los magos tienen tanto control sobre los fragmentos ¿no sería lógico que la mayor cantidad de fragmentos les pertenecieran?
Recuerda las palabras de su maestro, quien le enseñó que la neutralidad es una de las mayores virtudes, la única que podría proteger una economía como la del Criptoreino, y sacude la cabeza con determinación. Cierra la ventana y vuelve a su labor: hay muchos pagos que realizar y los fragmentos no van a validarse solos, es hora de volver al trabajo.
Sí, el Criptoreino se caracteriza por sus torres. Las del lado izquierdo casi todas tienen la misma altura, pero con tanta variedad de colores como las que pueden encontrarse en las praderas que las circundan. Las del lado derecho, por el contrario, varían mucho en tamaño, pero casi todas tienen un parecido: las fachadas son de piedra, ladrillo o madera. No podría decirse con exactitud quiénes viven en las torres, pero es sabido que son las preferidas por los magos, quizás porque las golondrinas eligen las cornisas para hacer sus nidos. No obstante, hay una torre que las golondrinas no usan para anidar. En uno de sus calabozos, dos magos renegados tienen una conversación que ni siquiera una golondrina debería escuchar.
– Las prácticas han culminado, mi señor. Pronto el ritual del 51 estará listo para ser ejecutado, pero antes debemos capturar suficientes magos que minen a nuestro favor.
– Paciencia. No es fácil manipular a los magos para que hagan algo contrario a la labor mecánica que han venido ejecutando durante años. Nuestro plan funcionará, pero necesitamos que el aquelarre se infiltre en las mentes de los magos y los convenza de que obtendrán muchas más ganancias minando fragmentos para nosotros.
La jornada culminó mucho mejor de lo que el panadero hubiera pensado. Un pedido incluso más grande de los que suelen hacerse cuando se organizan bailes en palacio implicó que contratara algunos ayudantes y el granero quedó vacío por primera vez en mucho tiempo, ya que toda la harina fue destinada para ello. Nunca había recibido una moneda de magia completa por su trabajo, y estaba feliz de llevarla a casa. Tanta fue su felicidad que no se preocupó por preguntar cuál sería el destino de toda aquella comida: si algo le preocupaba, podría ir con un mago a consultar el origen de aquella moneda. A fin de cuentas, todos los pagos eran públicos y cualquiera podía consultarlos, aunque no se conociera con exactitud la identidad de los emisores o destinatarios.
***
Los magos no necesitan dormir, y por eso pueden realizar su trabajo de minería de fragmentos sin descanso. Además, hay una gran cantidad de magos en tantos lugares de Criptoreino que si uno de ellos ya no pudiera minar más, la especie de red que conforman no se vería afectada: de eso se trata la descentralización, pues la “red” no es controlada por una entidad central.
Cuando las lunas se encuentran en su punto más alto, uno de los magos se está absorto en su trabajo. La luz rebota en su túnica, como si de un diamante se tratara. Con una mano, el mago consulta los pergaminos, y con la otra sostiene un libro para descifrar las runas. Mientras hace esto, siente como alguien se ha detenido frente a la puerta. Con un leve movimiento de cabeza, como si asintiera para sí mismo, envía a su gárgola guardián a abrir, y el lechero, que estaba husmeando las inscripciones del muro, intrigado porque hubiera otra torre sin golondrinas en el pueblo, da un salto hacia atrás asustado.
“Los magos son criaturas tanto misteriosas como peligrosas”, piensa, y decide que lo mejor será seguir a la gárgola que lo ha invitado a entrar. Se encuentra en una estancia llena de libros, pergaminos y toda clase de objetos interesantes, como una calavera de unicornio con un fuego fatuo danzando en su interior. Mientras avanza, siente como la temperatura baja de golpe, y justo antes de abrazarse a sí mismo en un movimiento mecánico, una capa se posa automáticamente en sus hombros para abrigarlo.
– En qué puedo servirle, Sir Láchonas Tercero. Profiere el mago.
“¿Cómo sabe mi nombre?” Piensa el lechero, pero decide que se trata de uno de los dones que la magia puede conferir.
– Un… un placer, señor mago. He venido con usted para conocer más sobre cómo funciona la minería de magia.
– Bastante directo. Expresa el mago con una expresión indescifrable para el lechero. ¿No han sido útiles la cantidad de códices repartidos en el reino? Pregunta.
Antes de que Sir Láchonas pudiera responder, el mago continuó su charla.
– Está bien. Te explicaré. La minería de magia es una especie de juego de azar y el mago más afortunado (o con más poder) es el que encuentra la moneda de magia que será inscrita en los pergaminos. Luego, según los pobladores lo necesiten, esa moneda se irá fragmentando y pasando de mano en mano. Cada mago recibe una recompensa por su trabajo, que puede gastar o ir acumulando con el fin de que se vuelva más poderosa… ¿Quieres volverte mago, no es así?
Hasta ese momento ni siquiera el lechero se había atrevido a formularlo. Pero sí, eso era lo que más ansiaba, y lo que lo había llevado hasta la segunda torre sin golondrinas del pueblo.
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.