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Antonopoulos confía en la utilidad de bitcoin aunque la masificación todavía no esté allí.
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El autor ve a BTC como un bote salvavidas, aunque cree que por ahora no puede rescatar a todos.
Andreas M. Antonopoulos es sin duda una de las figuras más reconocidas del ecosistema. Con una audiencia de más de 500.000 seguidores en Twitter y siendo el autor de best sellers como El Internet del Dinero y Mastering Bitcoin, el educador tiene una larga trayectoria en el ecosistema, que se remonta a los orígenes de la criptomoneda original.
En el marco de la séptima edición de LaBitConf que se realizó este mes de diciembre en la capital uruguaya de Montevideo, Andreas aceptó conversar con el equipo de CriptoNoticias.
Hace un par de semanas comentó en su cuenta oficial de Twitter que estaba buscando participar en nuevos podcasts «no americanos, no de inversión/finanzas, no de hombres, no de personas blancas. No puedo cambiarme a mí (soy mucho de lo anterior), ¡pero podemos cambiar la otra parte!». Con esa invitación, comenzó esta charla.
La primera impresión que se tiene de Antonopoulos es que es un educador nato. Se le da muy fácil hablar con todos en la habitación. Con más de 370 videos en su canal de YouTube, un podcast, e innumerables charlas en su haber, confiesa que ha aprendido a enseñar por repetición a través de ensayo y error.
Su trabajo ha sido traducido a más de 30 idiomas y personalmente entiende seis. El español es uno de ellos, asegura riendo mientras nos preparamos para la entrevista que aunque entiende cada vez más, en español no pasa de las conjugaciones en tiempo presente. Últimamente ve series en este idioma para entrenar el oído.
Andreas es de origen griego. Mientras intercambiamos frases en nuestros respectivos idiomas nos enseña a decir «buenos días» y «te quiero». Asegura que nunca enseña a decir malas palabras, confirmando la aparente dulzura de su carácter de maestro. Confiesa que los griegos suelen tener nombres largos y complicados.
Comenzamos la entrevista hablando de uno de los tópicos más comunes de sus charlas introductorias al dinero digital: su experiencia con la hiperinflación durante su infancia, y cómo se relaciona con la inestabilidad económica latinoamericana.
El dinero es algo que nadie nota mientras funciona, pero cuando deja de funcionar todo deja de funcionar. Ser capaz de ignorar el dinero como sistema es un lujo fantástico porque cuando deja de funcionar no puedes ignorarlo… Siempre tuve una fascinación técnica con Bitcoin y mientras iba entendiendo más y más su impacto político, allí fue cuando se conectó hacia atrás a mi infancia. De hecho, no fue hasta que vine a Argentina por primera vez en 2013 a hablar de la tecnología de Bitcoin, que fui confrontado por la muy real política de la criptomoneda. Un país que tenía una crisis monetaria y que se conectó de repente con mi infancia.
El educador asegura que Bitcoin no es la única solución, pero que es una gran alternativa. Introduce la opción de tener una moneda de libre circulación que se puede usar, incluso cuando el gobierno es corrupto o está determinado a mantener a sus ciudadanos cautivos y cerrar sus fronteras. Sin embargo, aunque asegura que es un puente, reconoce que no es una solución inmediata a los problemas que aquejan hoy en día a muchos ciudadanos de América del Sur, especialmente en Venezuela.
Hoy, no suficientes personas pueden acceder a ese escape. Bitcoin no está listo para ayudar a Venezuela. Venezuela no está lista para Bitcoin. Es desafortunado, ¿cierto? Así como en sus días tempranos el internet no ayudó a ninguna revolución ni democracia… Incluso ahora no lo hace, pero le da cada vez más oportunidades a las personas de ver que el mundo es diferente. Creo que mucho del comportamiento humano comienza cuando ves que tienes otra opción. Solo saber que otra opción existe es muy liberador.
Andreas cree que Bitcoin no está listo para servir a países como Venezuela o Corea del Norte, donde la infraestructura tecnológica está deteriorada. Pero tampoco cree que pueda hacerlo el dólar. La moneda estadounidense enfrenta otros retos como los robos, la falsificación y el control gubernamental. Asegura que todo lo que puede verse ahora de Bitcoin es la promesa y que incluso a veces se necesita demasiada imaginación para creerla.
Sin embargo, tiene esperanza en el futuro. Compara la tecnología con el inicio de los teléfonos satelitales, que en menos de 50 años se han masificado al punto de que se puede conseguir un celular por menos de quince dólares que funcione en cualquier parte del mundo. Por ello, dice que la verdadera pregunta es dónde estará Bitcoin en diez o quince años, si hipotéticamente todo lo que necesita para usarse es una forma de comunicación con el resto del planeta.
Antonopoulos confía en la utilidad de Bitcoin aunque la masificación aún no esté allí. Cita el ejemplo de un amigo en Venezuela que utiliza la criptomoneda para enviar remesas a su familia, por lo que resalta su capacidad de ser subdividido en partes mínimas. En una economía hiperinflacionaria, bitcoin le permite comprar solamente los bolívares que necesitan para vivir durante la semana, mientras que mantiene el resto del valor resguardado.
Destaca así la importancia de esta característica que en un principio le parecía poco importante, pero que es realmente útil en esta situación. Andreas piensa que con las condiciones adecuadas, si una Venezuela comenzara a suceder en veinte años en otra parte, quizá se podría salvar financieramente a un tercio de la población sin que necesiten salir del país.
La conversación puede resumirse en una frase: «bitcoin es el dinero del futuro, pero no siempre es el dinero de hoy». Por ahora, representa un prototipo de bote salvavidas económico que promete la oportunidad de rapidez, protección a la censura y descentralización. Pero, por ahora, no es el bote salvavidas que rescatará a todos. Son generalmente los más pudientes quienes tienen acceso a este dinero, incluso en Venezuela.
Cerramos nuestra charla con esperanza en el rápido desarrollo tecnológico de las criptomonedas y la importancia de su naturaleza descentralizada. Andreas considera que el poder de los individuos, a través de la tecnología, es indetenible. Resalta así que la privacidad es además, uno de los derechos humanos fundamentales.
La entrevista completa en el siguiente video: