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La nueva regulación convierte a las stablecoins en herramientas de vigilancia estatal.
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A nivel global, esta jugada busca proyectar el poder del dólar.
Bryan Steil, miembro de la Cámara de Representantes por el partido republicano de Estados Unidos, proclamó ante el pleno el amanecer de una nueva era para las criptomonedas.
Esto debido al reciente avance regulatorio del proyecto de ley CLARITY, que para él representa el pistoletazo de salida de una «edad de oro» de la innovación financiera, una que, según sus defensores, asegurará el liderazgo global estadounidense.
«Señor Presidente, lo que queremos es que la innovación y el desarrollo no se produzcan en las salas de juntas ni en los despachos de abogados», declaró el legislador. «Queremos que ocurran en sótanos y dormitorios, asegurando que Estados Unidos lidere. La revolución no es una cuestión partidista. Es una cuestión estadounidense», agregó.
Sus palabras resuenan en las redes sociales, donde algunos miembros reaccionaron señalando: «¡Qué inspirador! La era dorada de los activos digitales por fin ha llegado», comentó la usuaria Jessica en X, repitiendo su mensaje.
«Claridad regulatoria = crecimiento imparable. ¡Vamos!», añadió un entusiasta de seudónimo Mark. La sensación general entre sus partidarios es que el país está tomando la delantera. «O lideramos o dejamos las riendas a nuestros rivales. No hay término medio», sentenció la cuenta TheCoinZone.
El proyecto CLARITY busca establecer un marco regulatorio claro para determinar qué activos digitales son securities bajo la jurisdicción de la SEC o commodities bajo la CFTC. Así, pretende borrar la incertidumbre que ha reinado en el ecosistema durante años y generado múltiples casos judiciales.
La Cámara de Representantes aprobó la iniciativa el jueves 17 de julio, junto con otros dos proyectos: GENIUS, que establece una regulación para las stablecoins, y Anti-CBDC, que impide la creación de monedas digitales de banco central (CBDC).
A diferencia de GENIUS, que fue firmado al día siguiente por el presidente Donald Trump convirtiéndose en Ley, tanto el proyecto CLARITY como Anti-CBDC aún requieren otros procesos legislativos para ser promulgados.
Sin embargo, bajo la superficie de la celebración legislativa de sus avances, emerge una perspectiva mucho más crítica y compleja que cuestiona la verdadera naturaleza de esta llamada «edad de oro».
La CBDC por la puerta trasera
Un usuario, de nombre Colin Addison, expresó en X un contundente rechazo a la nueva regulación que, si bien incluye la prohibición de las monedas digitales de banco central (CBDC), también podría estar abriendo una puerta trasera de manera oculta.
«¡¡¡NO QUEREMOS LA CBDC!!!!!! ¡Punto final!», señaló Addison. Desde su visión, la Ley GENIUS, firmada por el presidente Trump la semana pasada, es un paso hacia el fortalecimiento del dominio del dólar y, potencialmente, ofrece una vía encubierta para introducir una CBDC.
Su postura refleja una preocupación compartida por algunos sectores sobre las implicaciones de las monedas digitales centralizadas, especialmente en términos de privacidad, control gubernamental y autonomía financiera, asociadas a la regulación de stablecoins bajo esta nueva legislación.
Sobre ello profundiza un artículo editorial de CriptoNoticias, en el que se señala que Estados Unidos no está prohibiendo las CBDC, sino simplemente haciéndoles un «rebranding».
El argumento central es que la Ley GENIUS, que regula las stablecoins, transforma a estas monedas estables respaldadas por el dólar en las verdaderas CBDC de facto de Estados Unidos.
La estrategia, calificada de «genialidad» por sus críticos como su traducción, consiste en ganarse el aplauso del sector al prohibir una CBDC estatal directa, mientras se introducen sus características de control y vigilancia a través de empresas privadas.
«Todo esto es un juego de definiciones», señala el editorial de CriptoNoticias. La ley obliga a los emisores de stablecoins (como Tether o Circle) a cumplir con las mismas regulaciones de vigilancia que los bancos tradicionales, incluyendo Reportes de Actividades Sospechosas (SAR) y Programas de Identificación de Clientes (CIP).
En la práctica, esto convierte a las empresas de stablecoins en «agencias de gobierno de facto», profundizando la vigilancia financiera en lugar de fomentar la libertad que muchos asocian con las criptomonedas.
Este es un «Bretton Woods silente», se argumenta en el editorial, donde el dominio del dólar se restablece no en las reservas de los bancos centrales, sino directamente en los ahorros y pagos de millones de personas en todo el mundo, muchas de las cuales usan stablecoins para protegerse de la inflación en sus propios países.
Por lo tanto, mientras el discurso oficial habla de innovación en «sótanos y dormitorios», la realidad legislativa parece construir un sistema que centraliza el control, favorece a los grandes jugadores financieros y convierte a las stablecoins en una herramienta de política exterior.
La «edad de oro» de los activos digitales parece haber llegado, pero la gran pregunta que queda en el aire es: ¿una edad de oro para quién? o ¿quizás esa edad de oro ya llegó con bitcoin hace 16 años?