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Desde un punto de vista, la adopción podría definir el camino de una cripto-nación.
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La regulación de las criptomonedas (o la falta de ella) pueden ser vitales para una cripto-nación.
Los datos sobre adopción de criptomonedas en Venezuela revelan el estatus de estas tecnologías económicas en el país. Muchas personas usan o conocen bitcoin (BTC), ether (ETH) o stablecoins como USDT. Existen regulaciones, academias y numerosas compañías relacionadas con el ecosistema. Todos hablan de criptomonedas en Venezuela, pero ¿es una cripto-nación?
Este fue el tema de una conferencia titulada «Venezuela: ¿la próxima cripto-nación», celebrada en la Caracas Blockchain Week. En el encuentro participaron especialistas en el tema, quienes debatieron sobre los factores que intervinieron en el incremento de la adopción de criptomonedas en el país y los retos y obstáculos que se presentan en el día a día de un usuario de criptomonedas.
Aarón Olmos, economista y profesor del posgrado del instituto IESA, opina que en Venezuela las personas adoptan las criptomonedas «no por obligación, sino por necesidad. Por el deseo de tener una vía alternativa de transferir valor digital».
Esta necesidad es una consecuencia de vivir en una economía en crisis, opina Olmos. «Muchas personas en Venezuela no hubiesen llegado al tema de los criptoactivos, no hubiesen aprendido de trading, de minería, de finanzas o incluso de temas legales si el bolívar no hubiese estado en las condiciones que estaba», argumenta.
Según Luis Marín, CEO de la página de divulgación Monitor Cripto, condiciones como la hiperinflación, reportada por CriptoNoticias, y la imposibilidad de pagar servicios y productos del exterior impulsó a los ciudadanos a buscar alternativas para resolver los problemas cotidianos. También sugiere que el concepto de cripto-nación define a un país que «permite que los ciudadanos tengan la libertad de acceder a una economía que sea entre centralizada y descentralizada».
Marín argumenta que el ejemplo de El Salvador permite reconocer cómo la ley politizó el uso de Bitcoin. De manera que, en ese caso, hay una contraposición entre el uso de criptomonedas por elección y el uso por obligación.
Al respecto, insiste en que el Estado sabe que no tiene la capacidad de prohibir el uso de criptomonedas. Por lo tanto, debe ser «permisivo y debe crear los instrumentos regulatorios». Añade: «la diferencia entre una cripto-nación y un Estado que dicta una medida respecto a criptomonedas, está en la adopción real». Y en ese sentido, el analista concluye que Venezuela es líder en la región.
La educación y el incentivo gubernamental en una cripto-nación
Olmos considera que, en términos del ciudadano, «tenemos que pasar por un proceso de aprendizaje, de autoeducación, autoconocimiento, autoexperimentación». Y, en Venezuela, se ha dado un escenario donde los divulgadores, «más allá del uso de la especulación financiera y evidentemente lejos del tema de la estafa, dan a entender los criptoactivos como lo que son: un medio alternativo de pago descentralizado, sin participación de poderes gubernamentales».
Para Editza Oliveros, de la firma de servicios y asesoría sobre tecnología Q&A Consulting, a pesar de que Venezuela cuenta con un marco regulatorio avanzado, todavía queda mucho camino por recorrer, sobre todo en materia tributaria. «Una de las experiencias de El Salvador, precisamente, es buscar que esos enriquecimientos tengan un tipo de beneficio fiscal».
En Venezuela se eligió un camino distinto. «Por ejemplo, tenemos el impuesto a las grandes transacciones financieras, donde todas las transacciones que se realicen en Venezuela con criptoactivos o divisas tienen un pago adicional del 3%. Sin menoscabo que la ley del IVA establece en su cuerpo normativo la posibilidad de gravar entre un 5% y 25% si haces pagos con criptomonedas», explica Oliveros.
Los panelistas coincidieron en el hecho de que los pasos que dio la sociedad venezolana, en términos de adopción, fueron impulsados por condiciones particulares de una economía cabizbaja. Además de infraestructuras en decadencia, normas que impedían que las personas tuviesen acceso a servicios y productos que no existían en el país, los problemas con el dinero en efectivo y los controles cambiarios.
Las «criptomonedas llegaron, en su momento, a solventar muchos problemas», concluyó Aarón Olmos. Pero incluso con una adopción creciente y un marco regulatorio bastante definido, los panelistas también coincidieron en que falta un largo camino por recorrer para que Venezuela sea considerada una cripto-nación.