El servicio secreto estadounidense realizó el pasado martes 18 en Perú la mayor incautación de monedas falsas de la historia de la agencia. La agencia gubernamental, o al menos una parte de los oficiales, se encontraba junto al presidente Barak Obama en la nación suramericana para una reunión con líderes de Asia y el Pacífico cuando se realizó la redada.
30 millones de dólares falsos fueron incautados por el servicio secreto norteamericano en 54 casas y apartamentos de la capital peruana, Lima. Además del dinero en efectivo, decomisaron las prensas de imprentas y algunos billetes de Euro y Yenes japoneses falsos.
La operación llevó por nombre “Operación Sunset”. Requirió una organización de dos años y el apoyo de 1500 policías peruanos. El agente americano principal de la operación, quien se identificó solo como José, dijo que la operación había tenido “un enorme impacto” porque los falsificadores peruanos “están entre los mejores del mundo.
La falsificación de billetes es una forma muy común de fraude, una que las autoridades financieras y de inteligencia no han conseguido detener.
Anteriormente, se falsificaban monedas a través de la mezcla de metales pesados como el oro y la plata con metales de menos valor, tal como el cobre o el bronce. Con la perdida de vigencia de este tipo de monedas, la falsificación, al igual que la economía, fue migrando hacia los billetes. Hoy día la falsificación de billetes se centra en la moneda de referencia, lugar que ocupa en la actualidad el dólar estadounidense; y seguido de esta se encuentra la falsificación del euro y del yen japonés.
Bitcoin para combatir la falsificación
Solucionar este problema común en las monedas fiduciarias es posible con la adopción de Bitcoin. Pues la criptomoneda creada por Satoshi Nakamoto en 2008 ofrece unicidad en cada una de las transacciones, y por supuesto, en cada uno de los Bitcoin (BTC) minados.
El protocolo Bitcoin asigna un código alfa-numérico único y no reescribible a cada bitcoin, que funciona como identificador: el hash. Dicho hash es asignado a cada BTC o fracción del mismo, con lo que el minero (persona encargada de procesar la transacción) puede confirmar que la moneda en cuestión nunca ha sido usada y que la transacción es única y así proceder a incluirla en un bloque de la cadena de bloques. Este proceso culmina una vez que los nodos de la blockchain comprueban que el hash del bloque es único y que las transacciones que contiene son todas originales.
El carácter inmutable de la cadena de bloques asegura que los hashes no podrán ser modificados ni falsificados, y hace necesario crear un nuevo hash único cada vez que se realiza una transacción en Bitcoin. Por ejemplo, durante una transferencia de fondos se genera uno para el monto a enviar y otro para el dinero que resta en tu cartera. Siendo así, existen miles de millones de hash que no pueden ser reusados y por ende no son admitidos en ninguna cadena de bloques.
A Albert Einstein le adjudican la frase “Hacer lo mismo y esperar resultados diferentes es la definición de locura”, aquí no importa demasiado si en realidad el genio de la física dijo o no esta frase. Lo importante es preguntarnos sí el problema del dinero falsificado será resuelto persiguiendo a quienes producen los billetes falsos (lo que han venido haciendo) o por el contrario, si las instituciones castrenses deciden cambiar su método de búsqueda hacia un nuevo enfoque con la potencialidad de acabar de raíz los crímenes asociados a la falsificación monetaria.
¿Será esta la oportunidad de probar la utilidad de bitcoin en un área específica para la cual nunca antes se había considerado?