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Las lucha de los bancos por mantener el poder establecido se sostiene en omisiones.
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La transgresión de Bitcoin apunta hacia un cambio de paradigma, que evada los secretos de terceros.
No me siento identificado con quienes miran el recorrido de Bitcoin como un hecho inevitable, ni con quienes inventan obstáculos predecibles para frenar un hecho. Porque comprendo que Bitcoin es más que una posibilidad o un destino: es la prueba del presente golpeando el rostro de estructuras de poder cansadas o al menos descubiertas en sus obstinados intentos de guardar los secretos que sostienen el parapeto.
El hecho evidente es que todo bitcoiner que he conocido -probablemente influenciado por ideales cypherpunks- se inclina en todo momento por compartir lo que sabe. Un bitcoiner comprende que el conocimiento es poder, pero no como ha sido concebido hasta tiempos recientes. El conocimiento no es la capacidad de usar un arma secreta contra el enemigo o aprovechar la ventaja que proporciona un dato único, oculto entre todos los datos del sistema. Al contrario, un bitcoiner comprende que todos los datos son valiosos mientras más personas los compartan.
¿Alguna vez has escuchado hablar a un banquero sobre cómo funciona el sistema de endeudamiento? ¿Has visto a un banquero hablar libremente de cómo se archivan los datos en determinada institución comercial? ¿Quién ha visto en una de estas casas de la apariencia el texto explicativo sobre cómo la Reserva Federal administra el presunto capital que autoriza todos los préstamos que han ofrecido a lo largo del tiempo y que ofrecerán sin fin hasta que cada burbuja valga más que todas las Reservas Federales del planeta? ¿Lo han dicho ellos?
Solo para citar un ejemplo de lo que no nos dicen -y muchos saben-, comentaré algo sobre los sistemas de endeudamiento que sostienen a las economías bancarias.
¿Cómo llegó este dinero aquí?
El objetivo de la reserva fraccionaria ha probado ser el vehículo para el arte de prestidigitación más prolongado de la historia. Nadie podría comprender nunca cómo la reserva fraccionaria de los bancos comenzó con depósitos de oro que probaban, según ellos, que cada banco comercial poseía 90% más que lo que habían declarado. De modo que si todos los bancos agotaran los depósitos de oro en las reservas fraccionarias del sistema financiero global, pero fuesen capaces de prestar 20 o 30 veces esa cantidad (permítanme exagerar o quedarme corto), ¿cómo quienes recibieron préstamos, y debían pagar intereses, iban a devolverle al banco el 100% de lo que recibieron entre todos (multiplicado por 20 o 30) y al mismo tiempo sumar a ese monto total los intereses?
Los sistemas de deudas sugieren que si el dinero que emiten los bancos está respaldado en la reserva fraccionaria, cada banco comercial, incluyendo a la Reserva Federal o al Banco Central, debe recibir tarde o temprano el pago de la deuda de todos. Pero si la reserva es finita, si el dinero está todo distribuido, ¿cómo todos los prestatarios van a devolver más dinero de lo que ya existe en el mercado? No es posible. Tampoco auditar personalmente el sistema bancario, a diferencia de Bitcoin y otras redes públicas de criptomonedas. Satoshi Nakamoto comentó lo siguiente en el foro de P2P Foundation, el 11 de febrero de 2009:
Se debe confiar en los bancos para retener nuestro dinero y transferirlo electrónicamente, pero lo prestan en oleadas de burbujas de crédito con apenas una fracción de reserva. Tenemos que confiar en ellos con nuestra privacidad, confiar en que no permitan que los ladrones de identidad agoten nuestras cuentas.
Satoshi Nakamoto.
Un ejemplo de esto es la reciente medida tomada por el Banco Central de España, que cobrará más intereses a los bancos comerciales por su exceso de liquidez, aunque de manera escalonada, para que los bancos no sufran la penalización a corto plazo (nadie quiere que el banco sufra, claro). Además, van a reactivar la compra de deuda mensual por USD 20.000 millones al mes. Lo que queda en evidencia aquí, es que en ese intento de abrogarse el papel de salvadores de la economía europea, el Banco Central de España presiona indirectamente a los clientes de los bancos y no a los bancos en sí mismos, cumpliendo esa máxima de los libertarios que juzga el sistema financiero dominante: «privatizar las ganancias y socializar las pérdidas».
En un entorno como este nació Bitcoin. La facilidad de liquidez inundó las economías globales a lo largo de una década y precipitó la caída de los mercado, haciendo caer hace diez años justamente a quienes habían adquiridos deudas que luego no pudieron pagar, quizá porque se les había hecho creer que los préstamos son positivos para el crecimiento familiar o personal. Podría ser cierto, pero no con un sistema que está diseñado para que la deuda nunca pueda ser saldada por cada uno de quienes han pedido préstamos.
No confíes, verifica
Lo que sugiere El Libro Blanco de Bitcoin es que no hay manera de desligarse de los sistemas de intercambio de valor. Pero lo que sí se puede hacer es otorgar a quienes usan el dinero la potestad de conocer la historia de los intercambios y la garantía de que una unidad de valor no puede duplicarse -debido a que el dinero puede estar diseñado para impedir el doble gasto en los intercambios electrónicos- o multiplicarse sin control de manera fantasmática como en las reservas fraccionadas de los bancos centrales. Satoshi Nakamoto argumenta sobre el suministro de dinero en Bitcoin, en un mensaje escrito el 18 de febrero de 2009:
(…) no hay nadie que actúe como banco central o reserva federal para ajustar la oferta monetaria a medida que crece la población de usuarios. Eso habría requerido que una parte confiable determine el valor, pero no conozco una forma de que el software conozca el valor real de las cosas. (…)
(…) En lugar de cambiar el suministro para mantener el mismo valor, el suministro está predeterminado y el valor cambia. A medida que la cantidad de usuarios crece, el valor por moneda aumenta. Tiene el potencial para un ciclo de retroalimentación positiva; a medida que los usuarios aumentan, el valor aumenta, lo que podría atraer a más usuarios para aprovechar el incremento de valor.
Satoshi Nakamoto.
Dada las circunstancias, es muy difícil separar el valor que han adquirido los productos y el dinero de la historia de sus propios intercambios, sobre todo porque la distribución de la riqueza se ha convertido en una especie de prueba vergonzosa sobre qué hemos hecho como sociedades en el tiempo que tenemos en la tierra. No está mal, pero pudo haber sido mejor.
Y como es difícil que el valor que recorre los sistemas financieros tradicionales se haga transparente de la noche a la mañana, la tarea de los bitcoiners parece utópica. Tomemos en cuenta que un bitcoin legítimamente registrado en un archivo distribuido, que es casi imposible de modificar y que nunca ha sido hackeado, se intercambia en el mercado especulativo por el dinero que proviene de las reservas federales, cuyo pasado y destino no conocemos en muchos casos.
En este punto, los banqueros del gremio de los escépticos parecen coincidir. Debido a que el dinero del banco central ha sido emitido sin control, parece inconcebible la idea de que otra unidad de cuenta, otra plataforma de intercambio que no necesita intermediarios, otro sistema de seguridad compita con una manera de determinar el estado de las cosas que a lo largo del tiempo ha ido configurando una forma de control de los gobiernos, quienes en contados casos hablan de Bitcoin sin saber:
(…) puede existir un problema de asimetría de la información que se genera por dos causas. La primera surge como resultado de la complejidad de los procesos matemáticos y criptográficos que soportan a los activos virtuales (sic) y la dificultad para que los usuarios conozcan dichos procesos. La segunda causa proviene de la complejidad de los factores que determinan el precio de los activos virtuales (sic).
Banco de México. Diario oficial, 8 de marzo de 2019.
Estos prejuicios, aparentemente inocentes o concebidos de buena fe, parece, no lo sé, una metamorfosis de estas formas de control, aunque con una faz cambiante, que persiste en mantener el status quo. La postura oficial de la entidad se desprende de la postura personal de uno o varios de sus directivos. No es sorpresa que el Banco Internacional de Pagos, conocido como el banco de los bancos, sostenga una posición similar de escepcitismo y rechazo. Debido, en parte, a que ahora es conducido por Agustin Carstens, antiguo gobernador del Banco de México.
¿Quién tiene el control?
En comparación con el sistema bancario, las decisiones personales son más difíciles de proponer en el algoritmo de Bitcoin. Por lo tanto, es más dificil imponer algún tipo de control sobre el resto de las personas. El hecho de que el código de Bitcoin ha sido mejorado por la participación de al menos 649 personas, quienes han realizado más de 21 mil confirmaciones de cambios en el código de Bitcoin, indica que el carácter colaborativo predomina por encima del espíritu empresarial del mundo de las finanzas tradicionales. Y estas cifras son apenas una pequeña fracción de quienes desarrollan llaveros, redes de segunda capa, juegos, cadenas laterales, hardware de mineríay más.
Sin embargo, hay un nuevo factor sobre la evolución del control ciudadano a través del dinero que controlan los bancos: se trata del presupuesto de que todo el dinero en efectivo desaparezca poco a poco de los mercados y de las estructuras de intercambio sociales. Aunque parezca contracorriente, el dinero en efectivo representa una de las últimas formas de anonimato real del sistema financiero tradicional. Es la razón por la que en el cine y en la vida real los delincuentes prefieren el efectivo y no transacciones bancarias, y mucho menos Bitcoin.
La desaparición progresiva del dinero en efectivo podría crear una nueva dependencia hacia los sistemas de registro de los bancos, que han probado a lo largo del tiempo ser ineficientes y poco transparentes. Siempre existe la posibilidad de que el sistema sea vulnerado, cambiado a discreción o que sirva para compartir información privada. Y jamás nadie se ha tomado la molestia de explicar cómo funciona, al menos para estar prevenido o siquiera para ayudar a mejorarlo. Muchas mentes funcionan mejor que una, otra máxima de los bitcoiners que conozco.
Las discusiones públicas que involucran a los banqueros muchas veces giran en torno a ese tópico de la inocencia de las comunidades, que intenta establecer la idea de que las personas no son lo suficientemente inteligentes para manejar sus propios recursos y por lo tanto necesitan la ayuda de alguien más capacitado. Desde ese punto de vista, Bitcoin es dificilísimo de comprender.
Otro punto de vista no es tan evidente en sus intenciones, sino que dice: nosotros queremos una porción del futuro, pero a nuestra medida. «Blockchain sí, Bitcoin no», reza el mensaje publicitario. Los banqueros más que nunca necesitan a Bitcoin como chivo expiatorio, como bandera de compromiso con el futuro de la tecnología, como enemigo mortal.
Pero hay un tercer grupo, muy interesante, por cierto, de economistas, empresarios y curiosos que admite que sí, que Bitcoin tal y como ha sido concebido es el medio para cambiar el modo en que se distribuye el valor y se piensa en la seguridad de los intercambios, aunque al principio haya sido visto solo como un producto más de un portafolio de activos.
El temor de quienes detentan el poder es claramente la posibilidad de que un día ya no tengan poder, que se haya transformado o desplazado a otras instancias. Sin embargo, Bitcoin representa esa puerta para comprender las instancias de poder, pero desde la discusión y el enfrentamiento de las ideas. Solo el conocimiento compartido es poderoso.
Descargo de responsabilidad: los puntos de vista y opiniones expresadas en este artículo pertenecen a su autor y no necesariamente reflejan aquellas de CriptoNoticias.