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Al ser accesible para todos, Ethereum también sirve a quienes desean crear sistemas cerrados.
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“Huele a otra cadena de consorcio”, dijo Preston Van Loon sobre Tempo, nueva cadena corporativa.
La promesa de Ethereum como la «computadora financiera mundial» que dotaría a las instituciones y entidades de reglas y principios (descentralizados) se convirtió en una princesa durmiente, al menos por ahora. Y no por un colapso técnico, sino por una desviación filosófica que debilita la idea primigenia de las finanzas descentralizadas basadas en criptografía.
Como señalé en mi artículo reciente en CriptoNoticias, esto está pasando gracias a la tendencia de grandes empresas de crear redes propias que, aunque compatibles con la máquina virtual de Ethereum (EVM), abrazan un modelo centralizado que traiciona los principios de la descentralización.
Empresas como Stripe, con su L1 Tempo, Circle con Arc y Tether con Stable, no están entrando en fila para integrarse a Ethereum, como se esperaba. En cambio, están construyendo sus propias cadenas, sus propias capas de liquidación, diseñadas para operar bajo control y derechos selectivos.
Estas redes, aunque híbridas puesto que integran algunas funcionalidades no permisionadas, están lejos de ser ecosistemas abiertos. Tienen el potencial de riesgo de apoyarse en consorcios de pocos nodos controlados por insiders o validadores privados. Esto les permitiría imponer censura, cumplir con regulaciones y, en última instancia, desnaturalizar el propósito de las redes distribuidas inspiradas en Bitcoin.
En esta nueva tendencia existe un conflicto nuclear sobre la naturaleza filosófica del código abierto. Estas nuevas redes corporativas usan la tecnología de Ethereum —su EVM o máquina virtual, que es de código abierto— como base para construir sistemas que, en la práctica, son “ledgers bancarizadas”.
Estas plataformas no buscan la transparencia ni la resistencia a la censura que Ethereum y Bitcoin promovieron desde sus inicios. Por el contrario, aprovechan la infraestructura de Ethereum para alcanzar eficiencia y control, creando versiones filosóficamente empobrecidas de Ethereum donde la coacción financiera es posible.
Unos comentarios recientes en redes sociales ilustran esta preocupación y se alinean con lo que pienso. En un post de X del 4 de septiembre de 2025, Preston Van Loon (@preston_vanloon), un desarrollador de Ethereum, expresó su escepticismo hacia Tempo como una cadena de nivel 1 (L1), señalando su falta de diversidad de clientes como un riesgo mayor y cuestionando su justificación como L1 en lugar de una L2 sobre la red de contratos inteligente. Montar proyectos como L2 en Ethereum permite a las nuevas cadenas usufructuar la seguridad y descentralización de la red.
Van Loon también sugirió que Tempo “huele como otra cadena de consorcio”, lo que resuena con la idea de que la tecnología de Ethereum está siendo cooptada para fines centralizados.
El código abierto, la gran fortaleza de Ethereum, permite esta paradoja. Al ser accesible para todos, también lo es para quienes desean crear sistemas cerrados.
La máxima virtud del código abierto se convierte así en su mayor debilidad: cualquiera puede usarlo para construir, pero también para suplantar, reemplazando la descentralización por un control centralizado disfrazado de innovación.