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Mientras el proyecto estatal se desvanece, el de las comunidades propera.
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Ciudadelas como Bitcoin Berlin crean economías circulares reales y orgánicas.
El eco de la Ley Bitcoin, que en 2021 convirtió a El Salvador en el primer país en adoptar la moneda digital como dinero de curso legal, se ha apagado en los pasillos del Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo, en las calles y comunidades salvadoreñas, late un movimiento más profundo, uno que no nació en un palacio de gobierno, sino en la tienda de la esquina.
Cuando El Salvador anunció su apuesta por bitcoin (BTC), liderada por el presidente Nayib Bukele, el mundo celebró una revolución financiera, la propuesta de una futurista Bitcoin City y el desafío al sistema monetario tradicional. Sin embargo, los datos luego muestraron un panorama distinto.
Un estudio publicado en la revista Science (2022), basado en una encuesta a 1.800 hogares y un análisis de transacciones en la Chivo Wallet, concluyó que la adopción de bitcoin como moneda de uso diario es prácticamente nula. Añade que solo un pequeño grupo de turistas y usuarios previos de BTC lo utiliza regularmente, con un pico en septiembre de 2021 impulsado por el bono de 30 dólares ofrecido por el gobierno.
El informe detalla que solo el 40% de los encuestados descargó Chivo Wallet inicialmente, pero su uso cayó drásticamente, con la mayoría de las transacciones realizadas en dólares. Las principales barreras fueron falta de comprensión del uso, desconfianza y una preferencia arraigada por el efectivo.
La encuesta Rumbo País 2024 de la Universidad Francisco Gavidia (UFG) refuerza este diagnóstico al señalar que el 92% de los salvadoreños no usa bitcoin para transacciones. Esto representa un aumento respecto al 88% reportado en 2023 por el IUDOP de la UCA. Solo el 7,5% declaró haber utilizado bitcoin alguna vez.
Luego, la presión internacional redefinió el panorama. Informes del FMI (2025) indican que, para asegurar un préstamo de 1.400 millones de dólares, el gobierno de Bukele ajustó la Ley Bitcoin, destinando el uso de la moneda digital al sector privado de manera voluntaria.
Por otro lado, la promesa de inclusión financiera chocó con una penetración de internet del 48,6% —por debajo de la media centroamericana— y una baja alfabetización digital. Sin embargo, después de todo, calificar el experimento con bitcoin en El Salvador como un fracaso sería una lectura incompleta. Esto se debe a que, mientras la iniciativa estatal languidece, un movimiento orgánico y descentralizado está tomando forma.
El verdadero motor son las comunidades de bitcoin
Sin embargo, el caso de El Salvador demuestra que la verdadera adopción de bitcoin no surge de las decisiones tomadas en los despachos gubernamentales, sino en las comunidades que, por convicción propia, están construyendo ciudadelas de bitcoin.
Un ejemplo paradigmático es Bitcoin Berlín, en el departamento de Usulután, al sureste de El Salvador. Lejos de los ambiciosos Bonos Volcán o la arquitectura futurista de la Bitcoin City prometida por Bukele, Bitcoin Berlín es una economía circular vibrante, donde el uso de la red Lightning para pagos en tiendas, restaurantes y mercados es la norma.
Este ecosistema no depende de fondos estatales, sino de la pasión de sus habitantes y el respaldo de donantes anónimos de la comunidad global. Es la Bitcoin City que sí existe, forjada desde abajo, por y para la comunidad.
Bitcoin Berlín no está solo, ya que Bitcoin Beach, en El Zonte, sigue siendo un faro de adopción que precedió la ley de Bukele. A este movimiento se suman focos emergentes como el de Isla La Pirraya y Santa Ana, donde nuevas comunidades están creando sus propios ecosistemas económicos.
El motor de esta revolución silenciosa es la educación. Iniciativas como Mi Primer Bitcoin, una ONG dedicada a enseñar los fundamentos del dinero creado por Satoshi Nakamoto, están cerrando la brecha de alfabetización digital que el gobierno no ha abordado. En lugar de imponer una aplicación, estas iniciativas empoderan a la población con conocimiento, construyendo una base sólida para la adopción.
Dos velocidades para bitcoin en El Salvador
De todas formas, hay que destacar que la Ley Bitcoin puso a El Salvador en el mapa, que el turismo creció 206% durante los primeros seis meses del 2024, atrayendo a más de 2 millones de visitantes, muchos de ellos bitcoiners curiosos por presenciar el experimento en acción. No obstante, lo que encuentran no es una nación uniformemente bitcoinizada por decreto, sino focos vibrantes de adopción impulsados por ciudadanos comunes.
La experiencia salvadoreña revela una adopción de bitcoin a dos velocidades. Por un lado, una iniciativa estatal centralizada que no generó confianza ni uso masivo, limitada por barreras estructurales y presiones internacionales. Por otro, un movimiento descentralizado, comunitario y educativo que está construyendo un futuro financiero tangible, persona por persona, tienda por tienda.
El Salvador sigue siendo un referente en el mapa global de bitcoin, no por la Ley de Bukele, sino por la labor de sus comunidades. Ellas son la prueba de que la adopción de bitcoin no se impone; se cultiva. Y esa es la historia que, desde la base, el mundo debería estar observando.