-
La métrica clave que mide sus ganancias alcanzó su nivel más bajo desde la creación de Bitcoin.
-
A Satoshi se le atribuye una teoría en la que el precio de BTC se regula por su coste de producción.
La industria de la minería de Bitcoin enfrenta su momento más crítico desde su creación, luego de que la rentabilidad de esta actividad se desplomara a niveles nunca registrados.
La métrica que captura esta crisis es el hashprice, que representa los ingresos estimados en dólares que genera por día una unidad de potencia de cómputo aportado (hashrate).
Un hashprice en niveles bajos, provocado por el descenso del precio de bitcoin (BTC) a la zona de los 90.000 dólares desde su último máximo histórico de 126.000 dólares en octubre, implica menos ingresos para los mineros. En particular para aquellos que operan con estructuras menos eficientes o equipos antiguos.
Tras un periodo de estabilidad relativa entre mayo y finales de octubre de este año, donde el hashprice se mantuvo en un rango de 50 a 55 USD por PH/s/día (petahash por segundo por día), su colapso actual es abrupto y severo.
Este escenario, ya advertido por CriptoNoticias a principios de noviembre, se ha agudizado drásticamente. Al momento de esta nota, el hashprice se ubica en 37,7 USD por PH/s/día, lo que implica una caída de aproximadamente un 30% respecto al piso que mantuvo entre mayo y octubre.
Sin embargo, el punto más álgido de la crisis ocurrió el 21 de noviembre, cuando la métrica tocó un fondo histórico de 34,4 USD por PH/s/día. Ese mínimo representa un desplome que supera el 31% desde el promedio reflejado entre mayo y octubre.
El costo de minar supera a los ingresos
De acuerdo con The Miner Mag, un medio especializado en minería, el concepto clave para entender la verdadera magnitud del problema es el hashcost o costo por hash.
La métrica tradicional de ‘costo por Bitcoin minado’ puede variar significativamente debido a la volatilidad de la dificultad de la red y la suerte en la minería de bloques.
En contraste, el hashcost calcula e incluye todos los gastos operativos (desde la electricidad y el mantenimiento hasta una porción de los gastos corporativos) y los distribuye de manera estable por cada unidad de potencia de procesamiento que una empresa de minería aporta.
Ese enfoque revela, sin distorsiones, la creciente brecha entre lo que cuesta operar cada máquina y los ingresos que esta genera actualmente.
Con el hashrate total de Bitcoin cerca de los 1,1 ZH/s (zettahashes por segundo), una cifra que demuestra la inmensa competencia global, el plazo estimado para recuperar la inversión en los equipos más modernos se ha extendido más allá de los 1.000 días, de acuerdo con aquel medio.
Como lo reportó CriptoNoticias, este contexto condujo a que las empresas de minería de Bitcoin expandieran sus negocios hacia nuevos rumbos, principalmente aportando estructuras para proyectos de inteligencia artificial (IA).
El principio de Satoshi: la teoría que enmarca la crisis
Este escenario de estrés sin precedentes revive un principio económico de Bitcoin, que se le atribuye a su creador, Satoshi Nakamoto: «el precio de cualquier commodity tiende a gravitar hacia su coste de producción».
Este axioma explica el mecanismo de autorregulación cíclica de la minería. Cuando la rentabilidad se desploma, los mineros menos eficientes cesan operaciones.
Eso reduce la potencia total de la red, lo que a su vez provoca un ajuste a la baja en la dificultad de minado, restaurando gradualmente el equilibrio para los operadores que permanecen activos.
La firma de análisis Capriole ofrece una métrica clave para este ciclo: el Costo Eléctrico de Bitcoin. En el siguiente gráfico, este costo (que representa el gasto promedio en energía para producir un BTC) se sitúa actualmente en 71.000 dólares (línea roja):
La línea del costo de electricidad, históricamente, ha actuado como un piso dinámico crucial para el precio de BTC.
En ciclos anteriores, las caídas del precio por debajo o hasta este nivel han precedido fuertes rebotes, ya que señala el punto donde una gran parte de la red minera opera sin margen.
Por lo tanto, la crisis actual estaría representando la fase de corrección de este mecanismo. Mientras el protocolo trabaja en su reequilibrio automático, la presión inmediata sobre los mineros es extrema.
La incógnita no es si el sistema se autorregulará (la teoría de Satoshi es clara), sino cuánta consolidación financiera y qué nivel de dolor operativo deberá soportar el sector. Esto, antes de que la gravedad económica vuelva a imponerse.