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El experimento, lejos de fracasar, cambió las reglas del juego de bitcoin.
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Hay más de un centenar de empresas que imitan la estrategia de Michael Saylor.
El 11 de agosto de 2020, MicroStrategy —actualmente rebautizada como Strategy— anunció la compra de 21.454 bitcoins por 250 millones de dólares.
En su momento, la operación fue presentada como parte de una estrategia para proteger el capital de la empresa frente a la incertidumbre económica global derivada de la pandemia. Pero, en realidad, fue un experimento corporativo de alto riesgo que abriría un capítulo inédito en la historia financiera reciente.
En aquel entonces, la reacción del mercado fue inmediata: tal como lo reportó CriptoNoticias en su momento, las acciones de la compañía subieron un 14% en cuestión de horas. Michael Saylor, su director ejecutivo (un personaje no muy conocido por aquel entonces), defendía la jugada describiendo a bitcoin como “más duro, más fuerte, más rápido y más inteligente que cualquier dinero que lo haya precedido”. No todos compartían su entusiasmo. Para muchos analistas, no dejaba de ser una maniobra arriesgada que podía salir mal en cualquier momento.
Lo que no se sabía entonces es que esa compra marcaría un precedente. Por primera vez, una empresa de cotización pública incorporaba bitcoin como activo de reserva principal. Strategy no lo hizo por impulso: evaluó durante meses la resiliencia de la red, su aceptación global y la fortaleza de su comunidad. Esa decisión, que parecía un caso aislado, resultó ser el inicio de una tendencia que, con el tiempo, se expandiría por todo el mundo.
Cinco años después, el panorama es radicalmente distinto. Más de 100 empresas que cotizan en bolsa han seguido el camino de Strategy, integrando bitcoin en sus balances. Lo que comenzó como una respuesta defensiva frente a la inflación se transformó en una estrategia de crecimiento y diversificación de reservas.
La siguiente imagen, provista por el portal Bitcoin Treasuries, muestra las 100 principales compañías de cotización pública con BTC en sus balances declarados:
La lista incluye compañías de sectores como tecnología, energía, minería, servicios financieros y hasta entretenimiento. Ya no se trata de una moda de Silicon Valley: la adopción se ha extendido a Japón, Canadá, Australia y varios países de Europa. Hoy, mantener bitcoin en tesorería se interpreta, en ciertos círculos, como una señal de innovación y visión estratégica.
La presión de esta demanda corporativa e institucional es uno de los factores que explican el precio actual de bitcoin, por encima de los 120.000 dólares, niveles nunca antes vistos. A la acumulación de empresas se suman fondos de inversión, bancos y aseguradoras, consolidando un nuevo entorno en el que BTC ya no es solo un activo de nicho, sino parte del sistema financiero global.
Además, la estrategia de Strategy no solo tuvo un impacto en el precio de bitcoin, sino que dio origen a un modelo de negocio distinto: empresas cuyo valor bursátil está vinculado de forma directa al precio de BTC. Este enfoque ofrece rendimientos multiplicados en mercados alcistas, pero también implica riesgos considerables en ciclos bajistas.
Hasta el momento, los resultados han sido positivos. Ninguna de las compañías que han adoptado esta estrategia ha sufrido consecuencias catastróficas por su exposición a bitcoin. Por el contrario, muchas han visto cómo su capitalización se ha disparado en periodos de apreciación del activo, atrayendo tanto a inversionistas tradicionales como a entusiastas del ecosistema.
Así, lo que comenzó como una compra de 250 millones de dólares para “proteger a los accionistas” se convirtió en un punto de inflexión para la relación entre bitcoin y el mundo corporativo. Strategy validó la idea de que BTC podía ocupar un lugar legítimo como activo de reserva en las empresas, impulsando una ola de adopción que sigue creciendo.
Cinco años después, es difícil imaginar el mercado de bitcoin sin la presencia de compañías públicas que lo respaldan en sus balances. Aquella operación que en 2020 parecía una apuesta solitaria terminó por convertirse en el modelo de referencia para cientos de firmas en todo el mundo. Un experimento que, lejos de fracasar, cambió para siempre las reglas del juego.