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La CBDC de Europa avanza como proyecto de soberanía frente al dominio del dólar y las stablecoins.
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Alertan de la capacidad del euro digital para rastrear y potencialmente controlar cada transacción.
En la sala de mármol del Parlamento Europeo, Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE), afirmó que el euro digital fortalecerá el rol global de su moneda y que «en este panorama cambiante, hay una oportunidad única para crear condiciones que lo posicionen en la escena mundial».
Con estas palabras, la máxima figura del BCE deja claras sus intenciones de desafiar el predominio del dólar estadounidense, en un escenario geopolítico de incertidumbre donde la solidez de las divisas dominantes se ha puesto en jaque.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el dólar estadounidense ha prevalecido como el pilar de las finanzas globales. Sin embargo, los recientes aranceles y los ataques del presidente Donald Trump a la independencia de la Reserva Federal han encendido alarmas entre los inversores.
Esta turbulencia ha encaminado al dólar a su peor año en más de 40 años, registrando una caída del 10% en lo que va del 2025. Frente al euro, esta devaluación se acerca al 12% desde principios de año, motivando a los inversores a reducir su exposición a activos denominados en la divisa estadounidense.
A pesar de esta reciente debilidad, el dólar aún comanda el 60% de las reservas mundiales de divisas, superando con creces el 20% del euro y el modesto 2% del renminbi chino.
No obstante, el BCE busca activamente reformar esta dinámica. «El euro puede ser más que la moneda de un continente y un símbolo de unidad; puede convertirse en un ancla global de confianza», declaró Lagarde a la comisión de economía del Parlamento Europeo.
Para materializar esta visión, Lagarde enfatiza que Europa debe «hacer sus deberes», impulsando la integración de mercados de capitales, salvaguardando la independencia del banco central, intensificando los lazos comerciales y, crucialmente, desarrollando un «euro digital» que opere independientemente de la infraestructura de pagos estadounidense.
«Ahora ya no es momento solo de discutir esas reformas, sino de implementarlas», añadió con firmeza. El euro digital, concebido como «efectivo digital», busca ser «simple de usar, fácil de usar, barato» y una «solución de pago europea» compatible con stablecoins emitidas por bancos europeos, sin exacerbar la inestabilidad financiera, sino promoviendo una mayor inclusión.
«Cualquier persona, use o no un banco, se beneficiaría de poder utilizar un euro digital», puntualizó Lagarde.
Sin embargo, lo que no se aborda en los discursos oficiales son las posibles restricciones técnicas.
Control y privacidad ensombrecen al euro digital
Cuando fue consultada específicamente sobre los riesgos de censura, Lagarde reconoció que “es una cuestión de construcción tecnológica”.
Aunque prometió equilibrar la lucha contra el lavado de dinero con la privacidad, evitó garantizar la imposibilidad técnica de bloquear transacciones.
Mientras el miembro del Comité Ejecutivo, Piero Cipollone, insiste en que implementarán “las técnicas de protección de datos más avanzadas”, la abogada Cristina Carrascosa, especialista en criptomonedas, se muestra escéptica y señala que “el euro digital no responde a ninguna necesidad ciudadana, sino a una estrategia monetaria”, como lo informó CriptoNoticias».
“Cada día nos quitan más libertades”, alertó Abraham Amo de la Asociación Española de Ciudadanos, cuyo movimiento busca frenar la moneda digital del banco central (CBDC). Esta postura se ve reforzada por una declaración reveladora de Agustín Carstens, director general del Banco de Pagos Internacionales (BIS por sus siglas en inglés), quien admitió que las monedas digitales otorgan “control total” a las autoridades.
Por otro lado, en el Parlamento Europeo, el eurodiputado Fernando Navarrete finalizó el 30 de septiembre de 2025 un programa de dos meses de “escucha activa”, reconociendo que esta decisión de avanzar con el desarrollo del euro digital «no puede tomarse a ciegas».
Sus seminarios con Cipollone y el Comisario Valdis Dombrovskis buscan legitimar una decisión que, admite, “afectará el equilibrio mismo del ecosistema financiero”.
“El euro puede ser más que la moneda de un continente”, proclamó Lagarde, invitando a transformar un “sueño en realidad”. Pero mientras el BCE promete soberanía colectiva, los ciudadanos se preguntan si no estarán intercambiando su soberanía individual por un espejismo de modernidad.
La pregunta que queda flotando en el aire es simple pero crucial: ¿quién ejerce realmente el control cuando cada transacción puede ser rastreada, programada y, potencialmente, bloqueada?