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Primero sonaba a una historia salida de una película de ciencia ficción.
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He pagado hasta el logo de un proyecto con BTC.
-Hace un par de días, mi esposa fue a investigar sobre un taller con certificación de yoga para su mamá. Hasta ahí, es poco lo relevante del asunto, más allá de que es un poco costoso. Lo mejor vino ya cerrando la conversación, luego de que le dieran toda la información sobre los precios, el pensum, el cronograma y las inscripciones:
– ¿Método de pago?
– Cualquiera.
– ¿Ah, sí? ¿Tienes cartera de bitcoin?
– Sí.
Si hace unos años me hubieran dicho que yo iba a tener esa conversación, o mi esposa en este caso, impulsada por mí, no lo hubiera creído. La primera vez que leí sobre la existencia de las criptomonedas (de bitcoin, más específicamente), me pareció que estaba ante una obra de ciencia ficción. Y era un poco así.
En realidad, estaba ante el futuro del dinero. Pero no lo sabía. O no lo entendía. Poco tiempo después, comencé a explorar el ecosistema, al que llegué con otra actitud enfrentándome a la situación venezolana. Es decir: buscando alternativas para evitar la pérdida de valor de mis ganancias.
Comencé experimentando con faucets, para familiarizarme con el ecosistema y tener cierta idea. Abrí mi primera cartera para criptomonedas, pero luego la deseché. Seguí investigando, preguntando a conocidos con nociones sobre el tema, y le fui encontrando no solo más sentido a todo, sino que me pareció una oportunidad perfecta para el avance en términos económicos.
Siempre me incomodó la idea de que mi dinero estuviera en manos de un banco. Allí uno de los primeros atractivos que encontré en las criptomonedas: mis transacciones no dependen de un banco.
Ganar en bitcoin, gastar en bitcoin
No es tan sencillo. Al menos, no en Venezuela. Son muy pocos los servicios o productos que se pueden hacer directamente en criptomonedas en el país. Normalmente, cuando ganas en bitcoin, no puedes gastar en bitcoin. Tienes que hacer cambio por la moneda local, el bolívar, o en todo caso por dólares, para poder hacer alguna compra. Aunque no siempre ha sido así.
Como ya conté, el taller de yoga lo pagaremos directamente en bitcoin. Pero no será nuestra primera compra directa con BTC. Ya anteriormente, hemos usado BTC para saldar deudas, por ejemplo.
También pagamos por un logo para un proyecto que está naciendo con bitcoin. Este gasto, además, ha resultado en una doble victoria: no solo gastamos en BTC, sino que llevamos a una persona más al criptomundo. Al diseñador no solo lo ayudamos a abrir su primera dirección de Bitcoin, sino que nuestro pago fue el primero de muchos que piensa recibir en la criptomoneda.
Para otro proyecto, una web que lanzamos hace unos meses, ya estamos en la búsqueda de un servicio de hosting que podamos pagar directamente usando bitcoin. Son dos las razones. Primero, como he manifestado, está la intención de pagar con BTC sin tener que hacer cambios. También porque, ante la imposibilidad de usar tarjetas de crédito en dólares, es muy complicado hacer pagos y compras internacionales.
La primera vez que supe sobre bictoin lo menosprecié. Pero ahora no solo estoy acostumbrado, sino que veo en las criptomonedas una forma más sencilla de manejar las finanzas del hogar. Eso sí, todavía falta mucho para que esta idea sea trasladada completamente a la realidad, especialmente faltan mayores niveles de adopción, mayores oportunidades para manejar nuestros gastos en BTC. Pero la breve respuesta del sitio de yoga muestra que se está avanzando.
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.