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Bitcoin tiene un importante mercado en Venezuela debido a la crisis.
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Entre el 2012 y el 2015, la emigración de Venezuela creció en un 3000%.
Mi nombre es Mónica, vivo en Venezuela y me gustaría que los datos que voy a proporcionar en esta carta fueran falsos. Este país al norte de Suramérica tiene un territorio de 916.445 km2 y una población de 31.828.000 habitantes. También es uno de los países de la región donde bitcoin tiene un importante mercado.
Según datos del FMI, la inflación proyectada para septiembre del 2018 fue de 1.370.000%, cifra que podría aumentar diez veces para el 2019. Esta hiperinflación es causada por una mala gestión política desde 1998, que empeoró en el 2013 con el régimen de Nicolás Maduro. Durante su estadía en el poder, la moneda venezolana ha sufrido una serie de devaluaciones que no solo han disminuido la capacidad adquisitiva de los venezolanos, sino que también han creado mafias alrededor de la venta del efectivo en el país. Aquí es cuando entra bitcoin y sus cuatro usos en Venezuela: como refugio económico, medio de pago, envío de remesas y unidad de cuenta.
La razón de que bitcoin y otros criptoactivos se utilicen aquí, se debe en gran medida a una crisis política, económica y social. Sin caer en el patetismo, puedo decirte, lector, que la palabra “crisis” es más horrible en la realidad de lo que puede leerse en los medios internacionales ¿Imaginas un día abrir la nevera o despensa y que esté completamente vacía? Y que, además ¿destines la totalidad de tu sueldo a comprar algunos víveres y solo puedas adquirir tres o cuatro productos de lo que llaman “la cesta básica”? Eso es lo que sucede en muchos hogares desde unos años, lo que ha llevado a muchas personas a rebuscar en la basura o a realizar colas interminables para comprar productos “regulados”.
Otra solución es esperar la llegada de una caja con productos importados que el régimen reparte una vez al mes en algunos hogares, pero generalmente solo alcanza para alimentarse durante algunas semanas. Otros, en cambio, elegimos emigrar para poder ayudar a nuestra familia. Entre el 2012 y el 2015, la emigración de Venezuela creció en un 3000%. Organizaciones como la OEA y la ONU catalogaron el éxodo de estos habitantes como la emigración más grande que ha existido en la historia del hemisferio occidental.
Recuerdo todavía el libro gordo y gris que llevé en mi viaje de emigración durante siete días por tierra y avión. Era un ejemplar de Edward W. Said, llamado “Reflexiones sobre el exilio”. Este autor nombra a las personas que se van de su lugar de nacimiento como “exiliados” y define el exilio como una “condición de abandono terminal”. Al respecto, reflexiona:
El exilio es algo curiosamente cautivador sobre lo que pensar, pero terrible de experimentar. Es la grieta imposible de cicatrizar impuesta entre un ser humano y su lugar natal, entre el yo y su verdadero hogar: nunca se puede superar su esencial tristeza (…) Los logros del exiliado están minados siempre por la pérdida de algo que se ha quedado atrás para siempre.
Said, Edward. Reflexiones sobre el exilio. 2001.
Atrás quedó para nosotros nuestra familia, amigos e incluso mascotas. Esto generó la necesidad de enviar y recibir dinero desde el extranjero. Al principio, el envío de remesas con moneda fiduciaria era posible, pero el control cambiario que implementó Hugo Chávez en el 2003 hizo más difícil el acceso de la población a moneda extranjera, hasta que este acceso solo fue imposible. Así, los emigrantes y la población de este país encontramos un refugio en los criptoactivos para el envío y recepción de remesas. El más utilizado es bitcoin, pero también se realiza el envío con ethers y dash.
Yo soy parte del 59,2% de los venezolanos que han salido del país con sus estudios universitarios completos. En mi país fui socióloga, y trabajaba para una revista extranjera. Como el acceso a los bancos tradicionales siempre fue un dolor de cabeza, y con las tarjetas de crédito no podía adquirir moneda extrajera debido al control cambiario, nunca tuve una cuenta PayPal verificada. Así, mis empleadores no podían enviarme los pagos de los artículos que escribía para la revista. Nuestra solución, una vez más, fue recurrir a los criptoactivos.
Durante el 2017, el precio del dólar con relación al bolívar fue tan alto que, con un sueldo mensual de 80 dólares al cambio en bitcoins, pude utilizar bitcoin como depósito de valor y ahorrar para salir del país. El aumento del criptoactivo durante el último trimestre del año también hizo su parte.
Pero, mi caso no es el único. Mis padres, que se quedaron en Venezuela, reciben cada 15 días una parte de mi sueldo, que los ayuda a mantenerse en pie. Este dinero, sin necesidad de cambiarlo a moneda fiduciaria, pueden utilizarlo en múltiples locales del país que aceptan criptoactivos. La lista más larga no pertenece a bitcoin sino a la comunidad de dash, quienes han habilitado este método de pago en restaurantes, locales de artesanías, fotoestudios, librerías y un largo etcétera. Me hace feliz recibir las fotos de mis padres, cuando veo que permiten hacer lo que los venezolanos llaman “un lujo”, al comprar un par de zapatos una vez al año, comer un helado una vez al mes o arreglarse el cabello cuando hay algún evento importante (cuestión que no ocurre con frecuencia).
Cuando ya me encontraba fuera del territorio, ocurrió otro fenómeno importante: bitcoin se convirtió en unidad de cuenta. Los indicadores que establecían el precio del dólar paralelo incluyeron en su tabulador el precio por el cual se comercia bitcoin en la plataforma LocalBitcoins. Esta página funciona de una manera particular en el país. A escala global, es el segundo lugar del mundo que más comercia en esta plataforma. El valor del criptoactivo es incluso un 10% más caro en esta plataforma que en el resto del mundo.
Hace unos días seguí, con mucha expectativa, las transmisiones que mostraron al presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó (quien tiene conocimiento acerca de bitcoin), invocar el artículo 233 de la Constitución y convertirse en el Presidente Encargado del país. Como algunos países reconocen su legitimidad y otros la de Nicolás Maduro, en términos políticos seguimos esperando un desenlace. Pero, como era de esperarse, esto afectó el intercambio de criptoactivos y el precio de bitcoin aumentó un 16% en la plataforma.
Los expertos predicen que la incertidumbre política que está experimentando esta nación podría aumentar el intercambio de bitcoins, como ha ocurrido en otros lugares con anterioridad. A pesar de esto, mientras bitcoin sea más caro en Venezuela que en el lugar donde me encuentro, nos conviene a mis padres y a mí.
No diré que me encuentro entusiasmada por los acontecimientos políticos que están sucediendo en Venezuela actualmente, ya que a estas alturas la “grieta” de la que hablaba Said se ha ensanchado. Sin embargo, como muchos me hago la siguiente pregunta ¿podré regresar a mi país natal? Luego de formularla una turbación se apodera de mí y siento lo que muchos que han salido de su hogar (no solo venezolanos) sienten. ¿Quiero volver a ese lugar? ¿será como lo recuerdo o el país que vive en mi memoria ya no existe? Y si es así ¿seré capaz de enfrentar la realidad con el recuerdo?
Imagen destacada por arrowsmith2 /stock.adobe.com
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.
Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.