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Ahorra en satoshis por 8 años, guiada por su hijo, para construir futuro sin límite institucional.
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Con Bitcoin, envía remesas instantáneas a El Salvador, fortaleciendo lazos familiares sin costo.
En el tranquilo murmullo del pasillo de un hotel estadounidense de la cadena Hampton Inn, María dobla una toalla con la precisión de quien ya tiene 18 años en esa tarea. Tiene manos firmes y el corazón acelerado porque, con los ahorros que tiene en su cartera digital, está a punto de alcanzar un bitcoin completo.
El relato de María impacta en X. El usuario absolut_wisted asegura haberla conocido. Se trata de «una mujer increíble», dice; «una salvadoreña de 48 años cuya vida se ha transformado no por años de trabajo duro, sino por una única idea revolucionaria: Bitcoin«, añade.
Podríamos decir que esta es la historia de una empleada doméstica común y corriente, pero la verdad es que no es así. María es un ser que ha evolucionado; no refleja ser el estereotipo de la típica latina que emigra a Estados Unidos.
Su historia desafía las narrativas convencionales asociadas con las mujeres inmigrantes de América Latina, a menudo reducidas a roles de sacrificio silencioso, trabajos de baja remuneración y dependencia de sistemas financieros tradicionales.
Se cuenta que durante 18 años, María trabajó como empleada doméstica, ganando un salario modesto mientras criaba a su hijo en un mundo donde el sistema financiero parecía estar jugando siempre en su contra. Pero hoy ella lo está cambiando todo con movimientos, quizás imperceptibles para la humanidad, pero que en realidad simbolizan mucho más que riqueza.
El viaje de María hacia Bitcoin comenzó hace ocho años, impulsado por su hijo, un autoproclamado maximalista de la moneda digital pionera, quien vio en la invención de Satoshi Nakamoto un camino hacia la libertad para su madre. «Me dijo: ‘mamá, no ahorres dólares. Ahorra en Bitcoin'», recuerda María.
Ella empezó a cobrar sus nóminas a través de Strike, una plataforma de pagos de bitcoin, convirtiendo sus ganancias en BTC. Probablemente se sintió extraño al principio, pero selló su fe en la moneda digital en un momento en el que descubrió la magia.
Una noche, María envió una pequeña cantidad de BTC a su hermana en El Salvador. Sin bancos, sin comisiones, sin retrasos, solo unos toques en su teléfono, y la transacción se completó. «Fue como enviar amor», dijo, según Wisted.
Su asombro era comprensible, ya que durante años los salvadoreños solo podían contar con diversos servicios, de altas comisiones y largas esperas, para enviar sus remesas. Hacerlo con bitcoin fue como una revelación para María porque a partir de ese momento supo que nunca más tendría que pedir permiso a otros para enviar los fondos que deseara, a quien deseara.
Bitcoin no solo es dinero, también es poder
Su historia también es una demostración de que bitcoin tiene más valor que el Fondo Monetario Internacional y el gobierno. Se debe al hecho de que, durante sus ocho años de ahorro en bitcoin, María se mantuvo impasible ante los cambios en las políticas del gobierno de El Salvador. Este adoptó BTC como moneda de curso legal en 2021 y promovió su uso entre los ciudadanos. Incluso cuando el gobierno modificó recientemente su legislación sobre bitcoin tras un acuerdo de préstamo con el FMI, la concentración de María se mantuvo firme.
Hoy, con sus logros, es fácil deducir que no se preocupa por lo que haga el gobierno porque sabe que bitcoin no depende de lo que hagan los Estados ni sus líderes. También sabe que lo que tiene en bitcoin es de su absoluta propiedad y forma parte de su estabilidad, una que no tiene que ver con los acuerdos que El Salvador sostuvo con el FMI.
De hecho, su indiferencia hacia las políticas del gobierno de El Salvador o los acuerdos con el FMI refleja una postura empoderada, rechazando el rol pasivo que a menudo se atribuye a las mujeres inmigrantes. En lugar de conformarse con los bancos o las soluciones gubernamentales, María encuentra autonomía en Bitcoin, usándolo para enviar remesas instantáneas y sin comisiones a su hermana en El Salvador, un acto que ella describe como «enviar amor».
Su historia no trata sobre el victimismo ni la asimilación al sueño americano a través de caminos convencionales como trabajos estables o hipotecas. En cambio, mantiene su identidad salvadoreña, aprovechando el alcance global de Bitcoin para mantenerse conectada con sus raíces. La disposición de María a aprender de su hijo y su enfoque proactivo hacia la libertad financiera definitivamente desafían la imagen estereotipada de las inmigrantes latinas como simples proveedoras o víctimas de dificultades sistémicas, convirtiéndola en un símbolo de resiliencia y reinvención.