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El directivo asegura que el euro digital no busca sustituir al efectivo, sino complementarlo.
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Nagel dice que la gente ya comprende mejor la necesidad de un euro digital.
El presidente del Banco Central de Alemania, Joachim Nagel, destacó la importancia del euro digital como un proyecto vital para la independencia de Europa en transacciones digitales.
Durante una mesa redonda en el Foro Nueva Economía de Madrid. Nagel aseguró que el euro digital, la moneda digital del Banco Central Europeo (BCE), no reemplazará al efectivo, sino que lo complementará, ofreciendo mayor privacidad y menores costos frente a soluciones privadas.
“Solo veo ganadores y no perdedores en este proyecto”, afirmó, subrayando que las recientes tensiones geopolíticas han incrementado la comprensión pública sobre la necesidad de esta moneda digital de banco central (CBDC).
El BCE estima que el euro digital podría estar operativo entre 2027 y 2028, tras años de desarrollo y pruebas. Según han prometido, el euro digital reducirá la dependencia de Europa de proveedores de servicios tecnológicos, principalmente estadounidenses, que dominan el mercado de pagos digitales.
Nagel enfatizó que la mayoría de estas empresas no tienen sede en Europa, lo que plantea riesgos para la autonomía financiera del continente. “El euro digital es un proyecto central para la independencia de Europa en las transacciones de pago”, afirmó, instando a todos los sectores a apoyar su desarrollo.
El euro digital está en pleno desarrollo
El BCE, con sede en Fráncfort, Alemania, ha avanzado en la fase preparatoria, iniciada en noviembre de 2023, que incluye pruebas técnicas y consultas con actores del sector financiero. Esta etapa se extenderá hasta 2025, cuando se decidirá si se procede a la implementación.
Como lo ha reportado CriptoNoticias, el proyecto ha sumado 70 aliados, incluyendo startups, comerciantes, fintechs, bancos y proveedores de servicios de pago. Sin embargo, la iniciativa no disipa los temores de la comunidad. Algunos aliados expresan preocupaciones sobre la privacidad, la interoperabilidad con sistemas existentes y el impacto en el sector financiero tradicional. A pesar del respaldo, el BCE enfrenta el desafío de generar confianza en un ecosistema diverso, donde las expectativas y necesidades varían entre los participantes.
La oposición al euro digital también es significativa, especialmente entre usuarios de criptomonedas y analistas. El experto Marc Vidal ha advertido que la CBDC podría convertirse en el mayor sistema de control financiero de la historia, al permitir un seguimiento detallado de las transacciones. Estas críticas reflejan el escepticismo de una comunidad que valora la descentralización y la privacidad que ofrecen las criptomonedas, y en especial bitcoin (BTC).
Los detractores temen que el euro digital, al estar gestionado por el BCE, pueda limitar la libertad financiera de los ciudadanos, a pesar de las garantías de Nagel sobre su enfoque en la privacidad. Esto, recordando que las CBDC, al estar controladas por bancos centrales, podrían facilitar una vigilancia financiera sin precedentes, permitiendo a los gobiernos monitorear y, potencialmente, restringir las transacciones de los ciudadanos.
Además, la existencia de Bitcoin, una alternativa descentralizada y resistente a la censura, pone en cuestión la necesidad de una CBDC como el euro digital. Bitcoin ha demostrado ser efectivo como método de pago y reserva de valor, operando fuera del control gubernamental, lo que lo hace atractivo para quienes priorizan la libertad financiera. Sin embargo, los legisladores, desarrolladores, bancos y gobiernos parecen preferir el euro digital porque perpetúa al sistema financiero tradicional, manteniendo su autoridad sobre la política monetaria y los flujos económicos. Esta preferencia podría reflejar un interés en preservar el control sobre la economía, en lugar de adoptar un modelo que desafíe las estructuras de poder existentes, como lo hace Bitcoin.
A medida que el BCE avanza, los desafíos persisten. La adopción masiva requiere no solo infraestructura técnica, sino también educación financiera para que los ciudadanos comprendan los beneficios y limitaciones del euro digital.
La oposición de sectores críticos, combinada con las expectativas de los aliados, pone a prueba la capacidad del BCE para construir consenso. Mientras tanto, el proyecto sigue su curso, con la meta de posicionar a Europa como líder en pagos digitales soberanos, en un mundo donde la tecnología financiera redefine las reglas del juego.