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Bután usa sus reservas de bitcoin para financiar proyectos en favor de su población.
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El gobierno no quiere depender de la agricultura y el turismo para generar ingresos.
Bután, una pequeña nación situada entre China e India, ha sorprendido al mundo al avanzar con decisión en el universo de las finanzas digitales.
Mientras muchos países aún exploran el potencial de las criptomonedas, este reino budista ya ha acumulado una reserva de bitcoin (BTC) valorada en unos 1.300 millones de dólares (USD), equivalente a cerca del 40% de su producto bruto interno (PBI) que ronda los 2.900 millones de dólares.
De acuerdo con la plataforma de análisis Arkham, Bután posee 12.062 BTC, con lo cual figura entre los países con mayores reservas estatales de bitcoin. Se posiciona en el sexto lugar de las naciones con más tenencias en esta moneda, según el explorador Bitcoin Treasuries.
A diferencia de otras naciones, sus activos no provienen de incautaciones ni de compras en el mercado, sino que fueron generados a través de operaciones propias de minería de bitcoin, impulsadas por la energía hidroeléctrica local.
La iniciativa comenzó en 2019, impulsada por el fondo soberano Druk Holding and Investments, bajo la dirección de Ujjwal Deep Dahal. Durante el confinamiento por la pandemia, el CEO y su equipo instalaron personalmente los primeros equipos cerca del Paso Dochula, una zona montañosa de clima frío, ideal para mantener operativos los servidores.
El objetivo era claro: convertir el excedente de energía hidroeléctrica del verano en un activo digital de alto valor. Este avance coincidió con una fuerte alza en el precio del bitcoin, que pasó de menos de 10.000 dólares en 2019 a cerca de 112.000 dólares este año.
Para 2022, el país ya había iniciado la construcción de cuatro mineras estatales. En 2023, el gobierno vendió reservas de BTC por un valor de 100 millones de dólares para financiar aumentos salariales destinados a empleados públicos. «Ese incremento fue completamente financiado con bitcoin», afirmó el primer ministro Tshering Tobgay, quien agregó que, si solo se hubiese contado con ingresos por la venta de electricidad, tal medida no hubiera sido posible.
Además de explotar sus propios recursos, Bután firmó un acuerdo con la empresa Bitdeer Technologies, con sede en Singapur, para la construcción de dos nuevos centros mineros de bitcoin. Bajo este esquema, la compañía conserva los BTC extraídos, mientras que el gobierno recibe el pago por la energía en dólares estadounidenses, fortaleciendo sus reservas internacionales.
El número exacto de instalaciones que posee Bután se mantiene en secreto, ya que las autoridades justifican la confidencialidad para prevenir posibles ataques o usos indebidos. Sin embargo, según informes de WSJ, imágenes satelitales indican que al menos seis minas están en operación, todas bajo la gestión de la empresa Green Digital.
Además, como reportó CriptoNoticias, el gobierno también extrae y acumula en menor medida otros activos digitales, como ether (ETH), la segunda criptomoneda con más capitalización.
El avance de Bután en el ámbito de las criptomonedas ha generado opiniones divididas entre los funcionarios locales. Mientras algunos cuestionan la falta de transparencia sobre el destino de los fondos obtenidos, buena parte de la población, desconocía el proyecto hasta que se dieron a conocer los aumentos salariales.
Simultáneamente, Bután ha empezado a incorporar las criptomonedas en el sector turístico, habilitando el pago con más de 100 activos digitales para vuelos, alojamientos y trámites de visado. Además, se proyecta integrar estas alternativas en el desarrollo de Gelephu Mindfulness City, una nueva región administrativa donde se prevé que formen parte tanto de las reservas estratégicas como de los sistemas de pago.
La apuesta de Bután por las criptomonedas encuentra un paralelismo con la estrategia de El Salvador, otro país pequeño que ha abrazado a bitcoin como reserva estratégica. Mientras el reino del Himalaya ha acumulado mediante minería sostenible, El Salvador posee más de 6.000 BTC, adquiridos principalmente a través de compras periódicas.
Ambos casos destacan cómo naciones con recursos limitados están explorando el uso de BTC como una herramienta para diversificar sus economías.