De acuerdo a un estudio efectuado por el Banco de España, la emisión de monedas digitales estatales podría mejorar los sistemas de pago y las políticas monetarias de los países. Aunque también se recomienda tener cautela antes de asumir este tipo de medidas, considerando algunos de sus riesgos.
El estudio, realizado por Galo Nuño, miembro de la Dirección General de Economía y Estadística, fue publicado este 30 de julio en la página web de la entidad gubernamental, y explica que mediante la emisión de monedas digitales de bancos centrales (Central Bank Digital Currencies – CBDC), se podría tener un mayor control sobre las rentabilidades, tanto de los ahorradores como de los prestatarios de servicios.
Un argumento que podría considerarse a la hora de valorar la introducción de CBDC es el relacionado con la mejora en la conducción de la política monetaria mediante un mejor control de las rentabilidades de mercado a las que se enfrentan los ahorradores y los prestatarios. Asimismo, la posibilidad de eliminar las restricciones asociadas con la cota cero del tipo de interés es teóricamente atractiva, especialmente en un entorno de bajos tipos de interés como es el actual.
Galo Nuño
Economista
Se agrega que esta posible mejora en el manejo de la política monetaria ocasionaría que los intereses se conviertan en un elemento clave, siempre y cuando los fondos depositados en CBDC sean remunerados. Así, la medida permitiría eliminar las restricciones a las cotas negativas en las tasas de interés.
Sobre ello, se acota que, actualmente, con el manejo de dinero en efectivo, las entidades financieras no pueden establecer remuneraciones negativas, porque ello podría ocasionar un retiro de los fondos. Pero, tal situación sería más viable con las monedas digitales, porque la tasa de interés en este tipo de activos “sería la que marcase el suelo de las mismas”.
Aun así, el autor observa que la cantidad de billetes en circulación sigue creciendo en la mayoría de economías actuales, por lo cual considera que el interés de los bancos centrales por la emisión de activos digitales no se centra solamente en la sustitución del efectivo por métodos de pago digitales. Una situación que, además, tiene efectos sobre el beneficio que obtienen los bancos por la emisión de billetes, pudiendo generar a su vez una caída en los ingresos del sector público, una subida de impuestos y una reducción del gasto público.
Nuño expone, en consecuencia, que el interés de muchos bancos centrales por las monedas digitales puede derivar de la preocupación por la posibilidad de que su aceptación termine desplazando al dinero de curso legal, lo cual les haría perder el control sobre la transmisión de la política monetaria a la economía real. Sin embargo, considera esta posibilidad lejana, dado que el criptomercado aún no puede equipararse en cantidad al mercado de moneda fiduciaria.
Evaluando los riesgos
El análisis señala que la popularización de los medios de pago digitales, entre ellos las criptomonedas como Bitcoin y Ethereum, puede ser ayuda para contrarrestar la exclusión financiera y contribuiría a la lucha contra el fraude fiscal y el blanqueo de capitales, siempre que las tenencias no sean anónimas. Si bien, esto sacrificaría la privacidad individual.
El autor plantea la necesidad de debatir sobre si los bancos centrales deben adaptarse a esta demanda de servicios de pagos digitales, emitiendo sus propias monedas digitales. Ante ello recomienda mantener una “espera vigilante”, debido a que, a pesar de los beneficios, existen riesgos que ponderar.
Entre tales riesgos, el análisis menciona en primer lugar los altos costos de la infraestructura, operatividad y normativas tecnológicas de las monedas digitales no anónimas, basadas en las tecnologías usadas en los medios de pago actuales. Tales costos disminuyen con las monedas digitales anónimas, pero requieren la adaptación de la tecnología blockchain, utilizada para la creación de criptomonedas; lo que crea un entorno de trabajo distinto, según se aclara.
Igualmente, se menciona que otro de los riesgos de emitir estos activos digitales tiene que ver con la estabilidad financiera, pues un nuevo activo libre de riesgo (especialmente si está remunerado) necesariamente afectaría la rentabilidad del sector bancario y podría incentivar el retiro de fondos por parte de los depositantes.
A pesar de lo anterior, el análisis concluye que, al no existir experiencias previas, es difícil estimar cuantitativamente los efectos de la emisión de monedas digitales estatales sobre el sector financiero y el crédito bancario.
En esta misma línea de ideas, cabe destacar que el Banco de Pagos Internacionales (BPI), organismo independiente formado por numerosos bancos centrales, se pronunció el año pasado, instando a los bancos centrales del mundo a que estudiaran la posibilidad de emitir criptomonedas nacionales.
En un documento posterior, presentado en febrero de este año, el organismo analizó con más detalle el planteamiento y coincide con el presente análisis en cuanto a las mejoras que podrían implicar las CBDC.
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