Con la popularidad de las monedas digitales en alza no sólo aumentan los casos de ransomware, los cuales alcanzaron su pico en 2016 por recompensas sustanciosas en Bitcoin, sino que ahora los criminales se han vuelto más temerarios.
La extorsión es un plan de cuatro pasos: elegir a la víctima, atacarla, exigirle una recompensa, y amenazarla con un ataque de mayor impacto para incentivar el pago. Así ocurrió en Alemania a finales del año pasado, donde el ataque a dos supermercados generó suspenso cuando fueron notificados del envenenamiento de envases de la popular marca de chocolate Nutella y amenazados de sufrir acciones más radicales, según reportaron los medios locales.
Las ciudades alemanas Wuppertal y Dortmund fueron el escenario de los atacantes. Una mañana, los dependientes de los supermercados encontraron envases de chocolate envueltos en bolsas y separados de las estanterías, marcados con la advertencia de estar envenenados. Los criminales informaron a los supermercados que los dulces contenían pesticidas inyectados a través de sus envases plásticos y que si no recibían el pago de 5 millones de euros en bitcoins, la próxima vez volverían las estanterías de Nutella una lotería mortal.
La gravedad de un ataque de extorsión, digital o físico, depende de como actúe la víctima. Y en este caso, los supermercados actuaron con rapidez. No sólo se negaron a pagar la suma de plano y llamaron a las autoridades, sino que descubrieron que los pesticidas no eran tóxicos para el consumo, por lo que hicieron caso omiso del ultimatum. No hubo más envases envenenados.
Finalmente, el Departamento de Policía de Dortmund reportó la detención de tres sospechosos por el ataque. De acuerdo al informe policial, tres hombres en edades comprendidas entre 43 y 46 años fueron atrapados tras su ubicación en varias ciudades de Nordrhein-Westfalen. De momento, eliminan la posibilidad de que cuenten con cómplices en otras ciudades.
Este es uno de los primeros casos en los que la extorsión por bitcoins no se realiza de forma cibernética, sino con posibles consecuencias físicas. Sin embargo, no es extraño que uno de estos ataques amenace con poner en peligro el bienestar de otras personas. Basta con decir que en 2016 el aumento exponencial de extorsión cibernética sucedió contra centros de salud, secuestrando registros vitales de los pacientes hasta recibir recompensas equivalentes a una fortuna en monedas digitales, cuya mayor ventaja reside en la privacidad que proporcionan, haciendo que las transferencias sean difíciles de rastrear.
Pese al final feliz de este caso, donde el ataque pasó de la pantalla de una computadora a un escenario real, siempre queda la duda: ¿Qué tan lejos llegarán las extorsiones por bitcoins? ¿Estaremos preparados para enfrentarlas?
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