Si no se hubiera utilizado la tecnología de contabilidad distribuida para saber las estadísticas en tiempo real de los jugadores, nadie se hubiera imaginado que aquel sábado se eliminaría a Argentina y a Portugal del mundial al mismo tiempo. Si en la copa de la FIFA de ese año no se hubiera utilizado la blockchain, las quinielas se hubieran ido al lastre con unos resultados tan sorprendentes como aquellos…
Roberto estaba muy emocionado. Era la primera vez en sus cincuenta años que había logrado ir a ver la Copa del Mundo. El dinero había llegado casi por arte de magia, luego de que hubiera realizado una Oferta Inicial de Moneda (ICO) para financiar su empresa de alimentos orgánicos.
Si alguien más le hubiera dicho que se podía conseguir dinero de una forma tan fácil, él no lo hubiera creído. Ninguno de los años que había pasado impartiendo clases acerca de química orgánica en la universidad le hubieran podido generar tal rendimiento. Esa compañía de alimentos la había conformado como parte de un proyecto realizado con sus alumnos, y no pretendía conseguir un bienestar económico con tal actividad.
La idea de realizar una ICO provino de su ex-esposa. La mujer realizaba estudios sobre tecnología de contabilidad distribuida y era la CEO de una compañía reconocida. Según lo que había descubierto Martha, las personas estaban tan interesadas en comprar tokens que no importaba de qué se tratara el proyecto detrás de ellos.
Copiar y pegar el código de una criptomoneda ya constituida resultaba relativamente fácil y también bastante económico. No tendría por qué preocuparse por errores de código si todo se trataba de una estratagema para conseguir dinero rápido.
Así que él había seguido las instrucciones de la PhD en Computación y listo, en menos de un año su cuenta bancaria se había inflado. Por supuesto, todo lo había hecho con una identidad falsa, por lo que, una vez había obtenido el dinero y dado un buen porcentaje a la mujer, no tenía que rendirle cuentas a nadie. A Roberto estas cuestiones tampoco le robaban el sueño porque, a fin de cuentas, a un golpe de suerte no puede buscársele una causa, sino disfrutar de sus consecuencias.
Aunque ya las ICO no eran vistas de buena manera y los entes regulatorios las tenían en la mira, las regalías por haber realizado una campaña exitosa le habían permitido a Roberto cumplir varios de sus sueños, como viajar en un Lamborghini (alquilado, porque no era una persona muy ostentosa), asistir a una Comic-Con con pase VIP, viajar en crucero durante 81 días por todos los océanos del mundo y tener su propio robot de compañía, que sustituiría las labores que Martha habría hecho alguna vez.
Por suerte, había varios lugares que aceptaban criptomonedas con motivo de la celebración de la copa del mundo de aquel año, así que viajando con la aerolínea CheapAir, Roberto no había tenido que adquirir monedas fiduciarias para trasladarse al país europeo donde se celebraría la Copa Mundial de Fútbol de aquel año. De hecho, como se había hospedado en el complejo Apartments Malina, hasta el momento todo lo había podido pagar con criptomonedas. Una gran diversidad de las tiendas de la tierra de los zares habían habilitado sus propias billeteras, y además de Bitcoin; Ethereum, Litecoin y Zcash eran buenas opciones para adquirir un almuerzo y satisfacer otras necesidades.
Roberto, de contextura gruesa, agradecía que no se hicieran largas filas para entrar al estadio, ya que verdaderamente no disfrutaba mucho de las multitudes, aunque ya había aprendido a disimular su enojo ante el bullicio, solo por la emoción de ver a los jugadores en la cancha. Como los boletos eran verificados apenas entraba a cualquier área de las instalaciones, en un instante sabía dónde debía sentarse y la autenticidad de su pase quedaba comprobada de inmediato.
La FIFA había formado parte del proyecto Maxiledger hacía dos años y los boletos se habían tokenizado, cuestión que eliminó por completo la piratería y reventa de las entradas, al integrar un simple cógido QR en los boletos.
Una vez instalado en su asiento, el hombre verificó el estatus de su bot de inteligencia artificial que cotejaba las estadísticas de los jugadores, sus condiciones físicas y otros datos para predecir los resultados de los juegos, información también almacenada en la blockchain de la FIFA, a la que cualquier persona podía acceder pagando una cuota de suscripción relativamente barata.
Ese día se enfrentarían México y Brasil, y como era de esperarse, las plataformas de apuestas estaban siendo muy concurridas. Roberto había apostado 10 ETH a México porque con una alta eficiencia hasta el momento, el equipo prometía rendir muy bien.
Hasta ese día, Roberto había hecho unos 400 ETH tan sólo realizando apuestas con su smartphone. A la derecha de su palco se encontraban varios exjugadores de la FIFA, uno de ellos aún conservaba su característico afro amarillo pese a ser un hombre maduro.
Todo estaba preparado para comenzar el juego y Roberto ya tenía a su alcance sus botanas favoritas y una jarra entera de cerveza de raíz. Sin embargo, a su lado se presentaron algunos policías con uniforme de la INTERPOL y un hombre alto que no dominaba el idioma español muy bien pronunció su nombre y las siglas ICO… ¿Sería posible que lo encontraran tan fácilmente?
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Descargo de responsabilidad: Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos o hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.